Antonio Torné I Sevilla, (EFE).- Los problemas para alquilar una vivienda no son nuevos y Diego Velázquez los sufrió a principios del siglo XVII, cuando en 1620 necesitó de testigos y avalistas para firmar un contrato de arrendamiento, inconvenientes que desaparecieron dos años después, cuando el pintor ya era famoso y quiso arrendar de nuevo.
Estas circunstancias las revelan dos documentos que el Archivo Histórico Provincial de Sevilla ha hecho públicos gracias al trabajo del historiador del Arte y catedrático de la Universidad de Sevilla Jesús Palomero Páramo.
Páramo ha sacado a la luz dos contratos de alquiler firmados por Velázquez, durante su etapa en Sevilla, una época “pobremente documentada”.
En estos documentos se observa que en el verano de 1620, cuando Velázquez era un pintor todavía no reconocido, alquila una vivienda y necesita dos testigos como avalistas.
Sin embargo, en el segundo contrato, fechado el 8 de marzo de 1622, se evidencia cómo la fama logró que el genio prescindiera de este trámite.
El primer alquiler de vivienda de Velázquez
Estos arrendamientos se rubrican antes de su traslado definitivo a Madrid cuando lo nombran en octubre de 1623, a los 24 años, pintor de la corte de Felipe IV.
Hasta ese momento, él vivía en Sevilla “de prestado con sus suegros, o alojado en casas de alquiler”, según explica Páramo. Recuerda cómo esta etapa estuvo presente en su vida, ya que en la corte se le calificaba como “el sevillano” por su origen y su seseo.
Velázquez alquiló su primera vivienda “en la calle que dicen del Garzo”, según los documentos, tras pintar /el retrato de la madre Jerónima de la Cruz, ya que necesitaba un hogar más amplio por “haber recibido un aprendiz y esperar el nacimiento de su segunda hija”, explica el historiador.
El precio del alquiler se fijó en 6 ducados al mes y, para seguridad del casero, el padre del artista, Juan Rodríguez de Silva, firmó el protocolo como fiador de su hijo.
El acto transcurrió en la escribanía pública de Gaspar Reyes de Avendaño, que declaró conocer al padre de Velázquez y al arrendador, Hernando Casaprín.
Sin embargo, en este momento el escribano dijo que no conocía al pintor, a pesar de ya tenía una obra de 17 cuadros grandes, por lo que solicitó la presencia de dos testigos para avalar su identidad, que fueron Pedro de Valenzuela y Pedro Ortiz.
Apenas año y medio después, la fama le había sonreído a Velázquez y la tramitación legal para firmar otro contrato de alquiler no fue tan dificultosa.
Archivo Histórico Provincial de Sevilla
El 8 de marzo de 1622, el pintor arrendó una segunda vivienda de esta serie, aunque esta vez el escribano Juan Bautista de Contreras no necesitó de testigos que certificaran su existencia.
La cesión de este inmueble se produjo después de que el mayordomo del Hospital de San Hermenegildo, quien era el titular, se lo ofreciera a Velázquez por 7,5 ducados mensuales y de por vida y la de un hijo o heredero.
La vivienda, que se encontraba en la calle Garbancera, situada en el barrio de San Lorenzo, apenas fue disfrutada por el pintor, ya que ese mes de abril Velázquez se desplazó a Madrid, según cuenta el historiador.
En octubre de ese año Velázquez se trasladó a la capital del reino, por lo que la finca quedó en manos de su padre, según figura en el Libro Protocolo de Arrendamientos y Tributos del Hospital de San Hermenegildo.
Estos documentos, que amplían el conocimiento sobre los primeros años de Velázquez, van a formar parte de la actividad organizada todos los meses por el Archivo Histórico Provincial de Sevilla titulada “Documés”.
Esta actividad tiene como objetivo la exposición de documentos pertenecientes a esta institución escogidos, según la nota, “por su singularidad y por su contenido” y también, por ser relevantes para ilustrar un hecho histórico. EFE