Llegada de un furgón policial la Audiencia de Cáceres. EFE/ Jero Morales

Jose Polo, dueño de Atrio, dispuesto a negociar para recuperar la botella más cara

Cáceres (EFE).- Uno de los dueños del restaurante-hotel Atrio de Cáceres, José Polo, ha considerado este lunes que el robo de 45 exclusivas botellas de vino en su negocio fue un “encargo” y ha mostrado su disposición a negociar con los acusados por la Chateau d´Yquem de 1806, que se podría vender por unos 350.000 euros, por su alto valor sentimental.

“Ha sido un encargo, me quedaba la esperanza de que no lo hubiera sido y negociaran entonces con las botellas”, ha declarado a los periodistas tras testificar en la vista oral en la Audiencia Provincial de Cáceres.

“Si no negocian de aquí al final del juicio quiere decir que las botellas -a lo largo del juicio las partes las han cifrado en 45 pero el listado por Ministerio Fiscal en su escrito inicial registraba 47- ya las tienen las personas que se las encargó”, y que son “peligrosas”.

Aunque se ha mostrado dispuesto a negociar por la botella de la región de Burdeos Chateau d´Yquem de 1806, no lo ha hecho así por el resto de vinos, por los que, en total, ya han obtenido una indemnización de 753.454,46 por parte del seguro.

Además, ha recalcado que el precio de lo robado, en principio tasado por Atrio en 1.648.500 euros, es “relativo” y que depende del valor “histórico y sentimental”.

Jose Polo
José Polo, uno de los dueños del hotel-restaurante “Atrio”, a su salida este lunes de la Sección Segunda de la Audiencia de Cáceres. EFE/ Jero Morales

Así, ha dicho que 24 de los vinos sustraídos los compraron en diciembre de 2000 por “7 u 8 millones de pesetas cada una”.
Sobre el reconocimiento de los dos acusados del robo, Constantin Dumitru y Priscila Guevara, Polo no ha sido tajante, pues no se considera “buen fisonomista” y hombre que presuntamente cometió el robo “llevaba pelo”.

“Al cien por cien no estoy seguro, pueden ser”, ha dicho ante el magistrado el dueño de Atrio en referencia a Dumitru, de 48 años y con nacionalidad rumana y neerlandesa, y Guevara, de 28 años y natural de México, a los que se les atribuye un delito de robo con fuerza, agravado por el alto valor de los vinos.

Además, ha recordado que fue al día siguiente, sobre la una del mediodía, cuando se dieron cuenta de la desaparición de las 45 botellas, la madrugada del 27 octubre de 2021, tras lo cual presentaron denuncia.

Según su relato, las videocámaras captaron el movimiento de las dos personas alojadas en la habitación 107, bajando y subiendo, yendo a recepción, pasando dos puertas con cerraduras electrónicas y abandonado con dos bolsas su habitación.

“Yo solo los vi en la cena, me dijeron que se había registrado la señora y que estaba esperando a alguien para cenar, tenía un amigo artista que estaba sentado con ellos y me acerqué a preguntarles que tal había ido la cena”, ha afirmado el dueño del restaurante.

Sobre los dos sospechosos los ha descrito como una mujer delgada, aparentemente con peluca y gafas de pasta negra, y un señor con el pelo claro castaño, con buena constitución, que ha asegurado eran “muy simpáticos”, y en los que no vio “nada raro”.

Juicio por el robo en Atrio
José Polo, uno de los dueños del hotel-restaurante “Atrio”, ofrece su versión de los hechos de la Sección Segunda de la Audiencia de Cáceres. EFE/ Jero Morales

Polo, quien ha dicho además que quieren “pasar página” de este suceso, ha defendido la vigilancia de la bodega que albergaba las botellas, así como el inventario, con un ordenador y dos libros escritos a mano en los que se registra lo que entra y sale de allí.

Además, ha señalado que “a simple vista” se veía el número de las botellas desaparecidas ese mismo día, por las cajas de vino faltantes, concretamente las de las marcas más importantes de la bodega.

