Una mujer tras recoge una bolsa con mascarillas confeccionadas por las monjas del convento de San Leandro de Sevilla. EFE/José Manuel Vidal/Archivo

De la cárcel al convento, las dos clausuras de Pepe Cobo

Alfredo Valenzuela I Sevilla, (EFE).- En la clausura voluntaria de las monjas del Convento de San Leandro de Sevilla y en la clausura impuesta de las presas de la cárcel de (Perú) vio el galerista Pepe Cobo un cierto paralelismo que le valió para armar la colección “Dos clausuras”, que esta semana ha donado a la sevillana Universidad Pablo de Olavide (UPO).

La colección la componen catorce obras o cuadros de tamaño medio, siete realizadas por las presas peruanas y otras tantas por las monjas sevillanas, sobre fotos tomadas por el propio Pepe Cobo en el interior de la cárcel limeña y en el interior del convento sevillano, y sobre las que luego las presas y las monjas, respectivamente, mostraron su creatividad e imaginación bordando.

Los bordados de estas mujeres que, según Pepe Cobo, “viven al margen de la sociedad” se hicieron sobre varios conceptos o temas propuestos por el propio galerista como “obediencia”, “soledad”, “sacrificio”, “lujuria” o “bondad”, entre otros.

Como guionista y director del proyecto artístico que ha culminado con las catorce obras que a partir de ahora pueden verse en la biblioteca de la UPO, Pepe Cobo visitó tanto la cárcel como el convento y se entrevistó con las presas y las monjas que intervinieron con sus bordados sobre las fotografías.

La capacidad de la mujer para adaptarse

El galerista ha contado a EFE que en la cárcel comprobó “la capacidad de la mujer para adaptarse y normalizar una situación límite; algunas de ellas se han casado estando en la cárcel y han parido allí a sus hijos -tienen hasta una guardería-, y allí asimilé el significado de esperanza; en los hombres no parece que suceda igual, una vez en la cárcel actúan en busca de la mera subsistencia, sólo les ocupa lo inmediato, sin proyección alguna”.

En el penal anexo para mujeres de Chorrillos se agrupa a las internas con delitos más graves y condenas más amplias, de modo que las presas cumplen penas de entre 17 y 25 años y las que intervinieron en este proyecto artístico tenían edades de entre los 25 y 45 años, y siempre actuaron “sin quejas y con optimismo”.

En la cárcel tienen un taller textil cuyo trabajo ayuda a redimir las condenas y Cobo, que también es consultor de arte contemporáneo para empresas, fundaciones y coleccionistas, eligió a las participantes de manera aleatoria entre las que trabajaban allí.

Con las monjas de San Leandro el trabajo fue mucho más fácil porque, según ha explicado Cobo, “dependen de la madre superiora”, que le dio las indicaciones pertinentes sobre lo que se esperaba de ellas, además de que se trataba de “un grupo más cohesionado y disciplinado”.

Pepe Cobo y los mantones de Manila

A diferencia de la superpoblada cárcel peruana, en el convento sevillano sólo había -el proyecto culminó en 2019- una docena y media de religiosas, de las que sólo tres eran de origen español y las quince restantes procedentes de Kenia.

Como parte del proyecto, Cobo incorporó un cuestionario para las participantes, “como un medio de ofrecer su voz al mundo más allá de los muros de su encierro”, cuyas respuestas por escrito se cursaron de manera anónima, y en las que tanto presas como monjas hablaban de su vida y de su experiencia en la clausura.

En esos cuestionarios se recogen “las experiencias de dos grupos sociales de los que apenas se sabe nada, de la vida y las ilusiones de estas mujeres, de su expresión y de cómo conciben la vida”, ha señalado Cobo, quien eligió a la UPO como destinataria de esta donación por la figura histórica que da nombre a esta universidad sevillana, Pablo de Olavide, político e intelectual peruano que, como asistente de la Corona en Sevilla, acometió importantes reformas en la ciudad en el XVIII.

El embrión de “Dos clausuras” se encuentra en la afición de Pepe Cobo a los mantones de Manila y en la exposición que sobre motivos de estos piezas textiles hizo hace años, denominada ‘Flores de Lurigancho’. EFE