Vista general del campo de refugiados de Yenín, en una imagen de archivo. EFE/ Yemeli Ortega

Cisjordania, en una rueda de conflicto constante agravada por la guerra de Gaza con Israel

Joan Mas Autonell |


Belén (Cisjordania), 17 oct (EFE).- Redadas militares, arrestos y muertos a diario, ataques de colonos, choques con soldados, cortes de vías y controles de seguridad. Esta era la rutina de muchos palestinos de Cisjordania ocupada en una rueda de conflicto constante con Israel agravada ahora por la guerra de Gaza.


La contienda entre el Ejército israelí y el grupo islamista Hamás en la Franja ha exacerbado tensiones en territorio cisjordano, donde tropas y colonos israelíes han matado a más de 60 palestinos en once días, en una dinámica de violencia y sangre sin precedentes desde los años de plomo de la Segunda Intifada (2000-2005).


Sobre el terreno, la sensación es de estado de excepción: las tiendas abren pocas horas, mucha gente se resguarda en casa y el movimiento entre aldeas y ciudades palestinas está limitado por el bloqueo de carreteras impuesto por Israel, que cerró también muchos puestos de control para apaciguar el ambiente.


“Viajar de un lugar a otro ya no era seguro para muchos palestinos desde antes, pero ahora es aún más difícil”, dice a EFE el analista palestino Hamada Jaber, habitante del área de Ramala.


En estos momentos, añade, “muchos no se mueven si no es por asuntos urgentes”, e incluso hay quienes tuvieron que dejar de trabajar ante la imposibilidad de circular por las carreteras de Cisjordania. Este es el caso de Khalil, transportista de Belén que trabaja en la localidad de Hebrón, unos 30 kilómetros al sur, donde ahora no puede acceder por las restricciones impuestas, denuncia a EFE.


El tráfico entre ciudades o en distancias largas está cerrado a palestinos en muchas zonas, mientras los colonos circulan sin limitación por vías donde solo hay coches con matrícula israelí.


La tensión con las fuerzas de seguridad israelíes es latente en los puestos de control, y policías intentaron impedir ayer el acceso al área de Belén a EFE, donde también sonaron sirenas en las colonias judías cercanas por una ráfaga de cohetes lanzados desde Gaza.


Al menos uno fue interceptado por el sistema antiaéreo Cúpula de Hierro y otro impactó en un área poco habitada del distrito de Belén sin causar heridos. Sin embargo, la vida seguía sin sobresalto entre palestinos de la zona, que casi ni se inmutaban por los proyectiles e incluso difundían fotos de un vecino posando con un cohete caído.


“Estamos acostumbrados a ello”, decía a EFE Bashar, un joven del campo de refugiados de Deheisha en Belén, que se organiza con otros vecinos para acoger a trabajadores de Gaza que estaban en Israel y se encuentran desplazados en Cisjordania desde el inicio de la guerra.


El fuerte ataque de Hamás que el 7 de octubre hizo estallar el conflicto con Israel y asestó un golpe inaudito al país fue visto como un triunfo para muchos palestinos, también en Cisjordania.


Aquí, miles arrastran experiencias de arrestos, años de prisión, secuelas por heridas o traumas por seres queridos muertos en el círculo de un conflicto alimentado por un régimen de ocupación militar y colonización vigente desde 1967 y sin vías de acabar.

Así se percibe en el campo de Deheisha, donde las redadas militares israelíes son rutina, y los últimos días se han recrudecido.


“Anteayer irrumpió el Ejército y hoy mismo volvió a entrar, tanto de madrugada como por la mañana”, comenta a EFE un residente palestino de 30 años que ya pasó cuatro años encarcelado por Israel.


En la última semana hubo unos 15 vecinos arrestados, ya que Israel “no quiere que haya resistencia” contra la ocupación.
Desde el 7 de octubre, las fuerzas israelíes han arrestado quizás a casi 500 personas en Cisjordania, donde también se dedican a detener a personas con presuntos lazos o afiliación a Hamás.


“Entran en casas, agreden y matan a gente, esto pasa desde hace tiempo”, dice el joven de Deheisha, un campo de refugiados que fue bastión del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP).


Esta fuerza izquierdista aún tiene cierto peso, pero fue perdiendo adeptos a favor de grupos como Hamás, que tras su golpe a Israel “goza de un pico de popularidad” en Cisjordania, dice Hamada Jaber.


Este analista destaca también la pérdida ahondada de legitimidad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con autogobierno limitado en Cisjordania y “ya muy debilitada” desde hace años, en parte por ser percibida como una entidad títere y colaboradora con Israel.


Su presidente, Mahmud Abás, que perdió el control de Gaza en 2007 en un conflicto todavía abierto entre Hamás y su fuerza nacionalista Fatah, exigió estos días el cese de la ofensiva de Israel contra Gaza.


Pero su influencia como actor político de peso es casi nula, y su control sobre Cisjordania es cada vez más limitado, por lo que desde hace tiempo hace que muchos analistas alertan sobre la caída la ANP.


“El colapso de la ANP habría podido ocurrir en cualquier momento de estos años”, pero tras la situación actual “es aún más probable”, una realidad que “empuja más a los palestinos hacia Hamás”, concluye Jaber sobre un panorama de conflicto al que no ve solución