Por Pilar Martín |
Madrid (EFE).- Cuando Consuelo ha pisado Velintonia ha sentido un «temblor», una suerte de esa «emoción poética» que Vicente Aleixandre dejó en la que fue su casa madrileña, una vivienda que este viernes está siendo visitada por ciudadanos por primera vez después de que la Comunidad de Madrid la adquiriera para reformarla por 3,2 millones de euros.
Y «Velintonear», eso es lo que han hecho y harán durante todo el día los 400 visitantes que pisarán los suelos originales de 1927 por los que caminaron no sólo el premio Nobel sevillano, sino sus grandes amigos, Federico García Lorca, Miguel Hernández o Dámaso Alonso.
Autores a los que Consuelo, una vallisoletana que se ha montado en el tren a primera hora para entrar en Velintonia pese a que venía sin entrada, ha «sentido».

«Ha sido como un temblor, como la emoción poética de cada verso que se construyó alrededor de Velintonia, con la sapiencia, y el magisterio de Aleixandre y con el de esas figuras tan emblemáticas y referentes para cualquier pensador o persona a la que le guste la lectura o la poesía», ha expresado a EFE en el jardín donde aún está erguido el cedro del Líbano que el sevillano plantó en 1940.
Y es ahí donde se termina esta visita, que se podrá también hacer el próximo lunes (aún quedan entradas). Un recorrido por toda la planta de abajo, donde hacía vida con su hermana Conchita, con quien convirtió este hogar en «una isla de libertad», un refugio para autores perseguidos o silenciados durante la dictadura franquista (1939-1975).
Un día «histórico»
En palabras de Alejandro Sanz, presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre y guía de esta visita, este viernes ha sido «histórico» porque considera que esta casa ya está «salvada» y preparada para que la gente pueda «Velintonear» antes de que comiencen las obras de su restauración para convertirla en la que en 2027 será la ‘Casa de la Poesía’.
«La gente va a ver las huellas del paso del tiempo, pero también vamos a intentar que sienta un viaje emocional», ha destacado sobre esta oportunidad para conocer la habitación donde Alexandre escribía tumbado en la cama después de que le extirparan un riñón. Una oportunidad única, porque según Sanz, «ni siquiera sus grandes amigos entraron en este dormitorio, solo sus amantes».
Pero también se podrán descubrir esos elementos fijos que permanecen en esta casa vacía, como es uno de sus radiadores con un hueco dentro en el que se metían platos con comida para mantenerlos calientes.
Un ingenioso invento que, según ha explicado Sanz, estará pronto acompañado por otros muebles que convivieron con Aleixadre (Sevilla, 1898-Madrid, 1984): «La sobrina segunda ya ha donado el famoso sofa ‘chaise longue’, que es también algo iconográfico, porque ahí solía echarse su siesta, que era sagrada».
Ademas, también volverá a contar con la biblioteca del premio Nobel, así como con algunos baúles o maletas y otros muebles que se salvaron tras la Guerra Civil, donde quedó parcialmente dañada la vivienda.
Fondo bibliográfico
En cuanto al fondo bibliográfico, en poder ahora de la viuda de del gran amigo de Alexaindre, Carlos Bousoño, Sanz ha deseado que «vuelva al lugar de dónde se lo llevaron, que es esta casa única», ya que considera que «por aquí pasaron cinco generaciones».
Y es que, ha detallado, por esta construcción ubicada en el barrio de Chamberí, Pablo Neruda Federico García Lorca, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, Concha Méndez o Rafael Alberti dejaron algo de ellos mismos.
«Aquí Lorca leyó por primera vez los ‘Sonetos del amor oscuro’ cuando no tenían ni siquiera título», ha destacado también sobre esta vivienda que fue un «símbolo» para la Generación del 27.
Respecto al reto de «rellenarla», según ha afirmado el Consejero de Cultura, Mariano de Paco, ya están manteniendo conversaciones con la viuda de Bosoño. Ahora la Comunidad de Madrid tiene que «analizar ahora documento a documento» de este fondo bibliográfico (donde no sólo hay textos de Aleixandre, sino de otros de sus compañeros de generación con los que mantenía una relación epistolar).
Un conjunto de documentos que, en una tasación hecha al ser declarado Bien de Interés Cultural, alcanzó un valor de 4,5 millones de euros.