València (EFE).- Si un autor es “todo el que escribe algo, el que tiene autoría”, a un escritor, en cambio, “su novela le nace dentro”, según la autora Dolores Redondo, que anima a los autores en ciernes a “mojarse y poner realidad” en lo que se cuenta y, sobre todo, a “ser honesto” con las propias ideas y sentimientos.
Así lo ha manifestado la autora de la ‘Trilogía del Baztán’ durante su intervención en el primer encuentro de 2023 del ciclo ‘Encuentros con Escritores’ para estudiantes, que organiza la Biblioteca Valenciana, y al que han asistido en San Miguel de los Reyes alrededor de 400 alumnos de Secundaria de varios institutos de la Comunitat.
Durante casi una hora, la ganadora del premio Planeta de 2016 por ‘Todo esto te daré’ ha contestado a preguntas de los alumnos sobre su proceso de escritura, la mitología vasco-navarra, el paisaje del Baztán y la adaptación de sus obras al cine, además de dar consejos a quienes quieran comenzar a escribir.
“Siempre que me preguntan cómo se aprende a escribir una novela yo digo que se aprende leyendo”, ha defendido Redondo, que ha considerado el ritmo de la lectura similar “al que se adquiere cuando se cantan canciones”.
Leer “lo que a cada uno le gustaría escribir”
No solo leer, sino leer “lo que a cada uno le gustaría escribir”, -género, autor u obra- e incluso imitar estilos y voces, siempre teniendo claro que es “un ejercicio” y que a la hora de la verdad, hay que “mojarse y poner realidad” para resultar “original” y tener “voz propia”.
“En el mundo literario, de vez en cuando aparece alguien como Fernando Aramburu, que de repente escribe ‘Patria’, y un montón de gente se pone a escribir novelas parecidas”, ha afirmado la escritora, que ha añadido: “Puede que los lectores se hayan quedado con hambre, y puede que vayan a leer tu novela, pero nunca vas a ser Aramburu, porque a él la novela le nació dentro”.
Fiel a su novela aunque fuera rechazada
A su juicio, “un autor es todo el que escribe algo, que tiene la autoría pero a un escritor su novela le nace dentro”, algo que ha relatado que le ocurrió con el libro ‘El guardián invisible’, y a lo que ha dicho que se mantuvo fiel aunque fuera rechazada por varias editoriales y agentes que le decían que “entonces, lo que se llevaba era la novela histórica”.
“Mandé la novela a cinco o seis editoriales, que la rechazaron, y a varios agentes literarios”, ha explicado Dolores Redondo, entre los que encontró a quien sería después su agente, pero otro de los que recibió el manuscrito le contestó, cuando ya tenía editorial e incluso había vendido los derechos para la adaptación al cine, que “no iba a funcionar”.
“Me dijo ‘mete algún elemento de novela histórica, quita elementos de mitología y las frases en euskera y haz que no ocurra en un pueblo pequeño'”, ha recordado, algo a lo que no accedió, convencida de que la novela le había “nacido dentro”.
Para la autora vasca, “no se puede considerar escritor a quien escribe algo solo porque se ha puesto de moda”, y ha alentado a los aspirantes a este oficio a “ver qué llevan dentro” y a comprobar que es “infinitamente más interesante”.

La ‘Trilogía del Baztán’
Su ‘Trilogía del Baztán’ ha sido adaptada al cine, lo que ha considerado “absolutamente alucinante”, un “romance” con la pantalla que le viene de lejos, desde que de niña “pasaba los fines de semana entre sesiones en el parroquial, que era el cine más económico, o viendo películas con la familia en casa”.
Para escribir esta serie de novelas, protagonizadas por la detective Amaia Salazar, se ha documentado “muchísimo” por “respeto” a las víctimas de los crímenes reales que se narran, especialmente sobre la mitología de la zona del valle del Baztán, partiendo de “los cuentos que van contando las familias” de este área, y que ella conoció por sus abuelos.
Son “historias bonitas pero también bastante terroríficas” sobre brujas y criaturas nocturnas, pero también sobre una diosa madre que “no es ni buena ni mala: a buenas respeta tu casa y tu cosecha y a malas es la diosa de las tormentas”.
Una mitología “muy ligada a la naturaleza, precristiana”, de diosas a las que se hacían ofrendas para garantizar la salud de las cosechas o la fecundidad, pero también de criaturas “de la noche” a las que se intentaba despistar hasta la llegada del día colocando como amuleto flores de cardo en la puerta de las casas.
“En el lugar donde nací y me crié llovía casi todos los días y eso está en mi ADN”, ha asegurado, y ha recordado “la niebla por las mañanas, llevar la capucha puesta, las botas y el paraguas, jugar en los charcos y en el barro”, sensaciones y sonidos que “probablemente escuchaba desde antes de nacer”.
Crecer en un lugar que no le parecía “nada interesante”
Dolores Redondo, que de su San Sebastián natal pasó de pequeña a vivir en el puerto de Pasajes, ha reconocido que esa zona “pesquera, de mucho trabajo, oscura y muy contaminada” no le parecía de joven “nada interesante”.
“Creía que tenía que irme de allí a sitios como Nueva York o Londres, a lugares fascinantes donde pasaran cosas, y no me daba cuenta de que vivía en un lugar fascinante en el que pasaban cosas”, ha lamentado.
Por eso, más que hacer una descripción física de los lugares de su infancia, ha asegurado que ha hecho una “descripción emocional”, no siempre amable, y se ha mostrado convencida de que madurar como persona y como autora pasa por “estar en paz con la vida que te ha tocado vivir, darte cuenta de que es válida y una mina para la escritura”.