León (EFE).- Un equipo multidisciplinar de la Universidad de León (ULe) ha demostrado que las diatomeas, unas microalgas unicelulares, pueden mejorar la resistencia de la piedra caliza utilizada en monumentos históricos, mediante un tratamiento natural basado en la biodeposición de sílice.
El estudio al que ha tenido acceso EFE, recientemente publicado en la revista científica ‘Applied Sciences’, abre nuevas vías para la conservación sostenible del patrimonio arquitectónico frente a la acción del agua, las heladas y la cristalización salina.

La investigación, liderada por Daniel Merino-Maldonado y Rebeca Martínez-García, ha analizado durante más de un año el comportamiento de 18 muestras de piedra caliza procedente de Boñar (León), sumergidas en un estanque experimental para favorecer el crecimiento de diatomeas sobre su superficie.
Estas microalgas, que forman parte del fitoplancton y son responsables de una gran parte de la producción de oxígeno en la Tierra, poseen una pared celular rica en sílice que, tras su muerte, queda adherida a los materiales formando una película protectora.
Los resultados muestran que, aunque las muestras tratadas con diatomeas presentan una mayor porosidad y absorción de agua cuando se analiza el conjunto de la piedra, la superficie más expuesta al tratamiento —la cara superior— presenta una reducción significativa en la absorción por capilaridad, pulverización y método de pipeta.
Esto sugiere que el biofilm de sílice actúa como barrera frente a la penetración del agua, mejorando la durabilidad de la piedra en condiciones ambientales adversas.
Más resistentes a climas extremos
En las pruebas de resistencia a ciclos de congelación y descongelación, las muestras tratadas perdieron un 27 % menos de masa que las no tratadas, lo que indica una mayor capacidad para soportar climas extremos.
Además, tras estos ciclos, las piedras con diatomeas absorbieron menos agua, lo que refuerza su potencial como tratamiento protector.
El estudio también evaluó la resistencia a la cristalización salina, un fenómeno que puede provocar la fractura de la piedra por acumulación de sales.

Aunque los resultados fueron menos concluyentes en este apartado, los investigadores observaron que la cristalización en las muestras tratadas se producía en los bordes, mientras que en las no tratadas afectaba directamente a la cara sumergida, lo que podría indicar una cierta protección superficial.
«La simplicidad del tratamiento contrasta con los efectos observados», señalan los autores, que destacan la capacidad de las diatomeas para colonizar superficies y dejar tras de sí una capa de sílice que modifica las propiedades físicas de la piedra.
Alternativa ecológica para conservar el patrimonio
Este enfoque, basado en procesos naturales de biomineralización, se presenta como una alternativa ecológica a los recubrimientos sintéticos utilizados actualmente en la conservación del patrimonio.
El proyecto ha contado con financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación, la Junta de Castilla y León y la Consejería de Cultura y Turismo, a través del programa PRESERVARTE, centrado en la innovación aplicada a la protección de monumentos frente al cambio climático y otros agentes de deterioro.
Los investigadores subrayan que se trata de un primer paso y que será necesario ampliar los estudios a otros tipos de piedra y condiciones ambientales para validar la eficacia del tratamiento en diferentes contextos.
No obstante, los resultados obtenidos en León apuntan a una solución prometedora, sostenible y de bajo coste para preservar el legado arquitectónico frente a los desafíos del tiempo y la meteorología. EFE