Zamora, (EFE).- Pensar que los rayos pueden generar un fuego que arrase una extensión tan grande como todo el municipio de Madrid puede parecer exagerado.
Eso ocurrió el pasado verano, cuando dos jornadas de tormentas, una de ellas el 15 de junio, lo hicieron posible en la Sierra de la Culebra, una reserva de caza de riqueza faunística y medioambiental del noroeste de la provincia de Zamora.
En el incendio en la Sierra de la Culebra ardió el equivalente al 92% de la superficie de Madrid capital
En ese territorio de la reserva de la biosfera Meseta Ibérica y su entorno se quemaron hace un año en la Sierra de la Culebra 56.702 hectáreas, el 92 por ciento de la superficie que ocupa la capital de España, aunque a diferencia de la mayoría de los incendios forestales fueron tormentas secas y no la mano del hombre las que estuvieron detrás de esos fuegos.
Las consecuencias fueron devastadoras por unas características atípicas que los expertos advierten de que cada vez se darán con más frecuencia como consecuencia del cambio climático y que se ajustan a los denominados incendios de sexta generación, ayudados por una gestión forestal que echa en falta la actividad ganadera que hace décadas limpiaba los bosques.
El cambio climático, detrás de estos episodios extremos
El ingeniero forestal y profesor Celso Coco, que desde hace siete años divulga datos sobre incendios forestales a través de un perfil de Twitter que ronda los 30.000 seguidores, ha declarado a EFE que el cambio climático contribuye a que cada vez haya más episodios extremos como los que se dieron en estos incendios.
Coco ha indicado que aunque la tendencia en España de los últimos años es la de que haya menos incendios forestales, los que se producen son cada vez peores en extensión y potencia.
Un viento “enorme”, unido a la sequedad del terreno y la continuidad de la masa forestal provocaron en la Sierra de la Culebra de Zamora una rápida propagación de las llamas que obligó a desalojar apresuradamente poblaciones.
Cronología del mayor incendio de la década
El primero de los incendios se inició entre las ocho y las nueve de la tarde del 15 de junio de 2022, cuando los rayos de una tormenta seca originaron hasta catorce focos de fuego, en un momento en el que el dispositivo contra incendios de la Junta de Castilla y León se encontraba a medio gas porque el nivel de peligrosidad de incendios aún estaba en un nivel medio.
Dos de ellos cobraron especial virulencia: uno iniciado en Sarracín de Aliste quemó 24.738 hectáreas y se extinguió 72 días después de iniciarse y el otro, que comenzó en Ferreras de Abajo, arrasó 490 hectáreas y tardó 45 días en apagarse.
Un mes después de esos dos incendios simultáneos y cuando aún no se había extinguido ninguno de ellos, los rayos volvieron a traer la desgracia a la zona por culpa de otra tormenta seca originada a primera hora de la tarde del 17 de julio en Losacio, esta vez con consecuencias aún más graves.
Cuatro fallecidos
No sólo se quemaron otras 31.474 hectáreas de terrenos forestales, 15.000 de ellas de masas arboladas, en el incendio en la Sierra de la Culebra, que ha sido el mayor incendio de la década en España, sino que además ese fuego se cobró la vida de cuatro personas.
Fallecieron un manguerista de las brigadas de extinción, un voluntario que ayudaba a apagar el fuego, un vecino que huía en su coche y un pastor al que las llamas sorprendieron en el monte con su rebaño.
Aún así, ese nuevo incendio podría haber tenido una extensión aún mayor si no llega a ser porque el frente se vio frenado en algunos puntos al llegar a zonas ya quemadas un mes antes, lo que hizo “un poco de parapeto”, ha asegurado a Efe el manguerista Sergio Pérez.
La visión desde la primera línea de fuego en el incendio de la Sierra de la Culebra
Este efectivo de extinción, que afronta su sexta campaña de lucha contra el fuego, estuvo presente en los incendios de la Sierra de la Culebra en los que realizó una labor similar a la de Daniel Gullón, el bombero forestal de 63 años que fue la primera de las cuatro víctimas mortales de los incendios.
Sergio Pérez ha explicado que se juntaron muchos factores, tanto climatológicos como de falta de limpieza de los montes y otros que hicieron que “el fuego corriera muchísimo y se reprodujera muy rápido”.
La mayor parte de los árboles quemados ya talados y hay zonas ya con verde

Aunque cuando se desplazan a cada intervención analizan la evolución del fuego, los factores climatológicos, orográficos o el tipo de combustible, en casos como los de la Sierra de la Culebra “nunca te llegas a hacer una idea porque el comportamiento de este tipo de incendios es muy virulento” algo que ha hecho “reflexionar” a los integrantes del operativo pero que debe hacer reflexionar también a la Administración, ha apuntado.
Un año después de aquellos incendios, la mayor parte de los árboles quemados ya se han talado y en algunas zonas ha rebrotado la vegetación pero tendrán que pasar aún décadas para volver a dibujar el paisaje y la riqueza de recursos naturales y medioambientales existentes hasta el 15 de junio de 2022. EFE