El escritor Javier Mije (Sevilla, 1969) posa durante la entrevista con EFE en Sevilla. EFE/ Julio Muñoz

«El amor da la felicidad, un ratito», dice Javier Mije al publicar «Paraíso»

Alfredo Valenzuela I Sevilla, (EFE).- Javier Mije (Sevilla, 1969) es un escritor que admira a Onetti, Bernhard y Celine porque cree que el escritor debe ser un aguafiestas y, aunque la palabra «amor» es la que más veces se repite en su último libro, «Paraíso» (Isla de Siltolá), ha dicho en entrevista con EFE que la razón de esa frecuencia es que «el amor da la felicidad, un ratito».

«Paraíso» reúne en poco más de 160 páginas cien piezas literarias tan breves como inclasificables porque aunque su editorial habla de ‘relatos’, algunas parecen poemas en prosa, pero abigarrados de imágenes que caen sobre el lector como una lluvia inesperada -a veces muy fría-, otras parecen aforismos y casi todas simulan historias irreales inundadas de realidad, hasta el punto de causar cierta desazón y frecuentes sonrisas, aunque amargas.

«Bien irónicamente o nostalgicamente ‘Paraíso’ también trata de un mundo imaginario donde se da una utilidad no práctica a cosas que son prácticas; me gusta la idea de jugar con un mundo posible que esté a nuestro alcance pero que ni siquiera podemos imaginar en la vorágine en que vivimos», ha explicado el autor.

«La ironía es una ventana por la que se dice que el mundo podría ser de otra manera, la ironía no solo tiene un componente amargo o de resignación, sino también para mostrar que hemos organizado la vida de un modo pero que también podría ser de otra manera; para eso sirve la literatura, si es que tiene alguna utilidad, para a través de las palabras imaginar mundos y abrir horizontes», ha añadido.

Verdad y mentira de la autoficción

Javier Mije se incluye con su nombre y apellido, como un personaje más, en algunos de sus relatos: «La autoficción me gusta como género, pero lo que no me gusta es que los autores salgan siempre bien parados; así que decidí dar un paso adelante y me dije ‘mis miserias primero y luego las de todos los demás’; pero nunca se sabe cuanto tiene de verdad o no la autoficción».

Cultivar géneros minoritarios como el relato o el aforismo permite, según el autor, «experimentar con las palabras y ser un poco más arriesgado; por más que mi libro sea minoritario, y bien que me pese».

También la política gravita sobre las historias de Mije: «Vivimos en una sociedad económicamente suicida; no sé hasta qué punto podemos sobrevivir en estas condiciones ni cuanto se puede tensar la cuerda socialmente en sanidad, vivienda, precariedad laboral, y cuánto puede sostenerse una sociedad con esas tensiones; una vez estén todos atiborrados de ansiolíticos y antidepresivos qué será lo siguiente»

«Hace falta ingenuidad para pensar las cosas de nuevo; vivimos en una especie de grabación de discursos dados a los que nos incorporamos al nacer y ya nunca cuestionamos», ha añadido.

Entre el mercado y el arte

Hace algo más de un decenio, cuando se fundó el blog ‘Estado Crítico’, en el que participó activamente, Mije publicó una novela y un libro de relatos en la editorial Acantilado, para después explicar su devenir:

«No soy sociable, no voy a actos culturales y no participo de ese mundillo si es que todavía existe; vivo en un pueblo lejano y la gente no me conoce», mientras que de las Ferias del Libro ha asegurado que lo más extraño que a uno le puede pasar en ellas es vender libros: «Allí ves a escritores consagrados con cara de palo y circunstancias».

«La literatura tiene un pie en el mercado y otro en el arte se va inclinando más a la parte del mercado, mientras que lo artístico va siendo algo secundario; es más importante que un escritor sea visible y sea vendible y presentable, comercial en definitiva».

Ese conflicto entre mercado y literatura lo ha intentado reflejar en media docena de relatos sobre el mundo editorial, como el párrafo con el que concluye el relato titulado «Usted ya lo sabe», con forma -más o menos- de carta de respuesta de una editorial:

«Esa es la venerable misión de la literatura: destapar la indignidad de los dioses contemporáneos, cómplices viscerales del poder, la estulticia y el dinero, a los que, sin complejos, servimos en nuestra editorial. Le agradezco que os haya confiado su manuscrito.

Es un honor anunciarle que no vamos a publicar su obra». EFE