Foto de archivo tomada en la madrugada del 12 de abril de 2021, a la llegada al puerto de La Restinga, en El Hierro, de los cuatro cadáveres que quedaban a bordo del cayuco. EFE/Gelmert Finol

Los patrones del cayuco con alrededor de 30 muertos guardaron comida y bebida para ellos

Santa Cruz de Tenerife (EFE).- Los patrones del cayuco encontrado a la deriva al sur de El Hierro y en el que se estima que murieron unas 30 personas se hallaban en mejor estado, cuando fueron rescatados, porque habían guardado comida y bebida para sí mismos, según han relatado este miércoles varios testigos.

La principal forma que los investigadores encontraron para identificar a los patrones del cayuco que estuvo durante 18 días a la deriva fue que éstos eran cuatro personas que se encontraban en mejor estado debido a que tenían comida y bebida para ellos, mientras que hasta treinta personas murieron de hambre y sed.

El juicio por lo ocurrido con este cayuco que partió de la ciudad mauritana de Nuakchot con 49 pasajeros, de los que sobrevivieron 19 y fue rescatada el 11 de abril de 2021 a 220 kilómetros de El Hierro continuó en el día de hoy en la Audiencia Provincial de Tenerife.

La Fiscalía pide 20 años para cada uno de los cuatro supuestos patrones.

En la sesión intervinieron varios forenses quienes coincidieron en que los pasajeros presentaban deshidratación, tenían problemas en los riñones por beber agua del mar y heridas en la piel a causa del sol.

Aunque la gravedad era diferente en algunos casos, los médicos concluyeron con que todos estaban condenados a morir irremediablemente en caso de que no hubiesen sido rescatados.

Ninguno tenía una patología previa por lo que su estado era consecuencia directa del viaje.

Uno de los patrones también sufrió deshidratación e insuficiencia renal pero no revestía un riesgo vital como el resto de inmigrantes.

En la embarcación llegaron cuatro cadáveres, todos ellos de menores, que murieron a causa de la deshidratación y falta de alimentos.

El inspector de la Policía Nacional que está al frente de la Brigada de Extranjería dijo que el trayecto de 1.200 kilómetros se podía haber cubierto en apenas siete días y que se trata de una ruta muy peligrosa, hasta el punto de que basta una pequeña deriva para que algunas embarcaciones hayan aparecido en el Caribe.

Una vez que los supervivientes llegaron a Tenerife fueron internados en distintos centros hospitalarios y allí los entrevistaron cuando los facultativos les dieron permiso.

Utilizaban un intérprete de francés pero también podían recurrir a los servicios de una empresa que tiene traductores de cualquier idioma repartidos por toda España y con los que se comunicaban por teléfono.

El resultado de las entrevistas fue desigual. Algunas personas tenían reticencias a hablar con la policía, pues “veían con miedo y costaba bastante que colaboraran, pero al final logramos que algunos nos dieran datos importantes y reconocieran a los acusados por medio de fotografías”, dijo el inspector.

Negó que fueran forzados a hablar y señaló que firmaban los que sabían escribir pero aseguró que “ninguno fue condicionado ni obligado” a hablar y que tampoco se les ofreció regularizar su situación en el país.

“Alguno rompió a llorar al recordar los trágicos sucesos como ver a una persona desesperada lanzarse al mar o creer que iban a morir”.

También otra persona ratificó que los patrones tenían alimentos y bebidas para ellos solos y además se les encontró hasta 25 teléfonos y documentación que seguramente pertenecía a los fallecidos.

“Los acusados estaban bastante mejor que los otros” y por ello fueron los últimos en ser rescatados por los helicópteros.

Intervino también el guardia civil que se encontraba en El Hierro cuando llegó la patera y dijo que no había chalecos salvavidas, sólo vieron un chubasquero.

Tampoco existía ningún tipo de habitación, observaron una pequeña vía en el casco por la que entraba el agua y no encontraron rastro de bidones de gasolina, agua o restos de comida.

Otra parte de la sesión se dedicó a escuchar dos testimonios de supervivientes. En lo esencial el relato es prácticamente idéntico.

Pagaron alrededor de 800 euros a una persona que no iba en la patera, les aseguraron que el viaje duraría tres días y que no era necesario que llevaran comida o bebida porque tenían suficientes reservas.

Los alimentos consistían en galletas, cuscús y agua y se acabaron a los tres días, al igual que la gasolina.

Este superviviente confirmó que entre los fallecidos estaba el patrón principal, que eran objeto de gritos y amenazas si se atrevían a protestar y que vio cómo los acusados se quedaban con las pertenencias de los que morían, si no había ningún familiar en la patera.

Todos ellos realizaban de forma indistinta las labores de conducir el cayuco, repartir la comida y bebida y manejar el GPS.

También temió por su vida y cuando llegó a la isla identificó a los hoy acusados en una comparecencia que tuvo lugar en los Juzgados de Arona. EFE

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