El hambre es una realidad que no es contagiosa pero sí profundamente peligrosa", concluye José Esquinas Alcázar (Ciudad Real, 1945), que fue alto funcionario de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). EFE/ Rafa Alcaide

El hambre, una realidad no contagiosa pero sí profundamente peligrosa

Álvaro Vega I Córdoba, (EFE).- “El hambre es una realidad que no es contagiosa pero sí profundamente peligrosa”, concluye José Esquinas Alcázar (Ciudad Real, 1945), que fue alto funcionario de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), al analizar la lacra que sufren 839 millones de personas en el mundo.

Esquinas, que intervendrá como ponente invitado el próximo fin de semana en las VIII Jornadas sobre la presencia de la masonería en Córdoba, que tendrán especial incidencia en la acción social de esta orden iniciática, prefiere abordar este problema con números: “17 millones de personas mueren como consecuencia del hambre y la malnutrición cada año, o sea, entre 35.000 y 40.000 personas al día, cuatro o cinco veces más que los que lo han hecho por covid”, dice.

Eso sucede, dice en una entrevosta con EFE, en el mismo momento en que “estamos gastando en armamento 4.000 millones de dólares, lo que permitiría alimentar a los que mueren hoy de hambre durante unos 120 años al precio que cuestan los alimentos en el lugar donde fallecer”.

Sin seguridad alimentaria no podrá haber nunca paz

Esquinas, que fue presidente del Comité de Ética para la Agricultura y Alimentación de la FAO y secretario general del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Agricultura y Alimentación, que entró en vigor en 2004, considera que el hambre “es profundamente peligrosa, no solo para los que mueren, sino para el resto del mundo, pues creo honestamente que sin seguridad alimentaria no hay ni podrá haber nunca ni paz ni seguridad mundial y tenemos numerosos ejemplos de ello”.

El hambre es una realidad que no es contagiosa pero sí profundamente peligrosa”, concluye José Esquinas Alcázar, que fue alto funcionario de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). EFE/ Rafa Alcaide

“Hoy producimos a nivel global el 60 por ciento más de los alimentos que se necesitan para nutrir a toda la humanidad y están ahí, en el mercado internacional, pero no están al alcance de los que tienen hambre, que además son pobres”, subraya.

Para Esquinas, “no se trata de producir más alimentos, ya que un tercio de la producción mundial, 1.300 millones de toneladas, se pierden en el camino y muchos de ellos, sobre todo en nuestros países desarrollados, terminan en la basura y, en parte, en envases sin abrir porque han caducado”.

Efectos en el cambio climático

Otro efecto derivado son, según Esquinas, “los gases de efecto invernadero generados en la producción de esos alimentos, que van a la atmósfera y son responsables del cambio climático”.

Licenciado y doctor en Agronomía por la Universidad Politécnica de Madrid y también doctor por la Universidad de California, afirma que “el sector agrícola actual, con una extra producción innecesaria del 60 por ciento, es el responsable de un 29 por ciento de los gases de efecto invernadero y “solamente los alimentos que no llegan a ninguna boca de un 10 o un 11 por ciento”.

De ahí que recuerde una frase de un amigo que bromeando le decía que “si el hambre fuese contagiosa como las enfermedades que estamos padeciendo, se habría acabado con ella hace muchos años” y también el discurso de John F. Kennedy en 1963 en Naciones Unidas, donde señaló que ya entonces se disponían de los medios y la capacidad para acabar con el hambre y solo faltaba la voluntad política.

Más para perros y gatos que para la FAO

José Esquinas, con tres décadas de recorrido en la FAO, afirma que esa voluntad “no solo sigue faltando hoy, sino que además se está utilizando la realidad del hambre como arma política cuando determinados países establecen embargos y en eso está incluido el embargo de los alimentos”.

Datos como que lo que gastan en comida de perros y gatos dos países, Estados Unidos y Canadá, en una semana equivalga al presupuesto de la FAO durante dos años es un ejemplo de esa falta de voluntad política, enfatiza.

Esquinas cita a Henry Kissinger, secretario de Estado de Estados Unidos con Richard Nixon y Gerald Ford, “un tipo sumamente inteligente con quién yo no comulgo”, que “dijo en su momento que quién controla el petróleo controla los gobiernos y que quien controla los alimentos controla los pueblos”. EFE