Boadella celebra sus 60 años en el teatro con devoción a la lírica

Madrid (EFE).- El dramaturgo, director y actor Albert Boadella celebra 60 años en el teatro, una profesión con la que sus padres no estaban conformes, pero en la que él sabía “que sacaría la cabeza por un lado o por otro”, donde desde el principio apostó por la singularidad y por un teatro desligado de las convenciones.

El fundador de “Els Joglars” asegura que sus padres estaban empeñados en que desarrollara un oficio, pero “rápidamente vi que sacaría la cabeza por un lado o por otro”, cuenta en una entrevista con EFE, a pesar de que comenzó su andadura de forma “insólita”, apostando por la expresión corporal.

“El mimo no se había visto mucho en la España de los años 60 y eso creó una singularidad con la que obtuvimos una audiencia importante”, lo que le permitió hacer una gira en un entorno de teatro convencional.

Asegura que el teatro español “le debe mucho a Joglars”, la compañía que dirigió durante más de cinco décadas y que ahora conduce Ramón Fontserè, “por la calidad y la repercusión de sus obras”, que ha irradiado una cierta imitación.

“Ha creado unos lenguajes que han sido aprendidos por mucha otra gente. Forma parte de la historia del teatro”, afirma.

Boadella (Barcelona, 1943) asegura que aunque no estaba ligado a las convenciones “sí lo estaba a la tradición del teatro en el sentido más profundo del término”, dice refiriéndose a las obras de Aristófanes, Molière o la comedia italiana.

“He estado ligado a un teatro que, en la forma y en el fondo, al espectador le tocaba directamente, que iba un poco más allá de la distracción”, textos vinculados a la realidad del entorno, una actitud que le significó la cárcel en 1979 por un presunto delito de injurias al Ejército, por el contenido de la obra “La Torna”, del que fue exculpado.

Un teatro hecho “con ciertos arrestos; he preferido decir las cosas a pesar del riesgo que comportaba, entrar en terrenos e instituciones que pudieran tener poder”, una actitud que, afirma, está dentro de la tradición teatral.

Sin embargo, en los últimos años, reconoce haber estado más interesado en piezas donde las emociones han sido el núcleo esencial, “ligado a la música”, una de sus pasiones.

“Me interesa más la palabra hablada y cantada, el teatro como arte y menos como un simple instrumento sociológico, psicológico y político”, explica. Prueba de ello han sido los estrenos de “Diva”, “Amadeu” o “Don Carlo” y el que tendrá lugar el próximo miércoles, día 15, en los madrileños Teatros del Canal, “Malos tiempos para la lírica”.

La obra protagonizada por la soprano María Rey-Joly y el tenor Antoni Comas contiene romanzas de zarzuelas de Sorozábal, Chapí, Serrano y Arrieta, entre otros, que se alternan con versiones pop-rock de algunas de ellas.

Considera que salvo la danza, que es “el arte que más ha evolucionado desde el siglo pasado, el resto de las artes están en caída libre”.

Incide en que en el teatro, en la actualidad, es todo sociología y psicología; “no tiene épica”, la música está muy por debajo de composiciones como las de Bach o Strauss y la pintura y la escultura son artes desaparecidas. “Son malos tiempos para las artes”.

Boadella asume con cierta distancia ser referente para las nuevas generaciones, “a ellos no les gustan los viejos. Un joven de 18 o 20 años que hace teatro me ve como el antiguo régimen, lo asumo con sarcasmo”, dice sonriente, no en vano publicó hace poco “Joven, no me cabree”, un diálogo con un joven aprendiz de escena.

El dramaturgo asegura que las nuevas generaciones tienen ideas que “a mi me parecen que están fuera de la esencia del teatro”, ideas muy literarias, y el teatro no es solo literatura, tiene que ver con “las emociones, lo que se ve, lo que se escucha, la poesía, la entonación, la palabra no lo resuelve todo”.

Dispuesto a no dejar de decir lo que piensa, advierte que cuantos más años pasan “tienes mucho menos que perder, perder la vida está más cerca”, lo que le aleja de las convenciones, dice las cosas tal como las piensa, “sin autocensura, hablo con tranquilidad de lo que me parece, quizá cuando tenía menos años debería de haber sido más cuidadoso”.

“La libertad me ha parecido que es el núcleo central de nuestro oficio”, argumenta.