Ana Santana |
Santa Cruz de Tenerife (EFE).- Cuando Conchi Armas entró como conductora en TITSA en 1999 había pasajeros que se negaban a subir a la guagua. Veinticuatro años después hay personas que dicen a los niños “mira, una mujer” cuando ven a Mónica Torres al frente de un tranvía. Pero ambas lo tienen claro: la carretera también es de las mujeres porque “tenemos muchas ganas, y podemos igual”.
Ellas son parte de las asistentes al acto celebrado este miércoles por la Asociación de Mujeres Transportistas de Canarias para conmemorar el 8 de marzo en el Intercambiador de Santa Cruz de Tenerife, donde entre batucadas y una actuación final de Pepe Benavente han dado testimonio de su labor en este ámbito.
El ambiente ha sido festivo en torno a una exposición fotográfica que ha puesto en valor el papel de la mujer en el sector del transporte, y donde los pasajeros en tránsito pueden descubrir que Ana María Rodríguez fue la primera conductora de TITSA, en 1989, y la primera taxista fue Candelaria Díaz, trece años antes, quien dejó la profesión porque “eso de ir sola por las noches…”.
Con diademas de flores en el pelo en homenaje a Frida Kahlo, Raquel Velázquez, propietaria de la grancanaria Transportes Velázquez, ha comentado que sus inicios en la empresa familiar no fueron fáciles, puesto que todos en el mundillo eran varones y sin embargo, ha sido una trayectoria natural “porque lo hemos chupado desde pequeños”.
Raquel Velázquez no ha dudado en animar “a seguir sumando mujeres” al mundo del transporte y lo ha subrayado con una exclamación: “¡me encanta una buena carretera!”.
Por su parte Conchi Armas ha comentado cómo empezó en TITSA en 1999 aún con muy pocas mujeres en la empresa pública de transportes del Cabildo de Tenerife pero, incide, la llegada de conductoras fue bien recibida y supuso “una adaptación” por parte de todos.
Es cierto que al principio algunos pasajeros comentaban “uy, una mujer al volante, no me subo, o hay que tener cuidado”, e incluso alguno llegó a comentar “qué haces aquí que no estás en casa”, pero “la sociedad ha avanzado”, comenta Armas.

Mónica Torres, que lleva 13 años como conductora del tranvía, puntualiza que en este medio “el tema es peor” porque al entrar en las estaciones siempre oye a abuelos, padres o madres comentar a los niños “mira, es una mujer”, y le preocupa cómo se transmite a la infancia que sea peculiar el que haya una mujer al frente de un medio de transporte.
Hay que cambiar “el chip” para concienciar de que los trabajos “son para todos”, independientemente de si es un hombre o una mujer, pero también hay que reflexionar sobre el hecho de que una empresa pública debe tener un plan de igualdad que, en el caso de Metropolitano de Tenerife, no existe.
Durante los primeros diez años de Mónica Torres en el tranvía sólo había seis conductoras frente a más de 80 hombres en la misma labor, y ahora se han incorporado más mujeres y una de ellas se ha formado como reguladora en el puesto de control, la primera en esta función.
Por ello considera que hay que animar a las mujeres para que se presenten a las convocatorias de selección de personal porque “pueden igual que un hombre, nada tiene que ver con la fuerza”, a lo que Conchi Armas subraya que es posible que las chicas no tengan la perspectiva profesional de ser conductoras “pero somos capaces”.
“Siempre he pensado que se podría hacer divulgación en colegios, entre alumnos de Primaria y la ESO, tanto para hablar del comportamiento y el cuidado de este servicio público como también para que lo vean como una posible profesión”, apunta.
Conchi Armas promocionó laboralmente en 2014 hasta jefa de tráfico, la única mujer con este cargo en el servicio urbano de TITSA, empresa que sí aplica su plan de igualdad, y señala cómo supone “una recompensa, una satisfacción” el saber “que el servicio ha salido a la calle, que cada conductor tiene su vehículo y su hoja de ruta” y la jornada se desempeña con regularidad.
Mónica Torres llevaba siete años como conductora de guaguas de turismo y de transporte escolar cuando decidió optar a un puesto en el tranvía, un trabajo “que me gusta, lo vivo” y concluye con un resumen de su profesión: “muchas ganas, porque podemos igual” que un hombre.
Ambas pasean de nuevo hacia la exposición en la que se muestran fotos que indican que la novelista Emilia Pardo Bazán fue la primera española en conducir un automóvil, en 1904; que un año antes Mary Anderson inventó el limpiaparabrisas, lo que evitaba sacar el brazo fuera del coche, mientras que Margaret Wilcox patentó en 1893 el primer sistema de calefacción del coche y Gladys West desarrolló en la década de los 50 las matemáticas que dieron lugar al GPS. EFE