María Montoya |
Pamplona (EFE).- Lazos históricos, afinidades culturales, la coincidencia del nombre, avatares bélicos o circunstancias casuales como compartir las vivencias evangelizadoras de un santo, son algunas de las razones que están detrás del hermanamiento entre localidades, una dinámica que tuvo su auge especialmente en la segunda mitad del siglo XX.
El hermanamiento entre poblaciones ubicadas a miles de kilómetros no deja de ser un empeño de buenas voluntades surgido en la reconstrucción de Europa tras la II Guerra Mundial, con la apertura entre los países que querían alejar una experiencia tan traumática e intercambiar experiencias culturales, económicas y sociales.
En declaraciones a EFE quien fue jefe de protocolo del Ayuntamiento de Pamplona entre 1999 y 2013, Javier Marquínez, ha explicado que, dadas las circunstancias políticas de España, en su inicio estos acuerdos fueron “históricos y aperturistas” porque permitían a la ciudadanía conocer otras realidades y recibir también a personas que acercaban otras culturas.

Es el caso del hermanamiento de Pamplona con Bayona (Francia), “ciudad con la que había existido una relación histórica, y que supuso en ese momento una válvula de escape, porque pasar la frontera era una cosa compleja durante la dictadura”, señala Marquínez, quien recuerda que después vinieron los pactos de hermandad con Yamaguchi por su relación con San Francisco Javier, con Paderborn (Alemania) con lazos económicos, y con Pamplona de Colombia, con el nombre común y al baztanés Pedro de Ursúa como nexo.
También la Unión Europea apoyó económicamente estos pactos, de forma que en 2013 hasta 553 municipios españoles constaban como hermanados con 725 localidades europeas, vínculos a los que se suman los firmados con consistorios de los otros cuatro continentes del mundo, según datos de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).
Para Marquínez los ayuntamientos ponen la estructura, pero “es la sociedad civil la que luego sigue esta relación”, que suele centrarse en actos culturales, aunque también han derivado en algunos intercambios de aporte comercial y económico. No obstante, muchas de estas relaciones se han enfriado con la evolución social, ya que hoy la ciudadanía viaja con mucha más facilidad y puede comunicarse por otras vías que el contacto presencial, señala.
Tantos motivos como municipios

En cuanto a la elección de la localidad con la que hermanarse, los motivos son casi tan diversos como los municipios que los suscriben, y en algún caso se remontan a siglos atrás, como el pacto de la ciudad de Pamplona y la nipona de Yamaguchi, por ser esta la elegida por el patrón de Navarra, San Francisco Javier, para la evangelización de Japón.
Casi 500 años después Pamplona cuenta con un gran parque con el nombre de la localidad nipona como gesto más visible del hermanamiento en 1980 de ambas ciudades, aunque también en Yamaguchi hay vestigios sanfermineros, como una figura del gigante misionero “Savieru”, que al igual que la comparsa pamplonesa sale por las calles en días festivos.
También con Japón y con siglos de por medio se asienta la relación de Coria del Río (Sevilla), a donde llegó en el siglo XVII el samurai Kasekura Tsunenaga. A día de hoy, cada mes de agosto tiene lugar en la orilla del Guadalquivir la ceremonia Toro Nagashi, en el único lugar fuera de Japón donde se celebra.
La guerra también une
Pero no siempre los motivos del acercamiento entre dos localidades son de grato recuerdo. El bombardeo de Gernika en 1937 ha marcado los hermanamientos que mantiene esta villa vizcaína, convertida en símbolo de la paz. Firmó en 2022 un convenio de amistad con la ciudad ucraniana de Irpin, devastada también por la invasión rusa, y mantiene acuerdos con la ciudad alemana de Pforzheim, bombardeada en abril de 1945.

Y así como estas experiencias bélicas unen, otras separan. Es el caso del hermanamiento de Barcelona con San Petersburgo, suspendido temporalmente tras la invasión de Ucrania por Rusia. También, hace dos meses la alcaldesa de Barcelona decretó la suspensión del suscrito con Tel Aviv por su discrepancia con el trato al pueblo palestino, una polémica a la que el alcalde de Madrid respondió ofreciendo el hermanamiento de ambas capitales.
En este contexto, tres años antes se firmó el hermanamiento de la localidad judía de Kfar Vradim con la burgalesa de Castrillo Mota de Judíos, que en 2015 cambió su anterior denominación -Castrillo Matajudíos- para convertirse así en un símbolo de la lucha contra el antisemitismo.
Y para el recuerdo de los vecinos de Celadas (Teruel) queda el parque construido con madera de los bosques rusos de Vinogradovo fruto de un hermanamiento que nació en 1991 durante el proceso de desmembramiento de la URSS por el interés de los soviéticos por conocer las prácticas agrícolas.
Lorca (Murcia) está hermanada con el pueblo francés de Adissan porque más de la mitad de sus habitantes son lorquinos o descendientes, dada la gran cantidad de vecinos de Lorca que desde 1920 emigraron a la localidad occitana para trabajar en la vendimia.

Los proyectos de cooperación son otro de los frutos de estas cartas de hermanamiento, de gran valor en casos como el de Logroño con el asentamiento saharaui de Hagunia, ubicado en el desierto de Tinduf (Argelia), desde donde niños saharuis viajan para veranear con familias logroñesas.
Los lazos históricos
Los lazos históricos priman en las motivaciones, como las de Avilés y San Agustín de la Florida, fundada en 1565 por el explorador avilesino Pedro Menéndez, a quien cada año se le recuerda allí en un acto que recrea los tiempos fundacionales.
En Extremadura, además de los numerosos hermanamientos con países latinoamericanos por sus lazos históricos con expedicionarios y conquistadores, destaca el firmado entre Cáceres y Lumbini, capital de Nepal, que refuerza el proyecto de un gran complejo budista en la capital cacereña que presidirá una estatua de Buda de más de 50 metros de altura.
Entre la decena de ciudades hermanadas con Toledo destaca la griega Keraklion donde nació El Greco en 1541. El pintor vivió en Toledo más de la mitad de su vida y creó un vínculo entre ambas ciudades que ha permanecido.
También un personaje con pasado común en ambas localidades fue el motivo inicial del hermanamiento entre Ceuta y la ciudad siciliana de Acicatena (Italia), ambas gobernadas por Luis II Riggio Branciforte en el siglo XVIII.
Y el deporte, que tantas veces desune en la rivalidad, está en el origen del hermanamiento entre Oviedo y el municipio mexicano de Pachuca de Soto, dado que sus dos equipos de fútbol están gestionados por el mismo grupo empresarial.
Además, recurrentes son los hermanamientos por compartir el nombre de la ciudad, como ocurre con Pamplona y su homónima colombiana, la Valencias española y venezolana, la Laredo cántabra con la de Texas (Estados Unidos) y México (Nuevo Laredo en este caso), Logroño con la argentina Todos los Santos de la Nueva Rioja, la vizcaína Muskiz y la mexicana Múzquiz, o Toledo con Toledo de Ohio (Estados Unidos).