Mérida (EFE).- Ocho años después de la desaparición de Manuela Chavero y cuatro desde que su cadáver fue localizado envuelto en una sábana y enterrado en una finca de Monesterio, municipio pacense en el que residía. El juicio por estos hechos comienza este próximo lunes en la Audiencia Provincial de Badajoz.
En el banquillo de los acusados y ante un jurado popular se sentará Eugenio Delgado, un veinteañero por aquel entonces. Fue la última persona que estuvo con ella en la noche de su desaparición, el 5 de julio de 2016. Cuatro años después condujo a los investigadores hasta el lugar donde enterró el cadáver.
Desde su arresto, el 18 de septiembre de 2020, Delgado siempre ha mantenido que fue una muerte accidental después de haber mantenido relaciones sexuales con Manuela. Ella le doblaba la edad.

Sin embargo, tanto la Fiscalía como la acusación particular piden la prisión permanente revisable por un delito de asesinato subsiguiente a un delito contra la libertad sexual. Ha explicado a EFE la letrada de la familia de Manuela Chavero, Verónica Guerrero.
A esta petición se suma una solicitud de pena de prisión por detención ilegal y otra por lesiones psíquicas y daño moral a los familiares de Manuela. Durante cuatro años -desde la desaparición hasta la localización del cadáver padecieron «un sin vivir inmenso» y luego otros tantos hasta el inicio del juicio.
Acusación particular
Cinco sesiones, en horario de mañana y tarde, en las que «vamos a avalar con pruebas» lo que ocurrió. «Vamos a poner en valor nuestro trabajo de cuatro años», todo ello con numerosos informes y declaraciones periciales.
De hecho, alrededor de una veintena de especialistas y peritos con sus correspondientes informes y declaraciones conformarán el grueso de la parte pericial. Expertos del análisis del comportamiento delictivo y facultativos del Instituto de Antropología de Madrid y del Instituto de Medicina Legal Badajoz aportarán su labor.
Fiscalía
Según el relato de la Fiscalía, alrededor de las 2,15 horas del día de autos, Eugenio se dirigió a la vivienda de Manuela tras haber advertido desde el exterior que se encontraba en el interior. La luz estaba encendida, ella aún seguía despierta y estaba sola.
Con la excusa de que debía devolverle una cuna que él le prestó en su día, ambos se dirigieron a la vivienda familiar del joven para que Manuel se la llevara. La casa, a unos 80 metros de distancia, la utilizaba esporádicamente.
Ya en el interior de esta vivienda, sin contar con el consentimiento de Manuela, la abordó para satisfacer sus deseos sexuales y la agredió mortalmente. Posteriormente, cargó el cuerpo sin vida de Manuela en su vehículo y se dirigió hasta su finca. Allí lo enterró envuelta en una sábana y atado con cuerdas.

«En cualquier procedimiento donde hay una muerte. La parte forense es muy relevante, pero en este caso lo es aún más», ha apuntado la abogada. La letrada considera que es el caso que más dedicación le ha exigido tanto por tiempo como por la exigencia máxima de pulcritud y tecnicismo.
El juicio, al margen de permitir conocer todos los pormenores de la muerte de Manuela, permitirá desvelar también el trabajo extenso y exhaustivo de la Guardia Civil. Sus agentes recorrieron durante cuatro años innumerables caminos de posibles indicios y respuestas hasta llegar a uno solamente: Eugenio Delgado.