El escritor Abraham Juárez, ganador del Premio de Narraciones Históricas el año pasado, posa durante una entrevista con EFE. EFE/ Raúl Caro

Abraham Juárez aborda en su nueva novela los saqueos de tumbas en el antiguo Egipto

Alfredo Valenzuela | Sevilla (EFE).- Cuando Abraham Juárez ganó el Premio de Narraciones Históricas el año pasado el jurado pensó que la novela había sido escrita por un egiptólogo o un arqueólogo. Ahora a nadie extrañará que en su nueva novela, “La conjura del harén” (Espasa), aborde los saqueos de tumbas de faraones en la antigüedad.

La novela con la que ganó el premio, enfrentándose a otras 393 obras, se titula “La faraona oculta”. En ella desmitificó la figura de Nefertiti. Fue la primera de este estudioso del antiguo Egipto que a la temprana edad de doce años concluyó la lectura de “Sinhué el egipcio”, el superventas de larga duración con el que Mika Waltari revolucionó en 1945 el panorama de la novela histórica.

Al magisterio literario de Mika Waltari unió Juárez el del historiador Josep Padró Parcerisa durante sus estudios universitarios. Unos estudios sobre Egiptología que ha continuado fuera de la universidad y que se han convertido en “una afición” que le ha ocupado durante casi medio siglo.

En “La conjura del harén”, Juárez propone una trama que está íntimamente ligada al saqueo de tumbas que se vivió en aquel momento histórico. La acción se sitúa en el siglo XI antes de Cristo, durante el reinado del faraón Ramses III.

Poner a salvo de los ladrones las momias

Según Abraham Juárez , en aquel periodo de crisis se multiplicaron los saqueos de tumbas antiguas. El antiguo Egipto se extiende desde 3.100 años antes de Cristo a 30 años antes de Cristo. Fue hasta el punto de que un sacerdote tomó la iniciativa de exhumar momias y enseres de antiguos faraones para trasladarlos a una gruta, a salvo de los ladrones.

Esa gruta fue casualmente descubierta en 1870 por unos pastores que se dedicaron a vender algunas de las antigüedades que encontraron. Entre ellas se dataron 53 momias, trece de las cuales pertenecían a otros tantos faraones que fueron de los más importantes de toda la historia del antiguo Egipto.

Abraham Juárez
Abraham Juárez aborda los saqueos de tumbas de faraones en el antiguo Egipto en su nueva novela. EFE/ Raúl Caro

Como ejemplo de las arduas investigaciones históricas que suscitó aquel hallazgo, Juárez ha señalado que hasta 2018 no se haya determinado a quién perteneció una de estas momias. Es la conocida entre los egiptólogos como “La momia que grita”. Y hasta 2012 no se determina cuál de estas momias era la de Ramses III, protagonista de “La conjura del harén”.

Uno de los responsables de aquellos saqueos de momias y antigüedades, ya en la trama novelesca de Juárez, será uno de los responsables del asesinato de Ramses III. Contra él primero procedieron con magia negra, lo cual está documentado históricamente. A al ver que este método no daba resultados optaron por degollarlo.

El vencedor de la primera batalla naval de la historia

Ramses III reinó durante 38 años y es el más desconocido de los faraones que llevaron ese nombre. Eso pese a ser el vencedor de la primera batalla naval de la historia y resolver favorablemente lo que Juárez y otros egiptólogos consideran “la primera huelga de la historia”.

Aquella primera huelga fue llevada a cabo por los constructores de tumbas. No todos ellos eran esclavos. Se debió a que en determinado periodo de crisis no recibieron los alimentos necesarios para desarrollar su labor. Mientras, aquella primera batalla naval fue contra los denominados “Pueblos del mar”, una serie de tribus procedentes de Anatolia que trataron de invadir el fértil Egipto.

El más célebre de los egiptólogos actuales y ex ministro de Turismo y Antigüedades de Egipto, Zahi Hawass, definió a Ramses III como “un borracho”. Lo ha recordado a EFE Abraham Juárez, quien ha matizado esa opinión.

“La perdición de Ramses III fue tener dos grandes esposas al mismo tiempo”, recuerda. Para añadir que “con cada una de las cuales tuvo un hijo y ninguna de las dos renunció a que fuese el heredero”. Esto desencadenó el consiguiente conflicto dinástico.