Valle de Villaverde: Elegir un Parlamento desde el otro lado de la ‘frontera’

Valle de Villaverde (EFE).- Los vecinos de Valle de Villaverde, el municipio cántabro enclavado en Vizcaya, afrontan con normalidad los comicios para elegir el 28 de mayo a su alcalde y al Parlamento de Cantabria, aunque piensan en su futuro porque Santander está “muy lejos” y las conexiones son complicadas.

Con ese sentimiento esperan esas elecciones los cerca de 600 vecinos de este ayuntamiento ‘fronterizo’, de los que tienen derecho a votar algo más de un tercio, porque el resto están empadronados por toda Vizcaya.

Los electores del Valle de Villaverde acudirán a depositar su papeleta en la única mesa electoral que tiene ese ayuntamiento, que se ubica en la Casa Consistorial, gobernada por el PRC desde hace casi 30 años por falta de competencia, aunque en esta ocasión tendrá enfrente una candidatura independiente.

Territorio mestizo

Lejos quedan los choques por los límites municipales con Trucios-Turtzioz, el vecino pueblo vasco, de un territorio que se siente “mestizo” y que vive con “absoluta normalidad” su inclusión administrativa en Cantabria, pese a ser una “isla” dentro de Vizcaya, donde tiene su vida la mayoría de los vecinos de este ayuntamiento de Cantabria.

“Estamos mucho más influenciados por lo que pase en el pueblo que por lo que pase en el Gobierno de Cantabria, que lo vemos un poquito lejano”, reconoce Alberto Marquina, propietario del restaurante “La Capitana”, uno de los tres únicos establecimientos de hostelería de Valle de Villaverde.

Este hostelero oriundo de Bilbao, que regenta un local con un profundo sabor vasco, de barra con amplia oferta de pinchos y chuletón a la parrilla, explica a EFE que casi todos los servicios y proveedores que atienden el pueblo proceden de Vizcaya, por que Cantabria “está muy lejos”. “Santander está a más de cien kilómetros y Bilbao a 35”, precisa.

Y señala que, salvo el secretario general del PRC y actual presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, que tenía una relación “muy cercana” con el que fue durante 21 años alcalde regionalista del municipio, Pedro Mari Llaguno, hasta su fallecimiento, el resto de candidatos visitan el pueblo “una vez cada cuatro años, en campaña”.

Poca vida de campaña

De hecho, según relata, en los procesos electorales anteriores se ha vivido “muy poquita” vida de campaña y con “muy poca” información sobre los programas de los partidos que se presentan al Ejecutivo regional. “Más que nada, la información del pueblo, pero no a nivel de Cantabria”, abunda Alberto Marquina, para quien el día de las votaciones supone “un buen momento de ver a la gente del pueblo que no ves a menudo”.

Ese interés centrado en los asuntos que preocupan al pueblo es la razón que también alega la actual alcaldesa, Esther Gómez, para que el PRC no tenga oposición en el Ayuntamiento. “Los del pueblo votan a los del pueblo y presentar una lista encabezada por alguien de Cabezón de la Sal, por ejemplo, no tiene sentido. Nadie le vota”, argumenta.

El reflejo más claro es el resultado de las últimas elecciones municipales y autonómicas, donde votaron cerca de 200 vecinos, que dieron un apoyo aplastante al PRC, lo que no parece que vaya a cambiar en estos próximos comicios, porque, según Gómez, Valle de Villaverde se siente “bien tratado” por el Gobierno cántabro, lo que hace que no haya movimientos en contra del mantenimiento del actual ‘statu quo’ del pueblo.

El municipio disfruta de las ventajas que el Ejecutivo de Cantabria ofrece a los pueblos en riesgo de despoblación, con elevadas subvenciones para obras o medidas como un cajero automático o preparación en la farmacia de pastilleros adaptados a la población mayor.

El único ‘punto negro’ es el cumplimiento íntegro del convenio sanitario firmado con el Gobierno Vasco, que todavía presenta deficiencias en el acceso a los historiales médicos.

“Si nos siguen tratando bien, no hay problema”, incide Esther Gómez, para quien el día de las votaciones en este pueblo no dista de lo que ocurre en otros lugares, con el mismo horario para la mesa electoral, aunque el tiempo corre “más despacio”, porque los pocos vecinos con derecho a voto acuden “poco a poco”. “Uno viene después de guardar las vacas, otros por la mañana o por la tarde, cada uno elige la hora”, recuerda.

Y admite que lo que sí es rápido es el recuento de los votos depositados en las urnas, en los que rara vez se superan las doscientas papeletas. “Si no hay ningún problema, todo va muy rápido”, concluye Gómez. EFE

Por Francisco Bustamante