La escritora Vic Echegoyen, ganadora del Premio Wilkie Collins de Novela Negra por "Sacamantecas". EFE

Vic Echegoyen: Un Estado cómplice con corrupción es más dañino que un asesino

Ana Santana |

Santa Cruz de Tenerife (EFE).- La escritora Vic Echegoyen, que recoge mañana en Tenerife el Premio Wilkie Collins de Novela Negra por “Sacamantecas”, afirma que le preocupa más un país que tolera la corrupción que un asesino en serie, pues éste puede destruir las vidas de varias familias, pero un Estado daña a toda la población.

Vic Echegoyen, descendiente de una familia hispano-húngara de cineastas, músicos, pintores y escritores, entre los que se incluyen Sándor Márai e Imre Madách, habla en una entrevista a EFE sobre la relación entre crímenes individuales y corrupción estatal con motivo de su visita a Tenerife para recoger el premio a la mejor novela del año dentro del Festival Atlántico de Género Negro Tenerife Noir.

Echegoyen (Madrid, 1969) dialogará además con el editor de la obra, Miguel Ángel de Rus, sobre el mal en las instituciones internacionales y al respecto comenta que “vemos a políticos o jueces corruptos que señalan a otro para exculparse: Fulano y Mengano también lo hacen”.

En el caso de un asesinato, explica, muchas veces los propios vecinos sospechan pero no denuncian: “cierran los ojos porque es uno de los nuestros, o, incluso el muerto llevaba años buscándoselo”, pero si preguntas a una persona ante un micrófono “te dirán que nunca mirarían para otro lado ni encubrirían a un sospechoso”.

Luego hay casos en los que pueblos enteros sabían que había abusos dentro de una familia, incluso desapariciones, y todos callaron, prosigue Echegoyen, que cita como ejemplo “más clásico y sangrante de pasotismo criminal” el preguntar a cualquier austríaco por el Anschluss (el referendo de 1938 en el que el 99% de la población de Austria votó a favor de ser anexionados por el III Reich nazi).

“Todos y cada uno de ellos te dirán, indignados: “¡Ah, no, mis abuelos votaron en contra de los nazis!”. Pero las cifras y los hechos son lo que son… y el silencio cómplice y cobarde es más corriente de lo que queremos admitir”, apostilla Echegoyen.

Y por definición, el criminal solitario (asesinos o pedófilos) es un fenómeno impredecible, un factor de caos dentro de un entorno “civilizado” pero, asegura la autora, es más probable que actúe con impunidad en sociedades en las que el Estado está lleno de “criminales de guante blanco”.

“Donde campa la corrupción, el nepotismo, la intimidación y la incompetencia en las más altas esferas, eso afecta también a la eficiencia, integridad e imparcialidad de las estructuras policiales y judiciales que en principio deben proteger a la sociedad”, asevera.

Y un Estado que tolera tácitamente a criminales por corrupción o laxitud es cómplice de sus actos: es un fallo en toda la línea, un fracaso de su obligación básica de proteger al ciudadano.

Y de mirar hacia otra parte o incluso encubrir a esos criminales a cometer ellos mismos crímenes, amordazar a la prensa o blanquear millones “no hay más que un paso, porque la deshonestidad y la sensación de impunidad son las mismas, y la tentación es aún mayor para cualquiera que ocupe un alto cargo con inmunidad política”.

En países con tolerancia cero hacia la corrupción de sus políticos, como los escandinavos, también hay asesinos en serie “pero menos, y los capturan mucho antes porque el Estado apoya a la policía, la judicatura y la prensa en su labor de investigación, en vez de apoyar tácitamente al criminal”, puntualiza la autora de “El lirio de fuego”.

“Por eso me preocupa mucho más lo que pueda llegar a hacer o no hacer el Estado. Un asesino en serie puede destruir las vidas de varias docenas de familias, pero el Estado cómplice, y tal vez hasta criminal, en el que proliferan esos asesinos daña a toda la población”, subraya Vic Echegoyen, que es traductora e intérprete en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y en la UE.

Respecto a la protagonista de “Sacamantecas”, cuenta que más que la villana es simplemente “la antiheroína que todos llevamos dentro”, una persona con aristas, defectos, inseguridades y complejos, con traumas, con dilemas y cicatrices, y con grandes contradicciones contra los que lucha toda su vida, alguien cuyo peor enemigo no es el detective, sino ella misma.

“Es fácil admirar y querer ser como la típica protagonista fuerte, bella, astuta, popular, íntegra, y que tiene éxito en las situaciones más inverosímiles, pero ¿son realistas, y podemos identificarnos con ellos?”, cuestiona la también autora de “La voz y la espada”.

Para su fórmula añade además el humor negro, que hace tolerable lo insoportable, sirve para relativizar algunas tragedias y devolver la perspectiva, y también consuela, de ahí que en “Sacamantecas” también haya humor entrañable, absurdo o inocente “porque nunca hay que perder la capacidad de reírse de uno mismo y reír con los demás”. EFE