El músico y escritor Alexandre Escrivà, en una imagen facilitada por la editorial Alfaguara. EFE/Alfaguara

El músico Alexandre Escrivà une Valencia y San Francisco en su debut en la novela negra

Eva Batalla | València (EFE).- El músico valenciano Alexandre Escrivà debuta en la novela negra con “El último caso de William Parker”, que parte de la aparición de la cabeza degollada de una mujer en las calles de San Francisco unos días antes de la celebración de la Navidad de 2018, y en la que aborda aspectos como la diversidad y el maltrato y la fuerza de las redes sociales y las nuevas tecnologías.

El thriller, publicado por Alfaguara Negra, adentra al lector en una historia hilada por cuatro tramas, ambientadas en lugares tan dispares como San Francisco y el municipio valenciano de Tavernes de la Valldigna -lugar de nacimiento y residencia del autor- con dos protagonistas: el inspector de policía en excedencia William Parker y el periodista español de sucesos Fernando Fons.

La ayuda callejera de Google

Escrivà señala en una entrevista con EFE que cuando pensó en escribir esta historia, lo primero que le vino a la cabeza fue el puente del Golden Gate y decidió que establecería el inicio de la trama en la ciudad de San Francisco, a pesar de que nunca la había visitado.

“Pasé muchas horas recorriendo las calles de San Francisco en Google Street View, buscando los lugares exactos que encajaran perfectamente en la historia que quería contar, y calles con nombres que fueran también fáciles de leer para el lector”, relata.

Hay otras dos subtramas, relacionadas con los personajes principales y su pasado. Una de ellas la protagoniza el inspector de policía William Parker, especialista en asesinos en serie, en excedencia tras el trauma que le causó el último caso en el que trabajó en Los Ángeles, y que dedica ahora su tiempo a la escritura, sin mucho éxito.

Por otro lado, el periodista de sucesos de un periódico local español Fernando Fons, que marchó a Estados Unidos tras un asunto turbio y trabaja de camarero en el Golden Soul Café de San Francisco. Ambos tratarán de desvelar la pregunta sobre la que gira la novela: “¿Quién mató a Sarah Evans?”.

Música, docencia y escritura

Escrivà (Tavernes de la Valldigna, 1996), clarinetista, compagina la interpretación, las giras y sus colaboraciones con la Banda Municipal de Barcelona con la docencia y la escritura, a la que ahora, y tras la buena acogida de su novela por el público y la crítica, quiere dedicarle más tiempo.

Sobre su afición por la literatura, señala que fue su madre quien de pequeño le llevó a las historias de Agatha Christie. Cuando empezó a decidir qué libros comprar, siempre se decantaba por la novela negra, un genero, destaca, que sigue enganchando mucho al lector joven.

En su caso, admira la pasión por la literatura que encierran las historias de Carlos Ruiz Zafón, los libros de Joël Dicker, Javier Castillo o César Pérez Gellida, le impactó la obra “Ragdoll”, de Daniel Cole y destaca la originalidad de Susana Martín Gijón y de Nagore Suárez.

El fenómeno de los “bookstagrammers”

Reflexiona también sobre el papel que desempeñan hoy en día las redes sociales en la lectura y publicación de libros, y de fenómenos como los “bookstagrammers”, los prescriptores de obras literarias en Instagram. “Me han llegado muchos mensajes de lectores pero también de libreros que me felicitan por el libro”, agradece, y destaca entre los halagos que es una historia que recomendar a todo tipo de lector. “He intentado que la lectura sea fácil, rápida, que no sea molesta y que no incomode por macabra”, señala.

Sobre su afición hacia la escritura, Escrivà relata que empezó a escribir sus primeros relatos de niño, y participaba en todos los concursos que se organizaban en la escuela. “Siempre quedaba finalista, pero nunca ganaba”, rememora.

También recuerda que en el instituto un profesor de literatura planteó un concurso en el aula por San Valentín: la propuesta era escribir una carta de amor y él escribió la historia de un hombre mayor que decide, tras saber que va a morir, declarar su amor a la mujer de la que había estado enamorado toda su vida pero nunca tuvo el valor de decírselo.

El profesor le devolvió la carta y le dijo que el texto era muy bueno pero creía que no lo había escrito él. Buscó incluso en internet el posible plagio, que no encontró. A este profesor dedica Escrivà uno de los agradecimientos de su primera novela, mientras trabaja ya en su segundo libro, también policíaco.