Zaragoza (EFE).- Vivió la transición española a fondo y la retrató desde Barcelona y como fotógrafa es conocida por ello, pero Pilar Aymerich tiene claro que si no ve lo que quiere recoger en la imagen su dedo le impide captar el momento.
«Si no lo veo, el dedo no dispara. Tengo que tener muy seguro que es bueno e interesante lo que voy a fotografiar», ha explicado Pilar Aymerich (Barcelona, 1943) en la presentación de la exposición que acoge La Lonja de Zaragoza hasta el próximo 8 de septiembre.
Esa seguridad que necesita para disparar su máquina fotográfica ha reconocido que le ha privado de algunas imágenes que ha tenido delante. «Es verdad que he perdido oportunidades, pero vienen otras», ha añadido.
Bajo el título ‘Pilar Aymerich. Memoria Vivida’, la muestra la componen un total de 154 imágenes, la gran mayoría en blanco y negro salvo dos series hechas a partir del año 2000, una película y un video documental que ha presentado junto a la concejal de Cultura, Sara Fernández y a la comisaria Neus Miró.
La autora catalana, Premio Nacional de Fotografía en 2021, resume su carrera desde los años 60 y 2007 con una selección a cargo de Neus Miró que se enmarca dentro de la XXVII edición del Festival Internacional PhotoEspaña que va a organizar a lo largo de todo el territorio un total de 84 exposiciones en la calle.
A través de sus casi cinco décadas como profesional, Aymerich ha obtenido miles de instantáneas como testimonio de la evolución social, de los últimos años del Franquismo y la transición, con un carácter feminista y humanista que ha mantenido durante su carrera gracias a su vinculación tanto a los diferentes movimientos sociales como al feminismo.
En su trabajo ha explicado que en aquel momento de la transición supo sacarle partido a ser mujer porque «no se contemplaba que una mujer hiciese fotos y eso me permitía camuflarme en los actos a los que asistía».
«Iba muy bien arreglada a las manifestaciones e incluso llevaba una polvera junto a la máquina y en determinados momentos me ponía a empolvarme para ver lo que pasaba. No daba el perfil de fotógrafa que buscaba hacer fotos», ha rememorado.
La fotógrafa barcelonesa ha recordado que sus inicios fueron en el teatro y se fue de España en los primeros años para estudiar dirección teatral en Francia y Londres donde «pensé que me interesaba contar historias» y también por «supervivencia».
«Vivo de intuiciones y no me ha ido mal. Pensé en la foto y mi padre me mandó la cámara con la que nos hacíamos fotos de pequeños», ha dicho.
«La fotografía explica lo que crees que es la vida, es un acto de posesión y de respeto a la memoria y que los personajes no caigan en el olvido. En mis archivos tengo un trozo de la historia de este país», ha comentado.
Aymerich defiende que su fotografía está hecha con ojos de mujer y que es algo que se lo planteó desde el principio. «No corro y no me subo a los árboles. Y hago fotos porque busco el encuadre que quiero», ha dicho.
En este sentido ha explicado como una de sus fotos por las que siente «más respeto» es la que les hizo a tres exdeportados del campo de exterminio de Mauthausen para un reportaje de su compañera Montserrat Roig a los que llevó a un muro próximo al lugar donde les hacía la entrevista. «No me convencía hacerles la foto en una mesa junto a una grabadora. Me fui a dar una vuelta y cuando vi el muro les pedí hacer allí la foto poniéndose como lo hacían en Mauthausen. Les cambió la cara».
Sobre el hecho de que la mayor parte de su trabajo haya sido en blanco y negro, ha recordado que en aquellos años las fotos de prensa eran así y sólo se usaba el color para las portadas, pero ha añadido a renglón seguido que también para resaltar lo que quería transmitir.
«El blanco y negro da una oportunidad de sintetizar lo que quieres explicar que no lo da el color. Da dureza a la imagen y se ilumina de manera más contrastada. Son dos imágenes diferentes», ha subrayado.
Aymerich es historia viva del fotoperiodismo y un referente dentro de la profesión. Para poder contextualizar el material expuesto se aportan elementos documentales que ayudan a interpretar el significado de las imágenes que conforman la muestra. Es la primera retrospectiva de una de las autoras fundamentales de España y cuyo talento y trayectoria le valió en 2021 el Premio Nacional de Fotografía.
El trabajo de la comisaria deja una exposición que abarca su trayectoria desde finales de los 60 hasta 2007, con múltiples referencias a manifestaciones, huelgas, celebraciones y movimientos sociales. Sus fotografías se caracterizan por un potente carácter narrativo.
«Sus inicios en el teatro luego los trasladó a su quehacer en la fotografía. Ha tenido siempre muy en cuenta la escena y la manera de incorporar a la foto al actor principal y al secundario», ha dicho Miró sobre el trabajo de Aymerich.
Según la descripción que hace PhotoEspaña, su obra supone una deconstrucción de la estrategia del foto-reportaje o fotoperiodismo moderno. Las imágenes surgen del conocimiento de una situación dada, de la familiaridad que ha construido pacientemente con el entorno y de las relaciones personales que ha trabado.