Pedro Puente Hoyos

El pasado y el futuro del mundo rural en “El Molino”

Argüeso (EFE).- El pasado del mundo rural y el futuro del campo dialogan y se “escuchan” en “El Molino”, la última película de Alfonso Cortés-Cavanillas que termina esta semana su rodaje en Cantabria con la participación de Asier Etxeandía, Imanol Arias y Pilar López de Ayala, que vuelve a la gran pantalla.


Un rodaje rápido, de apenas un mes y medio y centrado en Argüeso (Campoo de Suso), que sirve como escenario para contar esta historia “muy coral”, con catorce personajes con su arco narrativo y evolución y que llegará a los cines a finales de año.


Pilar López de Ayala interpreta a Maite, una ingeniera centrada en su trabajo que vuelve al pueblo en el que nació treinta años después de dejarlo, tal y como explica Cortés-Cavanillas.


“Es una mujer superdotada que le cuesta empatizar y contar sentimientos. Cambia el mundo y no tiene tiempo para tener amigos, cervezas… Piensa que es una pérdida de tiempo”, dice.


En una charla con los medios de comunicación, el director explica que ha reflejado en la protagonista una etapa de su vida, en la que siente que, centrándose en su trabajo, ha dejado de ocupar su tiempo en otros asuntos. “Has querido cambiar el mundo pero te has dejado cosas”, señala.


Y apunta a que su crecimiento como realizador le ha permitido afrontar esta película, en la que profundiza en varios aspectos como la memoria, los pioneros, el mundo rural y la comunicación. “Sé mejor contar las historias. Hace unos años no hubiera estado preparado”, afirma.

Comunicarse y escuchar


El director avanza que la película ha supuesto un “reto”, ya que ha tratado de reflejar los diálogos de gente “escuchando” y no hablando. “Es una historia de cómo las personas no nos comunicamos, no nos escuchamos”, dice.

Esto cambia cuando la protagonista conoce a Jaime (Asier Etxeandía), el “actor fetiche” de Cortés-Cavanillas, según le define él mismo, y que interpreta a un ganadero que “lleva toda la vida sin salir del pueblo” y “con bastantes taras emocionales”, cuenta Etxeandía a los medios.

Al igual que Maite, a Jaime le cuesta expresar sus sentimientos, una característica en la que Etxeandía se ha enfrentado, asegura, sin usar “nada de él” porque se define como una persona “expresiva”. “Aquí trabajo la contención. Bajar las pulsaciones”, agrega.

También ha sido novedoso para él usar albarcas, el zapato tradicional cántabro que usa su personaje. “No es cómodo pero te libra de llenarte de mierda. Es práctico y bonito”, bromea.

La memoria del mundo rural

La comunicación se junta en el filme de Cortés-Cavanillas, producido por La Caña Brothers, en el pasado y la memoria del mundo rural, que encarna Manolo (Imanol Arias), un hombre que ve cómo su vida se va deteriorando por el Alzheimer.


Según explica el actor, Manolo es un hombre “que soñó con dotar a la montaña de cosas mágicas” y que construyó el primer aerogenerador de España, pero no para dar luz sino para “dar música a un gramófono” que sonara en la naturaleza.


Tras perder a un amigo, Arias interpreta a un personaje que simboliza la memoria del mundo rural y su pérdida con el fallecimiento de los más ancianos. “Esa soledad produce ese deterioro en el recuerdo”, apunta.


Ha supuesto un reto ponerse en la piel de una persona mayor con Alzheimer. “He intentado trabajar, estar ausente, yo me largo y me vuelvo, juego sin rumbo a ver qué pasa”, señala.


El elenco se completa con la participación de Nur Olabarría, una madre que simboliza la “resistencia” a los cambios en el mundo rural, Pablo Rivero o Abril Zamora.


“El Molino” supone también la vuelta del director a Cantabria, donde ya ha trabajado en otras ocasiones, incluyendo su penúltimo largometraje, “Sordo”, y donde todos los participantes aseguran haber “comido exageradamente bien”.

Pablo Ayerbe Caselles