Así, ha afirmado que le “parece” que tras haber intentado los ladrones abrir la bodega con una llave “antigua” de la habitación 106, lo hicieron posteriormente con otra llave, la maestra, que es la que suele tener el trabajador que está de noche, “que cierra todas las puertas y comprueba que todo esté cerrado”.

Polo ha explicado que el seguro contratado sobre su bodega lo hizo una “persona de confianza” y el perito del caso les dijo que estaba “muy bien hecha la póliza”. La restitución de las botellas, en el caso de que aparecieran, irían a parar inicialmente a la compañía de seguros, pues ya abonó la indemnización, y podrían retornar a Atrio si el restaurante devuelve el dinero.

La Policía cree que los acusados buscaron vender las botellas en EE.UU

El análisis de las conversaciones telefónicas a los acusados del robo en el restaurante-hotel Atrio de Cáceres, Constantin Dumitru y Priscila Guevara, apuntan a que éstos intentaron “colocarlas” a un comprador en Estados Unidos un mes después de sustraerlas del establecimiento.

El responsable policial de recuperar las llamadas efectuadas desde el teléfono de Dumitru ha explicado en el juicio que, del análisis de las mismas, se desprende que a los acusados “les estaba costando vender las botellas” y que estaban haciendo gestiones a ver si las podían colocar en Estados Unidos.

Según su testimonio, existen conversaciones “con un tal Marcos” para vender los vinos y hacer la gestión con destino a Estados Unidos, donde se habla del precio y un posible cambio de una de las botellas por un vehículo de alta gama. Dicha conversación se produjo durante la estancia de Dumitru en Países Bajos en noviembre de 2021, un mes después del robo.

Esta búsqueda de comprador contrastaría con lo apuntado por uno de los dueños del establecimiento, José Polo, quien en el juicio ha afirmado que el robo de las botellas fue un “encargo”.

El citado agente de la policía científica y el propio Polo han declarado como testigos en la jornada de este lunes, en la que otras 14 personas también han aportado su testimonio, principalmente agentes de la Policía Nacional y trabajadores del restaurante.

Otro policía, el primero en llegar al lugar de los hechos tras el robo, sí ha identificado a los acusados como la pareja responsable a raíz del visionado de las cámaras de seguridad del establecimiento.

En su opinión, estos aprovecharon el despiste del trabajador de noche del hotel, despiste que “provocan ellos” cuando pidieron algo de comer, para acceder posteriormente a la bodega, donde sólo hay cámara en la entrada y no en el interior.
“Le puedo decir, sin ningún género de dudas y porque han sido muchas horas de visualización de imágenes, que los reconozco -en alusión a los acusados- y que esos cuerpos sin conocerlos, llega a un punto que, por la morfología y la forma de andar, los hubiera reconocido por la calle”, ha afirmado a preguntas de la fiscal.

Además, ha aclarado que se pidió la intervención del tráfico de llamadas y la geolocalización celular, pues, en su opinión, se ve al acusado -en la noche del robo- hablando por teléfono, con quien “se supone” que es la otra parte acusada, a la vez que “se esconde” del trabajador del hotel.

Por su parte, los trabajadores de recepción esa noche no han coincidido a la hora de ser tan tajantes en reconocer a los acusados, pues el responsable de la recepción ha apuntado a que “los ojos -de los acusados- sí son los que recuerdo” mientras que el encargado del turno de noche, en el momento del robo, ha asegurado que los reconoce “de forma firme” como los que ocuparon la habitación 107 de Atrio, donde se alojaron Dumitru y Guevara.

Este último ha asegurado que hasta tres veces se negó a subirles más cena a la habitación, aunque finalmente accedió y preparó una ensalada en 20 minutos, pues “yo no soy cocinero”.

“Me extrañó que pidieran de comer después de un menú degustación. Llevo diez años trabajando y me ha pasado dos veces; me pueden pedir un café, una infusión o una copa, pero de cenar, me extraña”, ha dicho.