Laredo (EFE).- La Puerta de San Lorenzo de Laredo, torre vigía de la antigua muralla medieval, atesora una batería de objetos curiosos relacionados con el emperador Carlos V, quien desembarcó en la villa marinera cántabra en busca de su retiro hacia el monasterio de Yuste en 1556, tras abdicar en Bruselas.
Trajes y tocados de época, una maqueta de la embarcación Espíritu Santo en la que arribó, un cañón defensivo de bronce, una reproducción de la silla en la que viajó hasta Extremadura, utensilios cotidianos o un facsímil de su libro de rezos componen, entre otras piezas originales y copiadas, el abanico de propuestas de este centro de interpretación abierto al público.
“Incluso un tablero del juego de la Oca que estaba muy de moda en ese periodo renacentista y que se asemeja al actual”, explica en una entrevista con EFE Marian Riñones, la presidenta de El Palenque, una asociación cultural sin ánimo de lucro que se afana en la investigación documental para acercar ese periodo histórico.

No en vano, la asociación participa de forma habitual con sus indumentarias, hechas a mano y fieles a la realidad, en eventos como la recreación del Último Desembarco de Carlos V o en las rutas del emperador que pertenecen al itinerario cultural europeo.
También aparecen en el rodaje de “La corona partida” o en la serie histórica “Carlos, rey emperador”, si bien el último hito de El Palenque tuvo lugar en junio cuando asistieron al Ommegang de Bruselas representando a nobles españoles del Renacimiento.
Se trata de un desfile que conmemora la llegada del emperador y su corte en 1549 para presentar a su hijo y sucesor, el rey Felipe II, y, según explica Riñones, la asociación ha sido “el primer grupo extranjero que participa desde 1930” en esta selecta puesta en escena.
Con los ojos y la mentalidad del momento
El visitante de la muestra de Laredo podrá comprender “con los ojos y la mentalidad del momento” cómo era Carlos V, por qué decide abdicar y retirarse en Yuste, sus aficiones con los instrumentos de navegación o relojes de sol, cómo se viajaba en la época o la importancia de la indumentaria para la sociedad de clases de la que, incluso, se dejaba constancia “en los documentos notariales tras el fallecimiento”.
Riñones afirma que la moda entre la alta alcurnia pasaba por el negro pero no por el color en sí, sino por el tinte del palo de Campeche que se utilizaba para teñir las prendas y que “solo los reyes y la gente poderosa podía comprar y traer de América”.
De hecho, según las crónicas, Carlos V llega a España con ese tipo de traje que luego portará su hijo por Europa, y el resto de la nobleza “empezará a copiar”, apunta Riñones.
En otro lado del estrato social se puede observar cómo vestían los marineros de la villa de “forma basta, pero cómoda para que pudieran trabajar”, o la elite común con los tocados cuneiformes de las mujeres.
“Cuanto más alto era el tocado, más riqueza poesía porque llevaba muchas balas de lino, al igual que la finura en los paños”, matiza Riñones, quien añade que es lo mismo que ocurre hoy en día, por ejemplo, con los abrigos que se fabrican con un tejido de mayor o menor calidad que repercute en el precio.
Pepitas de oro en el vino
Otra de las curiosidades del centro de interpretación de Laredo es que se explica cómo Carlos V, debido a su historial de enfermedades, rehusaba beber el vino frío, por lo que utilizaba unas pepitas de oro que al frotar se calentaban y atemperaban el líquido una vez sumergidas en la copa.
Profundamente religioso, el emperador rezaba en privado sus propios libros de horas y algunas páginas del facsímil, cuyo original aguarda la Biblioteca Nacional, también se pueden encontrar en la muestra de Laredo.

Además de una de las cartas traducidas que escribió a su hijo Felipe II con símbolos codificados para evitar que los espías pudieran descifrar el contenido de los mensajes de una de las coronas más poderosas en la historia europea.
Por Miguel Ramos