El ghanés Ousman Umar, durante un entrevista con EFE. EFE/Luis Millán

El sueño de Ousman Umar: crear un Silicon Valley en Ghana

Marina Segura Ramos |

Madrid (EFE).- El ghanés Ousman Umar, que llegó a España con 17 años tras un viaje de 21.000 kilómetros en los que vio morir a casi todos sus acompañantes en el desierto y en el mar, sueña con crear un Silicon Valley en su país, donde ha formado ya a 20.000 niños y niñas en programación e informática.

“Todo es posible, nada es demasiado”, subraya a EFE antes de asistir al congreso mundial de educación, tecnología e innovación “EnlightED”, en el que ha explicado su experiencia vital después de salvar su vida en situaciones extremas que no quiere para ningún joven africano. El “paraíso” no es el continente de “los hombres blancos” sino que “está en nuestra mente, en nosotros”, sostiene.

Umar, de 33 o 34 años, no lo sabe con seguridad porque en su país lo relevante es el día de la semana que naces -en su caso el martes- aún muestra en su rostro las cicatrices de las palizas que recibió de la policía durante su travesía de cinco años antes de arribar en patera a Canarias.

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El ghanés Ousman Umar. EFE/Luis Millán

También tiene una mano más oscura que la otra debido a una explosión que sufrió siendo niño mientras trabajaba de soldador de barcos en el puerto de Acra, capital de Ghana, en donde el trabajo infantil es algo normal, aceptado.

Alimentar mentes, no estómagos

Este Premio Princesa de Girona, que llegó a España sin saber leer ni escribir, aprobó bachillerato, cursó dos años el grado de química -para conocer la “magia del hombre blanco”- pero lo dejó porque no podía compaginarlo con su trabajo de mecánico de bicicletas.

Cambió a la carrera de Relaciones Públicas y Marketing, la acabó y un año más tarde estudia un Máster en ESADE en Dirección y Gestión de ONG, cuyos apuntes lleva en la mochila a todas partes para aprovechar cada minuto.

Durante la entrevista, Umar expresa su convicción en que la educación es la herramienta para cambiar el mundo, lo que le empujó a crear la ONG Nasco Feeding Minds. Su objetivo es “alimentar las mentes, no los estómagos. Llevamos 77 años con la ayuda humanitaria y billones de dólares invertidos, pero África sigue siendo el continente más pobre”, razona.

Su organización nació hace ahora diez años con la compra de 45 ordenadores que pagó con su sueldo de mecánico de bicis y desde entonces ha formado a más de 20.000 niños en informática y programación, que comienzan a los 10-12 años y acaban su formación a los 18-20 años. Este curso académico tiene a casi 7.000 alumnos repartidos en sus más de 40 escuelas.

“El talento no tiene color”

Hace apenas dos años fundó la empresa social Nasco Tech, que en ese corto espacio de tiempo ha conseguido que 14 jóvenes trabajen desde su país para siete empresas españolas.

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El ghanés Ousman Umar, durante una entrevista con EFE. EFE/Luis Millán

Tras subrayar que él sigue luchando para demostrar que “el talento no tiene color”, Umar explica que uno de sus sueños es demostrar al mundo que realmente la inmigración tiene solución y el día de mañana “podamos decir que no hay 14, sino 40, 400 o 4000 chicos de Ghana trabajando para empresas extranjeras desde su país. Ese es el Sillicon Valley que elegimos, el que vamos a crear”.

Este ghanés también imparte conferencias en empresas y foros profesionales, se acerca a centros educativos de Barcelona donde los chavales no están sacando todo el provecho académico que debieran y les habla de lo que ha sido su vida y los 14 kilómetros de ida y vuelta que recorría para llegar de niño a su escuela.

“La motivación cada uno la lleva dentro, pero somos humanos y necesitamos un espejo para darnos cuenta de lo afortunados que somos de estar donde estamos. Comparto con estos chicos una realidad que no conocen.

Aún me acuerdo que una niña de 14 años comenzó a llorar cuando le dije que ella tenía el aula a cinco minutos de su casa y yo necesité cinco años para conseguir el derecho a la educación; se dio cuenta de lo afortunada que es y no se había dado cuenta”.

Aumentar la vigilancia en el mar y subir las vallas no solucionan nada

Al ver las imágenes del último asalto a la valla de Melilla, donde han muerto al menos 23 personas, Umar dice que se ve a sí mismo reflejado en el espejo y que le despierta “una profunda tristeza porque la estrategia está equivocada.

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Un cayuco en Canarias, en una imagen de archivo. EFE/Gelmert Finol

La solución a la inmigración no está en subir las vallas de Ceuta o Melilla o más vigilancia en el mar, es triste ver tantos profesionales que analizan el proceso migratorio y sigan dando estas soluciones”.

En su caso, el viaje acabó en Barcelona, donde estuvo tirado en la calle durante dos meses hasta que una familia lo acogió, momento en el que se preguntó para qué había tenido que pasar por todo este sufriendo y la respuesta fue: “Para dar voz a todos aquellos que no llegaron con vida, evitar que futuras víctimas caigan en este cruel viaje en el que yo caí”.

“Entendí que no sobreviví por ser el más fuerte del mundo, era un niño de 12 años cuando crucé el desierto durante 21 días sin casi comida ni agua, y de los 46 que éramos solo seis llegamos con vida a Libia, sino que me salvé para cumplir un propósito de vida, igual que cualquiera de nosotros. No estamos aquí de paseo, en mi humilde opinión”.

El Congreso “EnlightED 2022”, organizada por Fundación Telefónica, IE University, South Summit y la Fundación “la Caixa”, será clausurado hoy jueves por la ministra de Educación, Pilar Alegría.