La poeta Carmen Yañez (c), viuda del escritor, el editor Alejandro Céspedes (i) y el profesor de Psicología en la Universidad de Oviedo, Ignacio Loy (d). EFE/ J.L.Cereijido

“Disparos al aire”, la poesía íntima e inédita del narrador Luis Sepúlveda

Oviedo (EFE).- Papeles amarillentos, cuartillas, folios gruesos o papel de seda con textos mecanografiados formaban parte del material que dejó a su muerte el escritor chileno Luis Sepúlveda (Ovalle, 1949-Oviedo, 2020) y que ha permitido recopilar en “Disparos al aire” (Visor Libros) su obra poética, la faceta más íntima de un autor reconocido internacionalmente por sus dotes de narrador.

El volumen ha sido presentado este miércoles en la ciudad donde se produjo su fallecimiento hace casi dos años y medio tras 48 días de ingreso hospitalario después de haberse convertido en el primer caso reconocido de covid-19 en Asturias tras empezar a sentir los primeros síntomas en Gijón, ciudad donde residía desde 1997, a su regreso de un congreso de escritores en Portugal.

Según el editor y amigo del autor, Alejandro Céspedes, entre el material hallado a la muerte de Sepúlveda se hallaron textos que incluían teatro, novelas, cuentos abandonados, guiones y sobre todo poesía en folios impresos que solían ser versiones y reescrituras de poemas antiguos agrupados en colecciones con el título, la fecha y la firma o su nombre manuscrito en la página que hacía de portada.

Para publicar “Disparos al aire”, ha apuntado, hubo que descifrar, ordenar, seleccionar y transcribir los poemas uno a uno para estudiar el alcance y el valor de una obra inédita dado que, pese a su gran éxito como narrador, solo publicó en ediciones accesibles once poemas en toda su vida a pesar de que Sepúlveda tenía una voluntad inequívoca de que saliesen a la luz.

A su juicio, esta selección ofrece la posibilidad de conocer una faceta más íntima del autor en la que, como buen exiliado, muestra la visión desgarrada y elegíaca de un mundo siempre en fuga de un escritor lastrado por las pérdidas y que refleja “una voluntad inequívoca de confesionalidad y cierta rebeldía latente unida a un lenguaje llano, con giros localistas de su tierra natal”.

La poeta del tándem

El éxito como novelista alcanzado a finales de los años ochenta fue una de las razones que alejaron a Sepúlveda de la poesía junto al acuerdo tácito, nunca explicitado, alcanzado con la poeta Carmen Yáñez, su primera mujer y con la que retomó su relación en 1997. “La poeta del tándem es ella, yo soy el narrador”, ha rememorado Céspedes sobre un silencioso reparto de papeles cumplido “a rajatabla”.,

Yáñez, que compartió con el autor de “Nombre de torero” los primeros días de ingreso hospitalario del escritor, ha recordado que, tras el golpe “terrible” de su muerte, comenzó a recoger sus manuscritos durante el confinamiento y constató que “por todas partes aparecía la poesía”.

El escritor le había advertido de que no deseaba que sus manuscritos se publicaran tras su muerte sin que los hubiera revisado, “pero de la poesía no dijo nada y el mundo debía conocer a este poeta para que siguiera vivo”, ha apuntado.

Sepúlveda, que se hizo escritor por un amor imposible que le llevó a la literatura y a dejar el fútbol, llegó a Gijón en 1997 veinte años después de abandonar su país represaliado por la dictadura de Augusto Pinochet y de ver conmutada una pena de 28 años de prisión por otra de ocho años de exilio.

Hijo de un militante comunista y de una enfermera mapuche y admirador de Salvador Allende, el autor se crió en Santiago y estudió en el emblemático y combativo Instituto Nacional, bastión de la educación pública chilena, y el exilio le llevó a Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay, Perú y Ecuador donde conoció a los shuar, el pueblo indígena que le inspiró “Un viejo que leía novelas de amor”.

Esa obra, publicada en 1988, obtuvo un rotundo éxito internacional, con más de 18 millones de ejemplares vendidos tras ser traducida a más de 60 idiomas, para un autor que venía ya de haber participado en la Revolución Sandinista que en 1979 derrocó al exdictador Anastasio Somoza y de instalarse en Hamburgo (Alemania), donde trabajó varios años para la ONG Greenpeace. EFE