Varias personas visitan la exposición 'Enrique Romero de Torres. Una Vida de Museo’, que profundiza en la figura de Enrique Romero de Torres. EFE/Rafa Alcaide

Enrique Romero de Torres, el mecenas de Córdoba eclipsado por su familia

Álvaro Vega I Córdoba, 16 jul (EFE).- Enrique Romero de Torres, director durante veintiocho años del Museo de Bellas Artes de Córdoba, que le debe su fisonomía arquitectónica y algunas de sus principales colecciones, fue un polifacético mecenas para la ciudad cuya figura está eclipsada por la de su padre, Enrique Romero Barros, y la de su hermano, el pintor Julio Romero de Torres.

Así lo ha explicado a EFE Victoria Fernández de Molina, una licenciada en Historia por la Universidad de Córdoba, a quien la propia pinacoteca ha encargado dirigir las visitas guiadas a la exposición ‘Enrique Romero de Torres. Una Vida de Museo’, que profundiza en la figura histórica y la labor profesional del segundo de los hermanos Romero de Torres, el primero que nació en Córdoba.

Fernández de Molina ha guiado este domingo la primera de las visitas a la muestra durante unos noventa minutos que ha acabado entre expresiones de asombro al descubrir el perfil de quien para ella fue “un gran embajador de Córdoba, un gran mecenas y un cicerone” y con quien “Córdoba tiene una deuda perpetua con él porque marcó un antes y un después en la historia de la ciudad”.

El Museo de Bellas Artes de Córdoba pretende con esta exposición, que prolonga la fotográfica que en 2006, con motivo del cincuenta aniversario de su muerte, le dedicó junto la edición de un libro sobre su vida, y con las visitas guiadas que se reanudarán tras el verano, es “conocer más a fondo y mejor a una figura insigne y un cordobés de pura cepa que veló por Córdoba”.

Entre el medievo y la modernidad

El sello de Enrique Romero de Torres está en el actual Bellas Artes con la transformación de un atiborrado edificio heredado de un antiguo Hospital de la Caridad franciscano, cuando se hizo cargo de él como conservador a la muerte de su padre en 1895, pero también en una multiplicidad de actuaciones que perduran en Córdoba.

Según ha explicado Victoria Fernández de Molina a los visitantes, se debatió prácticamente entre el medievo, con nueve kilómetros de muralla de las que quedan exiguos testimonios, y abordar la modernidad de los comienzo de la primera mitad del siglo XX y hasta convertir en lo que hoy día es la fisonomía del Bellas Artes, Enrique Romero de Torres tuvo que sacar del antiguo hospital al museo arqueológico, el conservatorio de música, la academia y la escuela de bellas artes.

De su mano llegaron las colecciones de Ángel Avilés (1922), Matero Inurria (1940-1943), la de su hermano Julio (1930) y la de su padre, el primer director del museo (1938), y se descubrió la portada original del edificio, obra de Hernán Ruiz I, el mismo autor de la parte renacentista de la Giralda de Sevilla.

“Entendía la cultura en un sentido amplio, muy completo, por eso le llevó a ser documentalista y a sumergirse con ahínco y con pasión en los archivos cordobeses”, ha concretado Fernández de Molina.

De hecho, a este Romero de Torres se le debe el descubrimiento de la partida de nacimiento de Juan Valdés Leal, natural de Sevilla y no como hasta entonces se atribuía erróneamente de Córdoba, o la conservación de la Sinagoga, una de las cinco de las históricas que se conservan en España, y de los baños árabes de Carlos Rubio y Pescadería, décadas después aún sin poner en valor.

Avanzado de las grandes exposiciones

Romero de Torres fue un avanzado en grandes exposiciones, como las que presentó de la mano del Ayuntamiento de Córdoba en 1916 sobre Valdés Leal o en 1924 sobre guadameciles, ambas con cuidados catálogos que se exponen en esta muestra que estará abierta hasta el 4 de febrero, y acompañadas de conferencias, como la que el historiador, intelectual y más tarde diputado constituyente de la II República, Antonio Jaén Morente.

La muestra presenta junto al catálogo de la exposición de guadameciles la respuesta del director del diario madrileño ‘La Correspondencia de España’ por la que le acusa recibo de la recepción del ejemplar y en la que se compromete en dar una reseña elogiosa del mismo, con referencia al alcalde.

Este último detalle entronca con la cualidad de Enrique Romero de Torres, sus extraordinarias relaciones personales, que comenzó a cimentar en Madrid, ciudad que abandonó a la muerte de su padre para hacerse cargo de la conservación del entonces único museo de Córdoba.

En la exposición hay fotos que le dedican desde la futura reina de España Isabel II o Vicente Blasco Ibáñez o en las que aparece con Menéndez Pidal, Niceto Alcalá-Zamora como presidente de la II República cuando inauguró el museo dedicado a su hermano, o con Carmen Polo, esposa de Francisco Franco cuando era jefe del Estado. EFE