Un actor en el papel de Poncio Pilatos (i) durante el juicio a Cristo durante la escenificación de la Pasión Viviente de Cristo llevada a cabo el Viernes Santo en las calles de Castro Urdiales (Cantabria). EFE/Pedro Puente Hoyos/Archivo

Poncio Pilato, ese mito

Alfredo Valenzuela I Sevilla, (EFE).- El acervo humorístico de Sevilla sitúa a Poncio Pilato como el personaje histórico que, al dudar sobre la sentencia más famosa de la Historia, estuvo a punto de evitar la Semana Santa, y ahora la profesora Aurora López Güeto ha explicado el paso de personaje histórico a mito en su estudio “De Poncio a Pilato” (Algaida).

“Curiosamente, en el mundo de las cofradías de Sevilla no se tiene a Pilato por un personaje odioso, ni como un enemigo, sino como alguien cercano, un personaje secundario pero muy próximo y evocador”, ha dicho a EFE López Güeto, profesora de Derecho Romano de la Universidad Pablo de Olavide, autora de varios libros sobre el derecho de sucesión y la función de la mujer en la antigua Roma.

Que Pilato es un mito lo demuestra que esté en letras de los Rollings Stones, que David Bowie lo interpretara en el cine, que se mencione en una sevillana de Pascual González y que además de dar nombre al principal palacio renacentista de Sevilla, sede de la casa ducal de Medinaceli, haya prestado también su nombre en esta ciudad a pensiones y bodegas, y hasta se haya colado en la carta de algún bar en forma de montadito.

Pocas referencias de historiadores romanos

Paradójicamente, a Poncio Pilato casi se le rinde culto en la Semana Santa de Sevilla, donde su imagen sale en los pasos de tres cofradías. Una de ellas, la Macarena, en la famosa ‘Madrugá’, además de en la de Torreblanca y la de San Benito, en la que está junto a la imagen de su esposa, la cual, según los Evangelios Apócrifos, aunque con poco éxito, intercedió por Jesús ante su esposo.

Según López Güeto, Pilato es “uno de los personajes conocidos más desconocidos de la historia”, del que apenas si existen un par de referencias por parte de los historiadores romanos. Además de una piedra en la que grabó su nombre, probablemente resto de un monumento que, como prefecto de Judea, mandó erigir para mayor gloria del emperador Tiberio.

“Su gran obsesión fue ser fiel al emperador y demostrar esa fidelidad”, según la profesora, que también señala como fuente histórica unas monedas que acuñó y que, poco más que calderilla, supusieron una provocación, ya que incluyó en ellas figuras religiosas romanas, lo que excitó la animadversión de los judíos.

Poncio Pilato en la tradición católica

Si entre los historiadores romanos pasó casi desapercibido, los judíos sí dejaron constancia del rechazo que les causó un prefecto cuyo descrédito y defenestración política se debió, finalmente, a uno de sus numerosos actos represivos, una carga sangrienta contra una aglomeración de samaritanos que, otra vez paradójicamente, era uno de los pueblos más asimilados a Roma.

López Güeto ha podido confirmar que, tras un mandato en Judea de once años, que puede considerarse largo, la pista de Pilato se pierde por completo tras su regreso a Roma, a lo que pudo ayudar la muerte de Tiberio unas pocas fechas más tarde.

“En su tiempo pasa desapercibido para los suyos, los romanos, aunque recibía odio por los judíos, con los que se mostró insensible”. “Fue un prefecto más y no llamó la atención porque aquella provincia era de por sí conflictiva; de ahí que sólo haya un par de referencias romanas, una de ellas que recuerda, décadas después de la muerte de Jesús, que mandó crucificar al líder de una secta”, ha señalado la profesora.

Pero aunque sea en imaginación, Pilato resucitó y forma parte de la tradición católica desde la Edad Media, cuando se le representaba con turbante y con barba, tal vez para asociarlo al enemigo del momento. Hasta llegar al periodo renacentista, cuando se le representa como tal romano, con toga y bien rasurado, y emprende el camino hacia la simpatía que se le dispensa en Sevilla -aunque sea esa “Simpatía por el diablo” en la que lo menciona Mick Jagger-. EFE