Andreu Farràs: Cataluña siempre ha sido un incordio para la política española

Barcelona (EFE).- El periodista Andreu Farràs revisa en “Roses de Foc de Barcelona” (edicions 62) los tumultos ocurridos, especialmente en Barcelona, entre 1835 y 1937, un análisis minucioso que finaliza con un epílogo sobre las revueltas tras la sentencia del procés y que lleva al autor a afirmar: “Cataluña siempre ha sido un incordio para la política española”.

Tras revisar minuciosamente más de cien años de la historia catalana, Farràs rescata una frase del conde de Romanones de 1910, cuando decía: “No hay un minuto que no tengamos que tratar de Cataluña, si tuviéramos que tratar todas las regiones como Cataluña no podríamos gobernar”.

Fueron los graves incidentes desatados tras la sentencia del Tribunal Supremo por el caso del procés en 2019 el punto de partida de este libro y, en concreto, una pintada: “Barcelona vuelve a ser la rosa de fuego”.

La frase había sido acuñada en la Semana Trágica por el periodista Antonio Loredo, que trabajaba en la publicación anarquista “Tierra y libertad”.

A partir de aquí es inevitable buscar paralelismos entre los “episodios de ira social y política” registrados minuciosamente por Farràs durante poco más de cien años y los gravísimos incidentes que sucedieron a la sentencia del procés.

El primer tumulto (“bullanga” en catalán) viene precedido del malestar social que causó la primera guerra carlista y la pugna entre liberales y absolutistas y el detonante fue una corrida de toros, que resultaron mansos, el 25 de julio de 1835, en la Barceloneta.

En pocas horas, en Cataluña 21 conventos fueron incendiados y 97 personas perdieron la vida, de ellas setenta eran religiosos, y para que el lector se haga una idea más precisa de lo que eso supone, Farràs calcula que, en función de la población, estas muertes equivaldrían a más de setecientos muertos por violencia política en 2022.

No todas las víctimas de aquellos episodios de rabia social estaban “necesariamente” implicadas en los hechos, a menudo eran menores los que sufrían “una represión furibunda” y recuerda: “Antes las manifestaciones se disolvían a tiros”.

Todos los episodios tienen un escenario común, Barcelona, en calles y rincones que hoy en día aún podemos reconocer, ofreciendo un nuevo itinerario histórico.

Por ejemplo, la plaza del Teatro, que luego tendría un monumento dedicado al dramaturgo Serafí Pitarra (1839-1895), fue el lugar en el que acabó el toro manso que la multitud enfurecida arrastró por las calles de Barcelona en el primer tumulto y, días después, hizo lo mismo en este lugar con el cuerpo del general Pere Nolasc de Bassa Girona, gobernador militar de Barcelona.

Muchas revueltas tienen denominadores comunes: desigualdad social, salarios bajos, enorme insalubridad pública, precariedad y explotación laboral junto a trabajo infantil, son ingredientes de un cóctel explosivo en una ciudad sin alcantarillas, contaminada por las fábricas y amurallada.

Murallas que la autoridad militar siempre quiso mantener para poder controlar las explosiones de ira de los catalanes que tantos dolores de cabeza causaban a los gobiernos españoles.

Hasta el punto que el autor ha calculado que, entre 1814 y 1900, el 70 % del tiempo, Cataluña y Barcelona se encuentran en estado de excepción, asedio o con las garantías constitucionales suspendidas.

Además, durante muchos de estos años, el 25 % de las tropas del Ejército estaban acuarteladas en Cataluña que, sin embargo, entonces representaba el 10 % de la población española.

Recuerda Farràs que, casi tras cada estallido de violencia social, se sucedía una crisis de gobierno en España y, por poner el ejemplo más cercano en el tiempo, aunque la causa primera de la moción de censura del PSOE contra el gobierno del PP de Mariano Rajoy en 2018 fue la corrupción, es cierto también que entonces contó con el apoyo de los independentistas catalanes, todo ello después del referéndum del 1-O de 2017.

Una de las pintadas de las revueltas del 2019 tras la sentencia del procés decía “ningún estado nos hará libres”, lo que recuerda que aquellos incidentes tenían, además del componente independentista, acentos de anarquismo y de precariedad laboral, especialmente de los jóvenes, todo contribuye a una “explosión de indignación”.

Y si en 1835 fueron unos toros mansos el detonante de un profundo malestar es fácil establecer la comparación con el fútbol y el caso Negreira.

En este punto, no rehuye Andreu Farràs preguntarse, “¿qué pasaría si la UEFA expulsa al FC Barcelona de las competiciones internacionales?, desde luego es entrar en el terreno de la especulación, pero no es descartable otra explosión”.

Andreu Farràs ha trabajado, entre otros medios, en El Periódico de Catalunya y Avui, ha sido profesor de periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y ganó un premio Ondas por el reportaje “El 23-F des de dins” (TV3) y otro de la Diputación de Barcelona por una docuserie sobre la Guerra Civil (Betevé).

Es autor, entre otros libros, de “Els Güell”, “L’oasi català”, “L’ascensor”, “Els invisibles” y “El 23-F a Catalunya”.