La Sala de Exposiciones de Baluarte de Pamplona acoge este sábado y hasta mañana, domingo, el Pamplona Tattoo Expo, la IV Convención Internacional de Tatuaje de Pamplona una cita abierta a tatuadores y tatuadoras que desarrollan de manera profesional su actividad en el mundo del tatuaje. EFE/Villar López

La “Pamplona Tattoo Expo” vuelve sin restricciones a Navarra

Pamplona, 5 nov (EFE).- Unos 70 tatuadores ofrecen este fin de semana en Pamplona una muestra de las últimas tendencias en diseños, colores y técnicas, en la cuarta edición de la “Pamplona Tattoo Expo”, que combina la oferta de trabajos en directo a los clientes que acudan con talleres, conciertos y un concurso entre los profesionales.

La Sala de Exposiciones de Baluarte de Pamplona acoge este sábado y hasta mañana, domingo, el Pamplona Tattoo Expo, la IV Convención Internacional de Tatuaje de Pamplona una cita abierta a tatuadores y tatuadoras que desarrollan de manera profesional su actividad en el mundo del tatuaje. EFE/Villar López
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La directora de la convención, Laura Cubero, ha reconocido a EFE que la reunión de Pamplona “gusta mucho a los profesionales porque se suman varios factores: es una ciudad preciosa, comes y bebes de maravilla, y es una convención muy familiar pero muy chula”.

La Sala de Exposiciones de Baluarte de Pamplona acoge este sábado y hasta mañana, domingo, el Pamplona Tattoo Expo, la IV Convención Internacional de Tatuaje de Pamplona una cita abierta a tatuadores y tatuadoras que desarrollan de manera profesional su actividad en el mundo del tatuaje. EFE/Villar López
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“Aquí los tatuadores puede hablar mucho más entre ellos, es mucho más cercana y eso nos gusta a todos”, indica satisfecha, mucho más este año en el que ya no hay restricciones obligatorias por la covid-19, o que además propicia que se vaya internacionalizando esta cita, con algún tatuador portugués y colombiano, además de la mayoría española.

Sobre la creciente moda de los tatuajes, valora que “afortunadamente, cada vez es más normal. Antes hacer una convención de tattoo era como de locos, ahora se encuentra más natural”, dice.

En uno de los puestos trabaja el madrileño Maik Romero, que lleva 13 de sus 39 años tatuando, y que ha acudido “todos los años” a Pamplona: “Es una cita que no me pierdo porque me gusta mucho el ambiente que hay de trabajo y entre tatuadores, la amistad y cómo se come en Pamplona, que es un plus siempre”.

Reconoce la evolución que ha visto en más de una década trabajando en este sector, que conoce mucho antes como cliente: “Cuando yo me empecé a tatuar, hace unos 22 años, esto era de macarras, 100 % para gente de calle, hasta el punto de que mis propias vecinas que me habían criado de pequeño se cambiaban de acera. Una tontería porque yo era exactamente la misma persona”, dice sonriendo.

La mayor comercialización y apertura de este arte en la piel “tiene sus ventajas y también sus inconvenientes. Ha crecido mucho y no está tan mal visto, pero hay determinadas zonas del cuerpo que entiendo que para algunos puestos de trabajo no vas a ir con la cara tatuada. Pero sí que ya no es tan inconveniente como hace 15 años”.

En todo caso, Maik Romero advierte de que la tendencia últimamente es a hacerse tatuajes “más pequeños y más simples. Quizá es por tema económico o por tema de sensibilidad al tatuaje, pero antes sí que el que se tatuaba se hacía un brazo entero, una espalda entera, y ahora se están haciendo cosas más pequeñas”.

En cuanto a las imágenes que le piden son dibujos con mensajes que tienen sentido para quien se los tatúa: “Es más importante que para ti signifique algo, más allá de la estética”, dice este profesional, que él mismo lleva muchos tatuajes pero que tardó en hacérselos en los brazos “porque es la zona más visible. Me lo pensé mucho y es para siempre”.

Preguntado por lo más curioso que ha tatuado señala que no es tanto el dibujo sino dónde lo ha hecho, los párpados, “una zona muy difícil de tatuar porque debe de ser muy dolorosa y el cliente no deja de mover los ojos oculares”, dice para señalar que otra zona especial es el labio por dentro, algo que él mismo lleva tatuado.

Su clienta en ese momento, Daniela, de 45 años y de Bulgaria, vecina de Pamplona, se está estrenando en el mundo del tatuaje, aunque ha acudido “muy decidida y muy tranquila”, segura de que el dibujo elegido lo querrá para siempre, porque es su propia cara y la de su nieta con su nombre.

“Para mí simboliza mucho. Nunca me decidía a tatuarme pero ahora que tengo la primera nieta estoy muy contenta con la decisión”, señala sonriente.