David Álvarez|Girona (EFE).- Cuando una actriz que interpreta una autoficción acaba la función entre lágrimas es que seguramente su monólogo tenía más de auto que de ficción o que éste solo era el vehículo para transitar por los asuntos más importante de su vida: en el caso de Jimena Márquez, cómo se percibe y el teatro.
Márquez se ha entregado al público del festival Temporada Alta de Girona a través de ‘El desmontaje’, una pieza en la que juega con giros para ponerse ella en el centro, acompañada de las artes escénicas.
La funcionalidad terapéutica de la obra para su autora queda clara desde su estreno, que le sirvió para dar el salto por primera vez al trabajo de actriz que se le había negado hasta entonces.
Diferentes formatos conforman la pieza de Márquez
Diferentes formatos, entre los que se incluyen el documental y el audiovisual, conviven a lo largo de una hora y poco más para desgranar a través de diversos testigos de renombre un suceso de hace veinte años, cuando un supuesto desconocido se colaba en espectáculos de salas de Uruguay para intervenir en ellos.
El mito de Dionisios toma forma en ese individuo, Dionisos Contreras, para adentrarse en lecturas sobre la creación dramatúrgica y su puesta en escena actual, con el público censurado si interrumpe el guión.
Jimena Márquez reivindica con el texto que el teatro se caracteriza por ser algo vivo, pero también su capacidad para actuar que le negaron al no aceptarla en la Escuela Municipal de Arte Dramático.
Por primera vez ha podido dar ese salto comunicativo, travestirse de dramaturga a actriz, y sacudirse una frustración de años que tiene que ver con la escena, pero también con su voz ronca, «desde los siete años», y con cómo se percibe ella como persona.
Una segunda oportunidad para Jimena Márquez
Con ‘El desmontaje’ se da una segunda oportunidad y, concretamente en esta función del Temporada Alta, lo ha hecho en un festival europeo de primera magnitud.
La parte de documental incluye testimonios de referencias del teatro en Uruguay como Gabriel Calderón, muy conocido en Girona, donde este año estrena obra, ‘Ai! la misèria ens farà feliços’.
En cuanto a ‘El desmontaje’, la pieza es un salto al vacío concebido en la pandemia, en el que se implicó como directora Luz Vieira, con la que Jimena Márquez comparte maternidad.
Márquez cuestiona la autoridad de quienes le negaron la carrera de actriz, pero también de quienes destripan las obras de arte en los denominados ‘desmontajes’, donde se analizan las vísceras del proceso creativo en una suerte de «autopsia», según ella misma manifiesta sobre el escenario.
Una pieza pandémica
Esta pieza pandémica es por tanto la historia de un fracaso convertida en venganza a través de los poderes mágicos de ese teatro que la protagonista desmenuza en la dramaturgia.
El exorcismo tenía obligatoriamente que realizarse en solitario, lo que en el Temporada Alta se ha traducido en un monólogo, aliñado por voces amigas que se asoman a una pantalla vertical para contribuir a que Jimena Márquez espante a todos los fantasmas.
La ahora también actriz ejecuta un rito vinculado a la mitología griega y un dios en concreto que nació dos veces y al que se conoce por una larga lista de nombres.
Tras este pase por Girona, ‘El desmontaje’ se instalará del 10 al 30 de noviembre en la sala Villarroel de Barcelona, una secuencia que ratifica internacionalmente que Márquez estaba en lo cierto cuando escribió la obra para ajustar cuentas, aunque la cuenta, pese a las lágrimas, parece saldada. EFE