Participantes en el carnaval que se celebra en la pequeña localidad de Navalosa (Ávila), en su "Domingo Gordo" con la tradición de los Cucurrumachos, unos seres ancestrales y horripilantes que 'invaden' las calles del pueblo en una manifestación de origen desconocido y que el año pasado fue declarada Fiesta de Interés Turístico Regional. EFE / Raúl Sanchidrián.

Los Cucurrumachos invaden Navalosa (Ávila) en un ritual de origen celta

Por Antonio García | Navalosa (Ávila) (EFE).- Los Cucurrumachos, unos seres horripilantes y fantasmagóricos, han vuelto a tomar este Domingo Gordo de Carnaval las calles de la localidad abulense de Navalosa (322 habitantes), para renovar un rito ancestral de probable origen celta y vínculo ganadero, que cautiva a quienes lo contemplan.


Tras estrenar el año pasado la declaración de Interés Turístico Regional, este municipio ha vuelto escuchar el estruendo de los cencerros, portados por los ‘quintos viejos’, ocultos bajo las mantas pingueras, típicas de la zona, y las máscaras de madera con crines de caballo que celan el rostro de los protagonistas.

Participantes en el carnaval que se celebra en la pequeña localidad de Navalosa (Ávila), en su “Domingo Gordo” con la tradición de los “cucurrumachos”, unos seres ancestrales y horripilantes que ‘invaden’ las calles del pueblo en una manifestación de origen desconocido y que el año pasado fue declarada Fiesta de Interés Turístico Regional. EFE / Raúl Sanchidrián.

Seres horripilantes


En torno a un centenar de Cucurrumachos han ido apareciendo por distintos rincones de Navalosa, tras cumplir la tradición de vestirse en garajes y casas, ayudados por familiares y amigos que viven con devoción, casi religiosa, uno de los ritos de Carnaval más antiguos de la provincia.


De esta manera, la llegada de visitantes se ha solapado con la salida de los Cucurrumachos, que se reúnen en distintos puntos del casco urbano para dirigirse posteriormente en procesión hacia la plaza del Ayuntamiento, donde les esperaba un público cada vez más numeroso y expectante.


En esa plaza ya estaba preparado el gran tronco de chopo talado el sábado por los ‘quintos nuevos’ -cinco mujeres y cinco hombres-, que en la mañana del domingo han ido recorriendo casa por casa en busca del dinero han recaudado 1.547 euros- y las viandas, cuya lista ha sido leída desde el balcón consistorial.

Quintos nuevos y quintos viejos


El repaso de los alimentos conseguidos, desde bebida a docenas de huevos -74-, pasando por golosinas, longaniza o dulces, ha sido realizado por la maestra de ceremonias, María del Carmen González, que año tras año recita unas coplillas e invita a los ‘quintos viejos’ y a los ‘quintos nuevos’ a dar “una vueltecita y un trago” en torno al mayo, entre descanso y descanso.


Con una temperatura de unos 15 grados, en el ágora principal de este pueblo situado a unos 60 kilómetros al sur de la capital, se han reunido los quintos viejos y nuevos, ataviados de forma bien distinta.


Los ‘quintos viejos’ -Cucurrumachos- se han vestido con sacos y mantas ‘pingueras’ para ocultar sus cuerpos totalmente, de manera que resulten irreconocibles para las cientos de personas que cada año se acercan para contemplar esta tradición.

Extraña indumentaria


La indumentaria que portan iba ajustada con el cinturón, que también les sirve para soportar la pesada carga que suponen los cencerros de diferente tamaño, portados por los Cucurrumachos a sus espaldas.


La transformación de estos seres culmina con una llamativa máscara de madera, a la que añaden una cornamenta, así como pelambreras de crines y colas de caballo que contribuyen a dar a estos seres un aspecto aún más fantasmagórico y, en algunos casos, hasta simpático.


Todos ellos han recorrido Navalosa, saltando, corriendo y jugando con un público al que le han arrojado paja y pequeños trozos de papel, mientras el ruido ensordecedor de los cencerros, la música y la fiesta se ha adueñado del centro del pueblo, a la vez que el público ha sido invitado a degustar un reconfortante chocolate.


Estos seres que portan diferentes aperos de labranza, son los grandes protagonistas de una fiesta en la que los ‘quintos nuevos’ también desempeñan su papel en torno al mayo instalado en la plaza, donde representan escenas de la vida en el campo.


Aunque se desconoce el origen de esta celebración, sus guiños constantes al campo hacen que los estudiosos relacionen esta tradición con los ritos de exaltación ganadera, la tradición celta o las gallegas festas do entroido. EFE