Un soldado de las fuerzas para la Defensa del Pueblo en el estado Karen, en Birmania, en una imagen de archivo. EFE/ Mauk Kham Wah

“La revolución ha ganado”: La junta birmana, en sus horas más bajas 3 años después del golpe

Paloma Almoguera y Aung Thiha |

Bangkok (EFE).- La junta militar que detenta el poder en Birmania desde el golpe del 1 de febrero de 2021 se encuentra en sus horas más bajas tres años después, con el Ejército acorralado tras una ofensiva lanzada en octubre por un grupo de guerrillas que ha despertado un sentimiento de optimismo en el depauperado país.

“En los pasados tres años y hasta ahora había vivido en estado de miedo permanente. Pensaba, ¿cuándo moriré? “, dice a EFE Ma Shwe Mi, de 39 años y residente de la región central de Sagaing, uno de los principales bastiones de las prodemocráticas fuerzas para la defensa del pueblo (PDF) surgidas tras la asonada.

Formadas en parte por jóvenes sin experiencia en el campo de batalla que han ido adquiriendo pericia bélica en el pasado trienio, las PDF son uno de los motivos por los que el Ejército birmano (el Tatmadaw) ha perdido terreno progresivamente.

El último revulsivo

Otro más reciente ha sido el surgimiento de la Operación 1027, bautizada así por su lanzamiento el pasado 27 de octubre en el estado norteño de Shan, limítrofe con China, por la Alianza de la Hermandad -formada por tres poderosas guerrillas-, una ofensiva que se ha expandido de forma inesperada por casi todo el país, sumándose a ella las PDF y otras milicias.

“Cuando empezaron (los rebeldes) a luchar en Shan y en Rakáin (al oeste del país) nos dieron mucho aliento. Les dimos las gracias. Ahora creo que nuestro lado, el de la revolución, ha ganado”, afirma Ma Shwe Mi, quien no está solo en su sensación de que algo está cambiando. 

Expertos, analistas y otros ciudadanos birmanos consultados coinciden en el mismo y tajante parecer: ya no se trata de “si” la junta va a sucumbir, lo que se da por hecho, sino de “cuándo” lo hará. 

Soldados de las Fuerzas de Defensa de Kareni, una de las milicias rebeldes birmanas
Soldados de las Fuerzas de Defensa de Kareni, el pasado 11 de noviembre. EFE/EPA/Min Htet San

Los motivos detrás de su posible caída son variados. Anthony Davis, experto en seguridad en Birmania de la consultora IHS-Jane’s, afirma a EFE que el Ejército está “abrumado por el inadecuado e insuficiente número de efectivos” del que dispone, tras las bajas mortales y las numerosas deserciones de los tres últimos años. 

En ese sentido, la India anunció este mes que restringirá la libre circulación en la frontera con Birmania ante el masivo éxodo de soldados birmanos que huyen de su país.

El Ejército, bajo mínimos

“Van perdiendo cada día y el proceso (de derrota) se va acelerando”, afirma Davis, quien cree que el punto de inflexión será lo que ocurra con el estado occidental y estratégico (pues da salida al Índico al país) de Rakáin, donde el Ejército Arakan (AA), parte de la Alianza de la Hermandad, tiene al Tatmadaw contra las cuerdas.

“Si pierden Rakáin es jaque mate. Es el final de la junta militar”, asegura a EFE. 

Como Davis, Richard Horsey, analista de Birmania para International Crisis Group, cree que, tres años después de un golpe que puso fin a una década de transición democrática, “el poder de los militares es más incierto que en cualquier momento de los últimos 60 años”.

Imagen facilitada por la Fuerza para la Defensa del Pueblo Chin (CNDF), . EFE/ Chin Information Center

“Durante los pasados tres meses sobre todo han perdido soldados, territorio y ciudades frente a decididos contrincantes por todo el país”, enfatiza en un comentario. 

Según la ONU, alrededor de dos tercios de Birmania están sumidos en el conflicto, y más de 2,6 millones de personas han quedado desplazadas, entre ellas cientos de miles a raíz de la Operación 1027, desde cuando se estima que cerca de 40 ciudades han sido arrebatadas a los generales, incluyendo enclaves comerciales en las fronteras con India y China.

Crisis económica

Al margen de las pérdidas militares, la junta, liderada por el mismo general – Min Aung Hlaing – que orquestó una campaña contra la minoría rohingya en 2017 investigada por la ONU por constituir un posible genocidio, se enfrenta a un sombrío panorama económico. 

El tamaño de la economía birmana continúa siendo alrededor de un 10 por ciento inferior del que registraba en 2019, convirtiéndose en la única nación asiática que no ha vuelto a los niveles pre-pandémicos, según advirtió el Banco Mundial en diciembre. 

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Pese a todo, en las grandes ciudades como Rangún se vive una aparente normalidad que contrasta con las escenas de conflicto en la parte rural y en las pequeñas urbes.

Incertidumbre sobre el futuro

“No sé cuál es la situación ahora mismo. No puedo saber quién está ganando, y todavía no estoy seguro de quién lo hará”, dice a EFE Thaw Zin, de 26 años y residente de Rangún, la mayor ciudad del país a donde no llega mucho de lo que ocurre en otros lugares. 

 Mientras el régimen trata de dar una imagen de control se esperan señales de los militares para saber si su plan de futuro pasa por convocar elecciones o si abogarán por una huida hacia delante. 

“Creo que piensan continuar haciendo lo mismo. Desde el comienzo de la Operación 1027 ha habido un aumento dramático del número de bombardeos indiscriminados contra civiles”, advierte a EFE Isabel Todd, coordinadora del Consejo Especial para Birmania, un grupo independiente que aboga por restaurar la democracia en el país.

Imagen de la localidad birmana bombardeada el martes por el Ejército del país durante la celebración de un acto de la oposición.
Imagen de una localidad birmana bombardeada por el Ejército en abril de 2023. EFE/EPA/Myaelatt Athan Media

Aunque Todd también coincide en que la caída de la junta es cuestión de tiempo, exhorta a la comunidad internacional a que actúe ya: “vemos la dinámica en el terreno cambiando rápidamente, pero la posición internacional lleva siendo la misma desde 2021”.

“La comunidad internacional debe presionar a los militares por un lado (mediante sanciones y un embargo de armas global, entre otras medidas) y apoyar al movimiento democrático por otro”, urge Todd, en referencia al Gobierno de Unidad Nacional (NUG), brazo político de las PDF y que se declara la autoridad legítima de Birmania.

“Es el momento de prepararse para lo que venga después (de la junta)”, añade Todd, un futuro que tanto ella como otros expertos coinciden también en señalar como la gran incógnita.