Miguel Álvarez |
A Estrada (Pontevedra) (EFE).- Sarah Jane Long y Jones Hendershot son una pareja de Nueva York, Estados Unidos, que hace cinco años decidió asentarse en la península Ibérica y, cuando conocieron Galicia, esta tierra les «robó el corazón», por lo que se quedaron en la comunidad para desarrollar un proyecto de intercambio cultural.
Sarah y Jones, junto con el hermano de ella y su pareja, decidieron hace años que querían dejar Estados Unidos «y buscar una nueva vida en otro lugar». Optaron por España, pues los dos hombres de ambas parejas ya la habían visitado; ahora los primeros tienen el proyecto ‘Jane in Spain’, que cuenta también con canal de YouTube.
«Aquí hay una calidez humana preciosa y una apertura que no siempre se encuentra. Los españoles parecen tener una habilidad especial para experimentar y compartir la alegría como una parte fundamental de la vida, incluso mientras reconocen y afrontan las dificultades inevitables de la existencia. España también es un país físicamente impresionante, de un extremo al otro», explica a EFE Sarah Jane Long, ahora Hendershot de casada.
Condujeron desde el norte de Portugal, por la costa cantábrica, hasta Francia: «Pero fue Galicia la que me robó el corazón. No sé si fue la salvaje Costa da Morte, los petroglifos y castros, la autenticidad de la comida, o la amabilidad de la gente, pero había una energía aquí que me atrajo profundamente. Alguien me regaló un libro de Rosalía de Castro y fue definitivo. Sentí que era mi alma gemela», añade.
Su llegada, no obstante, fue complicada, pues tras firmar un contrato para comprar un molino restaurado en Ferrol y volver a Nueva York a vender su casa, se declaró la pandemia y la pareja perdió todo aquel dinero.
No se rindieron y, meses después, viajaron a Galicia junto a sus dos perras, en una dura travesía, larga y cansada, que acabó con un final más feliz.
«Al llegar a Galicia había mil millones de estrellas. El aire olía a pino. Y los búhos se llamaban unos a otros. Era increíblemente hermoso. Y sentí que por fin habíamos llegado a casa», añade sobre un viaje que llevó a la pareja primero a vivir en O Pino (A Coruña) y ahora a Fondós, una pequeña aldea de Cerdedo-Cotobade (Pontevedra).
La cultura gallega, «en una cápsula del tiempo»
Ambos formaron parte, en América, de una «comunidad maravillosa de músicos y artistas» y ahora se integran en Galicia, con esa faceta presente junto con la mente abierta a «aprender nuevas formas de vivir», en su caso, al introducirse en la sociedad gallega, aprender el idioma e incluso colaborar en las huertas.
«Nuestras ideas sobre el proyecto evolucionaron a medida que aprendíamos más sobre la cultura gallega. Nos dimos cuenta de que la cultura gallega existe como en una cápsula del tiempo protegida, moldeada por los años en que fue forzada a la clandestinidad y ensombrecida por una vergüenza impuesta», agrega Sarah.
Esta cultura, «vivida de forma tan natural y compartida por generaciones y generaciones de gallegos» sirve como inspiración para su proyecto, aunque advierte de los riesgos y la importancia de conservarla.
Dentro de su iniciativa de intercambio cultural, la pareja llevó el pasado junio a cinco músicos españoles a un festival de jazz de Nueva York y en agosto llevará al estadounidense David Berger -al que definen como el mayor experto del mundo en la figura de Duke Ellington y en música swing- a Galicia para trabajar con varios profesionales de la zona.
«Y no trabajamos solo con jazz. Estamos organizando un retiro de música de cámara para el próximo verano con el compositor gallego Octavio Vázquez y también acogeremos a artistas de rock, folk, blues y americana. También traeremos escritores y fotógrafos para que se sumerjan en la cultura y se inspiren en la belleza de Galicia», abundan.
Quieren ver «la cultura gallega reflejada de nuevo en las páginas de grandes libros y en las paredes de galerías por todo el mundo» y eso lo hacen «no para atraer multitudes de turistas, sino para ayudar a definir la esencia del lugar como medio para proteger sus límites», concluye. EFE