París (EFE).- España será el país de la OCDE que más parte de su producto interior bruto (PIB) tendrá que dedicar al pago de las pensiones en 2050 sin reformas para mitigar el efecto de su fuerte envejecimiento previsto, como han hecho o están haciendo la mayoría de los otros miembros.
En su informe bienal de pensiones publicado este jueves, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) calcula que el gasto público en pensiones en España pasará del 13,6 % anual al 17,3 % a mitad de siglo.
Es la cifra más elevada de los 32 países para los que hay estadísticas, y está muy por encima del 10 % que se espera de media, frente al 8,8 % que es el dato actual de la OCDE.
Fuerte envejecimiento en otros países
Sólo se prevé que se acerquen al gasto de España otros países en los que también se augura un fuerte envejecimiento demográfico y que tienen un sistema de pensiones relativamente generoso, en concreto Italia (15,5 % del PIB), Bélgica (14,8 %), Portugal (14,6 %) y Austria (14 %).
España será, sólo por detrás de Corea del Sur, el país que va a experimentar un mayor crecimiento en la llamada tasa de dependencia demográfica, es decir en el porcentaje de los mayores de 65 años respecto a los que tienen de 20 a 64, en edad de trabajar.
Los autores de este informe no hacen recomendaciones de reformas, como sí que las hizo para España el miércoles en Madrid el secretario general de la OCDE, Mathias Cormann, al advertir de los retos de sostenibilidad del sistema de pensiones a largo plazo.

Medidas correctivas como en otros países
Pero sí que inciden en las proyecciones de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), en diversos parámetros que han llevado a Cormann a hacerlas, y en que España no ha diseñado mecanismos correctivos que existen en otros países.
Recuerdan, por ejemplo, que hay nueve países de la OCDE que contemplan un mecanismo para vincular la edad de jubilación a la esperanza de vida, como el que hubo en la derogada reforma del Gobierno de Mariano Rajoy.
También que más de la mitad de los países van a aumentar la edad de jubilación y que otros contemplan bajar las pensiones en función de la evolución demográfica. Y que no hay nada de eso en España.
De media, una persona que se jubiló en 2024 en la OCDE tras haber empezado a trabajar a los 22 años y haber cubierto el periodo de cotización completo que se exige en su país con un salario medio percibe en pensión el 63 % de la que era su remuneración neta durante su vida activa.
Esa tasa es en España, del 86,3 %, por detrás de Austria (86,8 %), Luxemburgo (87,7 %), Grecia (88,5 %), Portugal (92,7 %), Países Bajos (96 %) y Turquía (96,4 %).
Cifras que contrastan con las de Corea del Sur, Estonia, Irlanda y Lituania, que son los regímenes en términos comparativos menos generosos con los pensionistas, con tasas de reemplazo inferiores al 40 %.
Esa elevada tasa de reemplazo tiene que ver en parte con que el cálculo de la pensión en España se hace a partir de los 27 mejores años de la carrera, cuando en casi todos los de la OCDE se toma como base toda ella o como mínimo 35 años.
La brecha de pensiones hombres-mujeres es mayor en España
La brecha entre las pensiones medias que reciben los hombres y las mujeres es en España todavía más elevada que en la media de la OCDE, del 29,2 % frente al 22,8 %, pero se ha reducido un poco más rápidamente en los últimos años.
En su informe bienal de pensiones publicado este jueves, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) explica que en 2015 esa brecha era del 33,7 % en España y del 26,8 % en el conjunto de la OCDE.
Con los datos más recientes de 2024, esa brecha es inferior al 10 % en Estonia, Islandia, Eslovaquia, Eslovenia y la República Checa, mientras que en el extremo opuesto supera el 35 % en Austria, México, Países Bajos y Reino Unido, e incluso alcanza el 47 % en Japón.
Los autores del informe subrayan que el principal motivo de esa brecha de género en las pensiones son las diferencias en la vida laboral entre hombres y mujeres.
Es decir, que responde al hecho de que las mujeres que han llegado a la edad de jubilación han cotizado menos años de media que los hombres y que además cuando lo hacían por lo general trabajaban menos horas y su remuneración por hora era inferior.
Las pensiones actuales, en realidad, reflejan las consecuencias de las vidas laborales que se han desarrollado en las últimas décadas.