Imagen de archivo del escritor José Jiménez Lozano. EFE

José Jiménez Lozano, vertical y trascendente

Roberto Jiménez | Valladolid (EFE).- A José Jiménez Lozano se le caían los poemas de las manos, le brotaban sin tasa, le asaltaban durante un paseo por el campo, una meditación o la contemplación de una obra de arte. De cada experiencia extraía el jugo y esculpía en verso un mensaje de sencillo ropaje pero preñado de trascendencia, lo mismo que le pasaba a sus dilectos Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.

“Es un escritor sin parentesco en las letras españolas, de una verticalidad trascendente, todo lo atraviesa en una de las obras fundamentales del siglo XX sin ningún género de dudas”, explica en una entrevista con EFE el poeta Fermín Herrero, autor del préambulo del tomo V de las Obras Completas de Jiménez Lozano (1930-2020).

La viceconsejera de Acción Cultural, Mar Sancho, acompañada de Gabriel Albiac, Fermín Herrero y Antonio Piedra, participa en la presentación de las obras completas de José Jiménez Lozano, en el marco de la Feria del Libro de Valladolid (FLV). EFE/R. García

Obras Completas

Es el consagrado a la poesía después de los dedicados a los Diarios (I y II) y Ensayos (III y IV), un empeño de la familia del escritor y de la Fundación Jorge Guillén que ha sido presentado este sábado dentro de la 57ª Feria del Libro de Valladolid (FLV).

Diez poemarios reúne este nuevo tomo entre su inicial “Tantas devastaciones” (1992) y el póstumo “Esperas y esperanzas” (2023), con la firma de un poeta de publicación tardía, ya que siempre devanó en verso las mismas dudas, recelos, reticencias y certezas que vertió en sus ensayos, novelas y en los diarios donde filtraba sus poemas entre entrada y entrada.

“Es un escritor sin parentesco en la literatura española, no se parece absolutamente a nadie en la poesía contemporánea”, ha explicado Fermín Herrero antes de distinguir dos etapas en la faceta lítica del premio Cervantes nacido en Langa (Ávila), y que fraguó en su ‘Petit Port Royal’ de Alcazarén (Valladolid) una obra “que con los años irá creciendo, se irá agigantando”, ha pronosticado.

Dos etapas

Sus tres primeros libros de poemas, publicados entre 1992 y 1996, “son más discursivos, están incrustados en la historia y en ellos vierte su mundo ensayístico: el universo grecolatino, la Biblia y sus filósofos cómplices, fundamentalmente Pascal y Spinoza”, en composiciones de mayor metraje y extensión, ha apuntado Herrero.

Con el tiempo, José Jiménez Lozano “se imbricó en una estética más oriental, cercana a la japonesa (haikú)” con poemas de mínima extensión, “un fulgor regalado e inexpresable” como titula Fermín Herrero el estudio liminar de este Volumen V de las Obras Completas, ha añadido.

Son chispazos, calambrazos que sacuden la conciencia, interpelan al lector, le participan de una belleza oculta o le avisa de la disolución de un mundo con el ejemplo de las grandes barbaries que fueron en la historia, como si de un avisador o profeta se tratara.

Estética del despojamiento

Se obnubila con el vuelo de una garza y el garabato que dibuja la cigüeña en el cielo, desentraña el sanedrín de los cuervos, conversa con el cuco, se estremece con al atardecer sangriento de una rastrojera en llamas y asiste al milagro diario de la vida: “Todo esto hay que pagarlo con la muerte./ Quizás no sea tan caro”, escribió en “El precio”, uno de sus poemas más conocidos.

“Con esa sencillez y sobriedad, unidas a la estética del despojamiento propia de la poesía japonesa, escribió poemas extraordinarios”, ha insistido Herrero sobre un poeta “en apariencia desmañado pero que afinaba siempre porque eran directos y muy profundos”, ha puntualizado sobre la ausencia de un timbre, tendencia o corriente que identifique a sus versos.

Jiménez Lozano, fallecido en 2020 en los días previos a la declaración de la pandemia, cultivó la novela, el relato corto, el ensayo y la poesía como acredita este Volumen V que no incluye los memorables poemas con los que puso letra a la Cantata que para Las Edades del Hombre compuso Pedro Aizpurúa en 1993, con motivo dela exposición celebrada ese año en la catedral de Salamanca.

“En cada género parece un escritor totalmente distinto pero siempre se ciñe a una misma máxima, la del despojamiento” de cualquier condicionante: “Siempre decía, citando a un filósofo, que antes de ponerse a escribir había que sacudirse como hacen los patos cuando salen del agua”, ha resumido. EFE