El escritor Luis Mario (Suances, 1992) con su cuarta novela, "Calabobos". EFE/ Eva García

Luis Mario retrata a Cantabria más allá del sobao y la anchoa

Santander (EFE).- El escritor Luis Mario (Suances, 1992) asegura que el lenguaje oral es tan válido como el académico y lo demuestra en «Calabobos», su cuarta novela.

Mario retrata en esa obra a Cantabria «más allá del sobao y las anchoas», a través de su mitología y la ‘caladura’ de la lluvia.

En una entrevista con EFE, el escritor reconoce que aún se le hace raro que le entrevisten, pero acepta que su libro ha ‘calado’ a nivel nacional a pesar de retratar una comunidad autónoma.

Una región que, a su juicio, «siente complejo por lo autóctono y por lo rural» y que «alguno no ubica en el mapa».

«He leído reseñas en internet sobre el libro en las que escriben ‘Me encanta cómo retratas Asturias'», explica.

Opina que ‘Calabobos’ está funcionando porque hay mucha literatura sobre Galicia, Asturias o el País Vasco, pero en Cantabria nunca se había expuesto la tradición en un formato literario.

Imagen de archivo de la Fiesta de Interés Turístico Nacional «La Vinajera», en el pueblo de Silió. EFE

Mario lamenta haber descubierto a sus 33 años que existe el idioma cántabro, con una gramática propia.

Asegura que “las lenguas están vivas y si han muerto es porque no se usan” y considera que hay ser consciente de esa parte de la cultura de Cantabria.

Reposicionar lo rural

Una de las principales intenciones del escritor en la creación de ‘Calabobos’ era “reposicionar o hacer una apología de lo rural”, por lo que durante el proceso de escritura decidió que lo narraría de forma oral.

“Es importante decir ‘prau’ en lugar de prado, de cagarnos en Dios cuando haya que cagarse en Dios, escribir ‘chon’ aunque te miren con cara de ‘¿qué dices?’”, asegura el artista.

Reivindica el orgullo esas palabras y expresiones cántabras de las que la población “se avergüenza”.

Esta falta de orgullo, señala, se debe en parte a que la Academia “construye el lenguaje desde arriba”, y si la RAE dice que el adjetivo ‘pueblerino’ significa ‘bruto’, “es normal que inevitablemente la población se lo crea”, remarca.

“La identidad cántabra es algo de lo que no nos enorgullecemos. Los subjuntivos mal usados, el ‘si habría que ir’, los laísmos, las palabrotas, incluso. En vez de avergonzarnos tendríamos que darle la vuelta y entender que igual no lo estamos usando mal, si no de una forma particular”, expresa.

El retorno a los pueblos

El escritor vive en la comarca catalana de Les Garrigues desde hace unos años, cuando el covid “demostró que las ciudades son un lugar hostil”.

Sin embargo, opina que no todos los jóvenes que están volviendo a los pueblos lo hacen “por gusto”.

“La subida de los precios del alquiler es el efecto directo de la pobreza de la gente. Antes se decía ‘no somos clase media, somos clase baja endeudada’. Ahora yo siento que ni siquiera somos clase baja endeudada, somos directamente clase baja”, asegura.

En su caso, explica, emigró a un pueblo por el precio del alquiler, pero luego descubrió cómo cambia la vida en un pueblo y se quedó a vivir en uno en el que había talleres, cine y cultura, y es allí donde conoció a su grupo de amigas de 70 años.

“Las personas mayores tenía muchas ganas de contar cosas y muchas cosas que contar. Les propuse hacer un taller de escritura, para reunirnos, charlar de anécdotas de nuestra vida y luego escribirlas para hacer un libro recogiendo todas estas historias”, cuenta.

Como al final lo de escribir “no les apetecía tanto”, lo que empezó siendo un taller de escritura acabó siendo un club de tertulia, ‘La Cháchara’.

Con el taller y la escritura del libro, el autor llegó a la conclusión de que «no hace falta escribir para escribir, que narrar oralmente y contar historias son sinónimos de narración literaria”.

Fotografía de archivo de la comarca de La Vega de Pas. EFE/ Román G. Aguilera

‘Calobobos’ nació para reunir las características de los relatos mitológicos, que consisten en elaborar una historia simple, de un personaje al que le pasa algo, pero con mucha carga poética, además de ser transmitida de forma oral y explicar cosas de la naturaleza que de otra forma sería difícil explicar.

La novela de Mario, que pretendía ser un relato mitológico, ha ido más allá para hacer «una oda a lo rural», que si bien critica la «caladura de violencia» en la que viven sumidos los habitantes de algunos pueblos, no deja de lado «todo lo bueno» de ellos, que también «resulta invisible».