Los jóvenes extutelados que llegan a cursar estudios universitarios reclaman a la administración catalana que su prestación social y ayuda habitacional no se corte a los 21 años. EFE/Lara Malvesí

Los universitarios extutelados piden que no se corte la ayuda habitacional a los 21 años

Lara Malvesí |
Barcelona (EFE).- Los jóvenes extutelados que llegan a cursar estudios universitarios reclaman a la administración catalana que su prestación social y ayuda habitacional no se corte a los 21 años, una restricción temporal que los sume en una carrera contrarreloj para una emancipación obligada casi imposible.

Es la principal demanda que una docena de estudiantes catalanes ha trasladado a las conselleras de Universidades y Derechos Sociales, Núria Montserrat y Mónica Martínez Bravo, respectivamente, en un encuentro en el Campus de la Ciutadella de la UPF en el que los extutelados han podido hacer llegar sus experiencias y presentar sus propuestas.

En declaraciones a EFE, Lucía, futura licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad Pompeu Fabra (UPF), cuenta que siente «mucha angustia» por tener que valerse por si misma en cuanto cumpla los 21 años, meses antes incluso de haber terminado la carrera, un periodo para el que ya está intentado guardar algo de dinero para mantenerse.

«Tienes que ir haciendo equilibrios. Puedes trabajar, pero según cuanto ganes te lo restan de la prestación social, así que es complicado», comenta esta joven de Sant Feliu de Guíxols (Girona) y una infancia de familias y centros de acogida.

«No puedo permitirme perder ni un año»

Esa restricción temporal también agobia a Romaisa, quien cursa Sociología en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), aunque querría haber cambiado de itinerario. Dice que no puede permitirse el cambio a estas alturas -tiene 20 años- porque en su caso no puede perder ni un solo año de prestación.

«Siento mucha presión. Elegí con 18 años y ahora sigo adelante con ello porque se me acaba la cobertura a los 21. En mi caso no tengo opción de redirigir mi vida. Es injusto. Como los que primero hacen un grado formativo y querrían después ir a la universidad pero ya no les da tiempo», explica.

Parecido es también el relato de Jaume, estudiante de Magisterio en la Universidad de Girona (UdG), que relata a EFE que los extutelados están «muy invisibilizados», por lo que agradece que el Govern les «escuche».

El fin de la ayuda

Según los datos de la Federación de Entidades con Proyectos y Pisos Asistidos (FEPA), mientras a estos jóvenes se les exige salir del sistema y emanciparse a los 21 años, la edad media en que las personas son autónomas económicamente en España -incluido vivir fuera de casa de los padres- es de 30,6 años.»Estos jóvenes están solos. Necesitan un buen acompañamiento (…).

Por una cuestión de defensa de Derechos deberían poder contar con todos los años que necesiten hasta llegar a la emancipación. Cuando cumplen 21 se acaba y punto. Nadie valora su nivel de emancipación o no como para poder vivir solos», lamenta el presidente de FEPA, Ferran Rodríguez.

La consellera Martínez Bravo afirma que el Govern quiere «avanzar» en el «acompañamiento» a los universitarios extutelados, si bien se muestra cauta sobre la opción de alargar la edad de prestación y ayudas de vivienda.

«Debemos reforzar todo lo que es el ámbito de emancipación juvenil en general y, sin duda, estos jóvenes tienen dificultades añadidas (…). Más allá de aumentar la edad, se trata de mejorar el acompañamiento y las salidas para ellos hacia una vida independiente, incluido el ámbito de la vivienda», sostiene.

Solo el 4 % de extutelados estudia en la universidad

Solo el 4 % de los extutelados cursa estudios universitarios en Cataluña, frente al 40 % del resto de la población, una cifra que evidencia que «no es un tema de capacidades, sino de oportunidades», destaca el presidente de la FEPA, que lleva más de veinticinco años trabajando con los jóvenes.

Tanto Jaume como Lucía y Romaisa coinciden en contar a EFE que no conocían a ningún extutelado de sus centros de acogida que hubiera cursado jamás una carrera.

«Directamente no sabía que era posible, no sabía que era una opción real para mi», explica Romaisa, quien apunta que debería existir mejor información desde los centros y servicios de apoyo sobre las opciones formativas, así como un mayor número de reservas de plazas.

Jaume, que tiene un hermano gemelo que también está estudiando en la UdG, destaca la importancia de que universidades y red asistencial trabajen juntos para acompañar durante el proceso de acceso y matrícula, así como aportando «referentes» de antiguos alumnos en los CRAE (Centro Residencial de Acción Educativa) para que las futuras generaciones sepan que es posible.

«Conozco a muchos jóvenes con talento y valores que no han ido a la universidad. Es una pena», añade el joven, que defiende igualmente que la actual reserva de plazas en Cataluña para este colectivo, de «una plaza por facultad», es muy «insuficiente».

Una verdadera oportunidad

Los tres jóvenes quieren que la Universidad se convierta en una verdadera oportunidad para ellos de poder valerse en un futuro, de partir de cero, de convertirse en uno más.

Una realidad que quieren que llegue cuanto antes, y quizá por eso varios reconocen que en clase no han explicado que han pasado por centros de acogida.

«No lo cuento. Sé que la gente tiene muchos prejuicios. A partir de ahora soy yo y lo que consigo por mi misma», afirma Lucía, quien en la universidad querría encontrar, además de conocimientos, un trampolín de emancipación vital y profesional. EFE