La coreógrafa Tamara Rojo posa durante la presentación de "Raymonda", de la English National Ballet, este martes, en el Teatro Real, en Madrid. EFE/ Fernando Alvarado

Tamara Rojo versiona una “Raymonda” vinculada a la actualidad, llena de simbolismo

Madrid, 9 may (EFE).- Uno de los últimos trabajos de Tamara Rojo como directora del English National Ballet ha sido la actualización de “Raymonda”, del compositor Alexander Glazunov, con la que Rojo rompe el mito de la protagonista víctima y la hace dueña de sus decisiones.

(De izq a der, delante ) La bailarina Emma Hawes, la coreógrafa Tamara Rojo y el director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch, y (de izq a der, detrás) los bailarines Aitor Arrieta y Fernando Carratala posan durante la presentación de "Raymonda", de la English National Ballet, este martes, en el Teatro Real, en Madrid. EFE/ Fernando Alvarado

La bailaina y actual directora del Ballet de San Francisco, ha revisitado “Raymonda”, que se estrenó en 1898 en San Petersburgo con coreografía de Marius Petipa y el libreto, Lidya Pashkova, y de la que Tchaikovsky dijo que “no habría escrito “el Lago de los Cisnes” de haberla escuchado antes”, ha recordado este martes durante su presentación Tamara Rojo.

(De izq a der) Los bailarines Isaac Hernádez y Aitor Arrieta, la coreógrafa Tamara Rojo, los bailarines Emma Hawes y Fernando Carratala y el director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch, posan durante la presentación de "Raymonda", de la English National Ballet, este martes, en el Teatro Real, en Madrid. EFE/ Fernando Alvarado

Esta es la primera incursión como coreógrafa y directora de Tamara Rojo que ha recordado que todo comenzó con la búsqueda de un ballet “que pudiera dar actualidad al ballet clásico, que tiene un repertorio poco activo, con una gran música y una buena coreografía”.

El Teatro Real ofrecerá cinco funciones entre los días 10 y 13 de mayo, este último en doble sesión interpretada en alternancia por Shiori Kase, Fernanda Oliveira y Emma Hawes, con Isaac Hernández como artista invitado, Aitor Arrieta y Fernando Carratalá.

En su versión original la historia transcurre en la época de las Cruzadas mientras que en la nueva versión el montaje traslada a la Guerra de Crimea, en la que enfrenta al Imperio ruso y Grecia con el que Reino Unido que forma alianza con el Imperio Otomano, Francia y Cerdeña.

Una pieza con “una narrativa pobre, pero la idea era actualizarla con una historia vinculada al pueblo británico”, detalla la directora, ya que, a partir de ahora, formará parte del repertorio del English National Ballet de Londres.

Para ello se inspira en Florence Nightingale, considerada una precursora de la enfermería, que no dudo en acudir a la guerra para socorrer a los heridos y las mujeres que la acompañaron.

Un contexto histórico donde ingleses y turcos son los protagonistas, lo que le ha dado la oportunidad de cambiar la historia y poner como protagonista a una mujer “que tiene que elegir entre un nuevo amor y las expectativas sociales”.

Un trabajo que, según detalla la coreógrafa, comenzó justo después de la pandemia “trabajando con grupos de bailarines reducidos hasta que nos fuimos multiplicando” y para la que ha tenido que bucear en los archivos de la Universidad de Harvard de Estados Unidos, donde se encuentran los originales de la obra.

“Los solos femeninos están basados en los originales que se conservan en Harvard”, pero no los masculinos, teniendo en cuenta la evolución de su técnica en estos últimos 150 años.

Un momento que ha descrito como “muy enriquecedor; todo el mundo tenía ganas de volver al estudio con algo excitante y nuevo. Fue uno de los momentos más felices que he tenido como directora de la compañía, que permite dejar este testimonio para su repertorio”.

Un ballet que presenta a una protagonista activa, en el que Rojo quiere “evitar que sea una víctima, como suelen ser las protagonistas del ballet clásico”.

Este renovado montaje ha sido adaptado por Gavin Sutherland, que es también el director musical, y Lars Payne. Rojo cuenta Antony Mcdonald como escenógrafo y figurinista; Mark Henderson como iluminador; Lucinda Coxon como dramaturga.

En esta nueva versión se ha reducido la duración de la pieza, se ha cambiado el vals del primer acto “por otra obra más triste”, y se han incluido instrumentos musicales del folclore húngaro, muy vinculados, en aquel momento, a la inmigración a Reino Unido de ciudadanos de ese país para labores de recolección.

Tamara Rojo se ha incorporado hace seis meses a la dirección del Ballet de San Francisco y asegura que se encuentra en un momento de transición, “aprendiendo mucho en mi nueva posición, en esta nueva aventura”.

Una compañía que define como iconoclasta, “acostumbrada a una diversidad grande, donde lo que menos se ha visto es el repertorio contemporáneo europeo”.

“Estados Unidos es un país muy interesante, con todas las cosas buenas y malas de su sistema. Que no haya subsidios públicos supone un reto mayor, pero sin embargo vives con intensidad el entusiasmo de los aficionados que apoyan a la compañía desde hace décadas. Es muy inspirador; un momento de aprendizaje”, apunta.

Considera que para mejorar la situación de la danza en España se muestra es necesario una la ley de mecenazgo permita incentivos a aquellos que quieran ayudar a las artes, además de que los precios de las entradas favorezcan que la gente joven acuda a los teatros.

También es “necesario que haya transparencia e independencia de las organizaciones culturales de las administraciones políticas para que no interfieran y favorezcan a unos artistas u otros en función de lo que digan y haya riqueza en el mundo de la danza”.

“Que las cosas no cambien según cambian los políticos. El Teatro Real es un ejemplo de que se puede funcionar sin depender de la estructuras políticas”, subraya.