El reconocido director de escena norteamericano Bob Wilson posa en la platea del Gran Teatre del Liceu donde propone un viaje espiritual con la producción que ha diseñado para el oratorio 'El Mesías' de Händel, con partitura arreglada por Mozart, que se representará en Barcelona en ocho funciones a partir del próximo 16 de marzo.

Bob Wilson propone un viaje espiritual en el Liceu con ‘El Mesías’ de Händel/Mozart

Barcelona (EFE).- El reconocido director de escena norteamericano Bob Wilson propone un viaje espiritual en el Gran Teatre del Liceu con la producción que ha diseñado para el oratorio ‘El Mesías’ de Händel, con partitura arreglada por Mozart, que se representará en Barcelona en ocho funciones a partir del próximo 16 de marzo.

Incluida en el Barcelona Obertura Spring Festival, la obra cuenta en el reparto con Julia Lezhneva, Kate Lindsey, Richard Croft y Kresimir Strazanac.

En la presentación de ‘El Mesías’, Bob Wilson ha dicho que sus responsabilidades como director y diseñador son diversas, pero una de las más importantes es “crear un espacio donde poder sentir la música y poder verla”.

El propio Wilson, en general, cuando quiere escuchar una orquesta o sentir la voz de un cantante cierra los ojos, para que no haya distracciones visuales.

La palabra, continúa, exige una concentración y cuando él va a la ópera allí sentado ve que “pasan muchas cosas al mismo tiempo, hay demasiadas distracciones”, lo que le lleva a cerrar los ojos.

Sobre su trabajo, ha confesado que dedica mucho tiempo a la iluminación, porque “la luz nos ayuda a sentir y ver mejor” y su interés es siempre “iluminar las caras de los cantantes, porque el ojo va siempre al lugar más iluminado” y por eso no le preocupa tanto iluminar el espacio general, y prefiere centrarse en las personas, sobre todo, cuando se mueven, como se hacía en el cine clásico.

“Desde el principio, mi obra era silenciosa, yo la denominaba ópera, en el sentido etimológico del latín, ‘opus’, y me gusta la ópera porque es una combinación de todas las artes, de la música a la pintura, del teatro a la filosofía”.

Wilson, ha recordado, creció en un pueblo pequeño de Texas, donde no había ni ópera ni teatro, y la primera vez que vio un teatro de ópera fue con 18 años “como turista” en el Liceu, y le pareció “impresionante y especial, y es extraordinario poder trabajar aquí años después”, ha señalado.

De Texas se fue a Nueva York para estudiar arquitectura, y allí frecuentaba Broadway y acudía a la ópera, pero las producciones no le gustaban: “eran feas, sobreactuadas, estaban mal iluminadas y el vestuario era horroroso”.

Con el tiempo, Wilson descubrió que “cada una de las partes, la visual y la auditiva, podían funcionar de manera independiente”; y, por esta razón, ahora busca siempre ese dualismo “sin que una parte sirva para ilustrar a la otra”.

Tras reconocer que “no es fácil encontrar una imagen visual que acompañe al texto”, ha expresado su esperanza de que “las imágenes de ‘El Mesías’ proporcionarán al espectador más tiempo para pensar en el texto y en la música”.

A su juicio, la ópera o el teatro no es un espacio como los demás, como estar en casa o en un restaurante, porque “en el escenario todo es diferente, y todo eso la obra lo naturaliza”.

También espera que haya podido aportar ese punto de humor necesario, pues “provocar la risa en el público es la esencia del teatro, algo que hizo Mozart con la partitura de Händel, a la que consiguió aportar luz”.

La versión escénica del director de culto Robert Wilson proviene de la Mozartwoche de Salzburgo, donde se presentó en enero de 2020, y está basada en la versión alemana de 1789, arreglada por Wolfgang Amadeus Mozart.

Nacido tres años antes de la muerte de Händel, el joven Mozart hizo este arreglo a petición de un importante mecenas francmasón, Gottfried van Swieten.

Aunque algunos ven ‘El Mesías’ de Händel desde una perspectiva cristiana, para Wilson, la obra “no es tanto una obra religiosa, sino más bien una especie de viaje espiritual”.

El director musical Josep Pons ha precisado que “la mano de Mozart en esta obra es bastante potente, y su motivación es, por un lado económica, por el encargo, pero también porque “es un enamorado de Händel, y piensa que el Barroco ya se ha llegado a su fin y ve necesario adaptar la obra al nuevo gusto vienés”.

A juicio de Pons, “Bob Wilson ha creado un universo, ha sabido crear un espacio que antes no existía, que va mucho más allá de lo puramente estético”.

En paralelo a la representación del oratorio, la galería Senda de Barcelona expondrá del 20 de marzo al 20 de abril los dibujos originales de Wilson para esta obra, que “son el origen de todo”, ha admitido el director de escena, con los que comienza a sentir la música.

“No los veo como una ilustración de la ópera sino que los veo de manera independiente y autónoma”, ha agregado Bob Wilson.