Roberto Jiménez | Valladolid (EFE).- Con un pie en el estribo, que es tanto como ponerle cara a la propia muerte, Miguel de Cervantes consignó aquello de que en la llaneza y en la humildad “suelen esconderse los regocijos más aventajados”, una conseja extraída de su postrera novela y que, en cierto modo, ha gravitado este jueves sobre el TAC.
De eso va la vida, pareció decirnos el tullido genial en “Los trabajos de Persiles y Sigismunda” (1617), una lección que la compañía donostiarra Osa+Mujika han transmutado en “una invitación a vivir el momento”, sin complicaciones, porque el tiempo vuela y no hay que dilapidarlo sino disfrutarlo.

Teatro de urgencia
Jaiotz Osa y Rafke Van Houplines son los protagonistas de “Bueltaxka” (‘del euskera, paseíto), un espectáculo de danza contemporánea con el que han invitado a la reflexión a través de sus cuerpos: giros, contorsiones, manoteos, saltos y movimientos en una coreografía de aproximadamente quince minutos.
Es el tiempo que ha necesitado el bailarín en disuadir a su pareja, para convencerla de que en la vida “no hay nada más detrás, que no busque y pierda el tiempo”, pero ella se empeña en un proceso de búsqueda reflejado en vueltas y vueltas, “antes de convencerse de que, en efecto, no existe ese algo más”.
Es entonces cuando deja de girar, de ir por libre, y se junta con su pareja para bailar juntos con alegría al compás de una música de producción propia firmada para este montaje por el compositor Gartxot Unsain, ha explicado a EFE Xabier Mujica, representante de la compañía.

Teatro de la vida… y de la muerte
El reverso de la existencia es la muerte, el final de un viaje como el que ha propuesto este jueves la compañía ilerdense Tombs Creatius con El viatge”, una experiencia sensorial, poética y vivencial sobre la naturaleza caduca de la vida, entendida ésta como un soplo de tiempo, un préstamo con fecha de caducidad.
En sesiones de tres minutos, ajenos por completo a lo que iban a percibir a través de los sentidos, los espectadores que se han atrevido a penetrar en el interior de un carromato de cómicos itinerantes “han podido asistir a su propio funeral”, ha manifestado a EFE Pepe Cannata, uno de los dos miembros de la compañía radicada desde hace veinticinco años en Bellpuig (Lérida).
Como si de un escáner hospitalario se tratara, tumbados boca arriba, los visitantes han sido propulsados hacia el interior del carromato con el efecto de encontrarse en la fosa momentos antes de cerrarse el ataúd y de escuchar el estrépito de las primeras paladas de tierra.
Viaje emocional
Ven las paredes de la fosa, huelen la tierra y a través de una proyección contemplan la despedida que le dispensan sus seres queridos, y todo ello “para romper el tabú de la muerte y lanzar el mensaje de que la vida es única y hay que disfrutarla”, ha añadido Pepe Cannata cerca de Toni Tomás, la otra mitad de Tombs Creatius.
La reacción de espectador cuando retorna es la de sorpresa, alegría y emoción al vivir una experiencia durante la cual “han soltado mucha adrenalina”, ha agregado.
“Con este espectáculo hemos recorrido muchos países donde nos han agradecido que sacáramos a la luz un tema tabú que suele dar un poco de miedo, incluso las familias nos han dado las gracias porque así han podido llevar a sus hijos un asunto del que se suele hablar muy poco en la mesa”, ha analizado.
Otro de los mensajes de este peculiar “viatge” es el de que nadie es más que nadie -según anotó Antonio Machado- de que la muerte iguala a todos, el de ponerse delante del espejo para conocerse un poco más y no tener que escuchar, como le dijo el ciego al Lazarillo de Tormes en uno de sus célebres avisos, aquello de que “¿cuántos, en la vida, huyen de otros porque no se ven a sí mismos”. EFE