El desgarro y la memoria colectiva atraviesan 'Notes a True Criminal', un documental que se estrena en España en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) y en el que uno de sus directores, el ucraniano Andriy Alferov comparte con la Agencia EFE sus anhelos y temores por el futuro en un mundo en conflicto. EFE/ Nacho Gallego

Andriy Alferov: «Los ucranianos seguimos necesitando el apoyo de Europa»

Fernando Sanz|Valladolid (EFE).- El desgarro y la memoria sobrevuelan en ‘Notes of a True Criminal’, un documental con paralelismos entre las tragedias que ha vivido Ucrania en el siglo XX con la actual invasión rusa, y que le sirve a su codirector Andriy Alferov para reflexionar sobre el futuro de su país y la necesidad de apoyo europeo.

«Cada día Kiev y otras zonas de Ucrania están siendo atacados desde Rusia y si esta guerra continúa lo perderemos todo, tenemos que pararla pero seguimos necesitando el apoyo de la sociedad y las políticas europeas», explica a EFE con motivo del estreno en España del documental en la sección ‘Tiempo de Historia’ de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).

Firma el largometraje junto al documentalista ucraniano Alexander Rodnyansky -condenado en ausencia por la autoridades rusas a 8 años y medio de cárcel por criticar la invasión de Ucrania-, que busca en el pasado y en el presente entender cómo se ha llegado a esta situación y explicar cómo el conflicto cambia la naturaleza de las personas.

Abandonados

«Tras la invasión a gran escala decidimos centrarnos en mostrar la humanidad en esta situación tan horrible y responder a preguntas de por qué empezó esta guerra, si en el fondo es la continuación de la II Guerra Mundial, si es un guerra entre la Unión Soviética y la independencia de Ucrania o una nueva», añade en una entrevista.

Alferov reconoce que los ucranianos se siente un poco abandonados por los políticos europeos, que les animan a continuar pero que no les dan apoyo real, e indica que tal vez tengan que aprender de otros territorios como Finlandia, «cuando Mannerheim (militar y presidente en 1944) cedió a Stalin parte del país pero salvó su mayor parte».

«No tenemos tanta gente y tantas armas para ganar y recuperar las fronteras de antes de la guerra: no podemos destruir Rusia, tenemos que encontrar otra manera de proteger a nuestra gente porque es el mayor tesoro de Ucrania y si les perdemos, perdemos el país. Es así de sencillo», lamenta.

El precio de la independencia

Recuerda que los ucranianos lograron la independencia de la Unión Soviética «muy fácilmente, sin sangre, sin luchas y muy rápido», un cambio impulsado por la idea de dejar atrás la etapa soviética (pese a haber sido uno de los territorios fundacionales de la URSS) y su sociedad «empezó a olvidarse de mucho de lo que había pasado».

«Empezamos a construir un nuevo país, pensamos que todo sería bueno, que formaríamos parte de la gran sociedad europea y de su gran cultura y ahora estamos empezando a pagar el precio de nuestra independencia», lamenta.

Para explicarlo, la cinta de casi dos horas de duración (117 minutos) contiene material de tres fuentes: metraje reciente conseguido por Alferov, imágenes de archivo y grabaciones de Rodnyansky y extractos de documentales de su mentor, el humanista Felix Sobolev (1931-1984).

Una «guerra mediática»

A través de estos materiales, la película da saltos entre distintas épocas (la Gran Guerra, la masacre nazi de Babin Yar, la caída de la Unión Soviética o el accidente de la central nuclear de Chernobyl), pero vuelve a menudo a los años 2022 y 2024 para abordar las emociones, positivas y negativas, de un intercambio de prisioneros y la vida y la muerte de los soldados, a veces mostrada de forma explícita.

«Conseguimos estas grabaciones de colegas en el terreno y lo utilizamos para entender esta guerra porque también es una guerra mediática: la gente puede ver la guerra desde su móvil, sus redes sociales o desde su ordenador», afirma Alferov antes de señalar que hay personas que ven vídeos de asesinatos «tomando un café como si fuera un entretenimiento».

Es esta insensibilidad por la que el codirector del documental insiste en la necesidad de «revisitar el pasado» y entender por qué Ucrania ha perdido tantísima gente en el siglo XX -«sólo entre 1917 y 1920 un millón de ucranianos se mataron repartidos en once ejércitos distintos»- pero también en la actualidad.

Protagonistas reales

Por ello, se centra en las personas sencillas «a las que les es muy difícil mantener su humanidad» en un conflicto, como Mansur y su familia, un exiliado tayiko que encontró refugio en las cercanías de Chernobyl a principios de los años 90, o como Artem y Maya, una pareja de casi adolescentes afectados por la guerra con Rusia de 2022.

«Es muy importante seguir haciendo este trabajo: la guerra suele generar el caos en torno a las personas y el arte utiliza el caos para hacer la armonía, lo que nos da fuerzas a Alexander y a mí para continuar», reivindica. EFE