Las obras del artista eslovaco Roman Ondak (en la imagen), que parten de una realidad cotidiana que le gusta tergiversar, dialogarán entre mañana viernes y el próximo mes de noviembre en la sede de la Fundació Tàpies con las maderas, papeles, cartones y collages de las décadas de 1960 y 1970 del artista barcelonés.EFE/Enric Fontcuberta

La tergiversada realidad del eslovaco Roman Ondak dialoga con la obra de Antoni Tàpies

Barcelona (EFE).- Las obras del artista eslovaco Roman Ondak, que parten de una realidad cotidiana que le gusta tergiversar, dialogarán entre mañana viernes y el próximo mes de noviembre en la sede de la Fundació Tàpies con las maderas, papeles, cartones y collages de las décadas de 1960 y 1970 del artista barcelonés.

Acompañado por la comisaria Núria Homs, Ondak, en la primera exposición individual suya en Cataluña, aunque en 2013 estuvo en el Centro de Arte Reina Sofía, ha considerado este jueves que sus propuestas “interaccionan muy bien” con las de Tàpies, una treintena de obras poco vistas o desconocidas por el gran público.

“Ahora he sido invitado a su casa y, sin querer estar en la sombra, he querido mostrarle respeto y que el público pueda ver sus trabajos de manera diferente”, con proyectos que invaden el espacio habitual del pintor, como “Zone”, de 2010, realizado para la Bienal de Berlín, consistente en un enorme guardarropa, para 1.200 piezas de vestir, que funcionará como tal en la inauguración de mañana y durante la Noche de los Museos.

Es la pieza que más llama la atención del visitante de “Roman Ondak. Infinitum”, aunque su propio autor ha reconocido que en Berlín hubo muchos que no se percataron de que esos colgadores eran en realidad una obra de arte.

A su juicio, este guardarropa “se puede adaptar a cualquier contexto cultural, pero es absurdo, porque está en un lugar que no esperas que esté. Ahora, llegas a la Fundación, compras la entrada y lo primero que te encuentras es un guardarropa enorme. Y te preguntas: ¿qué hace aquí? ¿es una ficción? ¿es una escenificación?”.

En todo caso, con la instalación ha querido mostrar cómo en la sociedad puede haber zonas controladas, tal como lo vivió de pequeño -nació en 1966- en la comunista y antigua Checoslovaquia, y otras que son de libre acceso.

Otra pieza importante es “Infinity”, de 2021, una escultura de centenares de gotas de plomo, que dibuja una línea vertical, y que en Barcelona enlaza los niveles 1 y -1 de la fundación, en un homenaje a “Endless Column”, de Constantitn Brancusi.

La otra obra destacada es “Inside Out”, de 2017, realizada a partir de los antiguos soportes de porcelana que en el pasado sostenían los cables telefónicos en las fachadas de las casas de su barrio de Bratislava, queriendo invertir la “percepción” de espacio interior y exterior.

Justamente, el espacio y el tiempo tienen un papel relevante en su obra, en la que tampoco olvida un particular sentido del humor, que puede verse en una cinta cinematográfica de apenas cuatro minutos como “Lucky Day”, que rodó en Santiago de Compostela, con un hombre que tira el contenido de una caja de cartón en una fuente, unas 10.000 monedas, quizá buscando que cambie su suerte.

La fotografía es otra de las artes que domina Roman Ondak, con obras en las que busca plasmar el paso del tiempo o jugar con la mirada, como ocurre en “Nuestro hijo observando a sus padres”.

En “Bug” vuelve a los avatares de la historia, colgando desde el techo una mesa, a la que ha acoplado un lienzo, “La ciudad de la esperanza”, pintado en 1970 por un artista eslovaco afín al régimen comunista, que fue descartado procedente de la Galería Nacional Eslovaca.

Ondak, además, ha acabado incluyendo un dispositivo de escucha oculto utilizado para espiar a personas incómodas para el Estado.

CARTÓN Y PAPEL HABLAN POR SÍ MISMOS

En cuanto a la obra de Tàpies, Núria Homs ha indicado que, igual que Ondak, el barcelonés partía de la observación de la realidad para sus trabajos, defendiendo siempre que papel, cartón o madera eran “materiales que tenían expresividad y hablaban por sí mismos”.

Además, fueron “muy importantes antes de dedicarse a las pinturas matéricas, porque tenía mucha manía a las pinceladas y buscaba otras formas de expresión, otras herramientas como las espátulas, que le permitían escarbar encima de papel o cartón”.

Aunque esta faceta suya ha sido “subestimada”, Homs ha recalcado que nunca dejó de trabajar con estos materiales, con los que dio forma a piezas como “Cartón, maderas y trapos”, de 1973; “Papel rosa”, de 1967; “Papel con pliegues y signos”, de 1964 o “Papel rasgado” (1959); “Cadena” (1965) y “Cruz agujereada” (1975).