El ilustrador y humorista gráfico Mauro Entrialgo ha participado en Logroño en el congreso Trabalengua, dedicado a la divulgación. EFE/ Fernando Diaz

El ilustrador Mauro Entrialgo defiende que el discurso humorístico se basa en “escamotear” datos

Logroño, (EFE).- El ilustrador y humorista gráfico Mauro Entrialgo ha dicho a EFE que el discurso humorístico se basa en “escamotear” alguna pieza fundamental de la información que proporciona el chiste o la viñeta, para que el receptor la complete.

Entrialgo (Vitoria, 1965) participa este sábado en Logroño en la sexta edición del congreso Trabalengua, con una charla sobre la construcción del discurso humorístico, con ejemplos de sus ilustraciones y viñetas.

“El humor gráfico se hace con la intención de que sea humor”, ha puntualizado, “no es lo mismo que el humor involuntario, que sucede cuando la gente se ríe porque alguien se cae”.

En cualquier chiste o viñeta tiene que “faltar información” porque eso es lo que caracteriza al lenguaje humorístico, ha recalcado.

De este modo, ha defendido que “el receptor que completa ese rompecabezas que se le propone, logra una satisfacción que se traduce en una sonrisa o carcajada”.

“Un chiste que explica todo demasiado, que profundiza mucho en una situación, por muy divertida que parezca, es menos gracioso que otro que obvia muchas partes”, ha sentenciado.

El ilustrador y humorista gráfico Mauro Entrialgo ha participado en Logroño en el congreso Trabalengua, dedicado a la divulgación. EFE/ Fernando Diaz

Sin embargo, este vitoriano afincado en Madrid ha reconocido que el problema de los chistes que obvian mucho contenido es que “los entienden menos gente”.

En la comunicación humorística “siempre tiene que participar el receptor”, por ello, ha matizado, hay chistes que no se entienden en algunos países o en determinados grupos de población.

“Pero un chiste que se entiende en todo el mundo no es un chiste, es un comentario”, ha asegurado.

Los tabúes funcionan como “condimento” que dan más risa a un chiste, pero estos tabúes son muy diferentes en cada país, ha recalcado, de modo que en España durante mucho tiempo hacían gracia los chistes de política o sexo porque no se podía hablar de estos temas.

“En sociedades en las que el sexo ha sido algo más normal, como Suecia, contabas un chiste de Jaimito y no les parecía nada gracioso, y no es porque fuera un humor más español que sueco”, ha reflexionado.

El oficio del humor gráfico

Este viñetista -quien ha trabajado para los periódicos El Salto, Público, El País, El Diario Vasco y las revistas El Jueves, El Víbora, Cinemanía y Makoki- ha subrayado que el humor gráfico “tiene más de oficio que lo que parece”.

A su juicio, es un oficio “muy basado en el instinto”, de modo que hay gente que hace chistes o comentarios humorísticos de manera innata, pero recurre a mecanismos que ya existen de toda la vida.

“Sucede lo mismo que en cualquier forma de creación artística. Hay personas que tienen más habilidad para cantar entonando sin haber aprendido nunca a hacerlo, aunque esta capacidad se puede aprender”, ha asegurado.

Por ello, cree que con el humor ocurre lo mismo porque hay gente que es graciosa de manera natural, pero este don se puede llegar a conseguir.

El ilustrador y humorista gráfico Mauro Entrialgo ha participado en Logroño en el congreso Trabalengua, dedicado a la divulgación. EFE/ Fernando Diaz

“Los humoristas gráficos tenemos una ventaja sobre el humorista que está sobre un escenario y tiene que reaccionar inmediatamente a la actitud del público”, porque “los viñetistas se pueden pensar las cosas y tienen mucho más tiempo para realizar una ilustración”, ha explicado.

Así, ha dicho que, en ocasiones, puede llegar a pasar que cuando alguien conoce en persona a un humorista gráfico le puede parecer alguien “serio y muy seco”.

En este congreso se aborda la divulgación de la lengua desde una vertiente divertida y amena, pero sin perder el rigor y la corrección, unas circunstancias que también está presente en las ilustraciones, que exigen “ser muy preciso para no destrozar el chiste”, ya que “tienen que funcionar como un reloj”.

“Pasa lo mismo que cuando le cuentas un chiste a un niño y lo tiene que repetir. Se fija en la historia en general, pero no se da cuenta de que el lenguaje y la semántica son importantes para contar el chiste de manera que funcione. La mayoría de las veces, los niños destripan el chiste y lo cuentan al revés, es muy divertido”, ha detallado.

Por Rebeca Palacios