Un estudio del académico, historiador y profesor Gonzalo J. Herreros Moya ,desvela que un noble cordobés convertido al republicanismo, Enrique Pérez de Guzmán el Bueno y Gallego, marqués consorte de Santa Marta, fue encargado por el primer Gobierno de la I República “de poner en orden en los bienes de la Corona española. EFE/Rafa Alcaide

El cordobés al que le encargaron ordenar los bienes de la monarquía durante la I República

Álvaro Vega I Córdoba, (EFE).- Un noble cordobés convertido al republicanismo, Enrique Pérez de Guzmán el Bueno y Gallego, fue encargado por el primer Gobierno de la I República “de poner en orden” el “enorme conjunto patrimonial” que constituían los bienes de la Corona española tras la salida de Amadeo de Saboya.

Así lo ha desvelado el historiador Gonzalo J. Herreros Moya (Córdoba, 1986) en su discurso de ingreso en la Real Academia de Córdoba como académico correspondiente en el que aborda la figura de este cordobés. Que “vendría a representar un papel capital en el republicanismo español en los siguientes treinta años”.

Para Enrique Pérez de Guzmán, marqués consorte de Santa Marta, “se crea un cargo que no existía y que nadie se había planteado nunca que existiera en la historia de España”, ha señalado Herreros en una entrevista con EFE. “Que era alguien que tenía que administrar, inventariar, recontar. Y empezar a realizar un programa de protección de todo el inmenso y riquísimo patrimonio que tenía la Corona”.

“Entonces la República tiene la idea de que eso se tiene que proteger. Que no se puede dañar y no puede ser fruto del expolio y solo confían en él para hacer un recuento completo de todos esos bienes. Y empezar a ponerlos en valor”, ha asegurado el historiador y profesor cordobés.

El delegado del Gobierno para el Patrimonio estuvo en el cargo desde el 2 de marzo de 1873 hasta que finalmente dimite el 6 de agosto del mismo año. Cinco meses antes del golpe militar que acabó con la primera experiencia republicana española.

Una iniciativa efímera pero con valor

En opinión de Herreros, lo efímero de la I República hizo que no tuviera demasiada trascendencia aquella idea. Aunque también “hay que ser conscientes de que aquel sistema nuevo se preocupó de que todos esos bienes no se expoliaran ni se perdieran. Sino que pudiera sacarse partido desde el punto de vista nacional del patrimonio e incluso de la cultura”.

Aquí no acabaron sus servicios al republicanismo. “Una vez que su idea política decae, tiene una misión fundamental y fue como periodista”. Primero como colaborador de dos diarios republicanos y, después, al fundar en 1884 y “mantener a su costa, o sea, a fondo perdido un diario llamado ‘La República’. Con un título más claro, imposible”.

El periódico, bajo el subtítulo de “Diario Federal” y la inspiración ideológica de su amigo Pi y Margall, “fue uno de los pocos referentes que le quedaban a la época del republicanismo en España”. Un intento de “mantener viva como sea la llama del republicanismo”.

Algo que hace, ha subrayado Herreros, “consciente de que son los medios de comunicación, en concreto la prensa escrita, uno de los pocos bastiones que le queda de difusión. Y de sostenimiento a los principios republicanos”.

Recorrido contraintuitivo

Según ha explicado Herreros, su interés por el personaje surge del estudio de la historia de la familia de los Guzmán y los Golfín. Cuando descubrió la figura hasta ahora prácticamente inédita, de Enrique Pérez de Guzmán. Nacido en Córdoba en 1826 y licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla con 23 años (1849). Con un “recorrido parece contra intuitivo” hacia el republicanismo.

“De hecho no fue el único noble. Había alguno más por ahí, pero precisamente de lo que él se vanagloria es que, quizás con una lectura un poco sui géneris, la nobleza había sido el contrapeso durante siglos de los abusos de la realeza”, ha precisado.

Para el personaje, “él no es republicano a pesar de ser noble. Sino que en su ideario dice que es republicano, precisamente, porque el noble, en su sentimiento patriótico y su defensa de los valores de la nación española, se opone a los tiranos. Y si el tirano es un rey, pues sea contra el rey”.

Esta inspiración parece venirle de un viaje que realizó a principios de la década de 1850. Tras ser admitido en la Real Maestranza de Sevilla, por Gran Bretaña, Bélgica, Holanda y Francia, país donde contactó “con el ideario republicano y socialista”.

Relación con Pi y Maragall

Esto trazó un “puente ideológico” que le conduciría a tomar contacto con Pi y Margall una vez regresara a España. Con el que labró una íntima amistad que mantendría hasta la muerte, según se desprende de la correspondencia que se conserva en su archivo personal. Custodiada en la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, biznieta del personaje, ubicada en Cáceres.

Conforme ha aclarado, “entiende la nobleza como una responsabilidad patriótica nacional. Y el rey está por encima de eso, incluso si el rey es un enemigo”.

“Siente a Isabel II como una enemiga. Y si hay que derrocarla y la República es el mejor sistema, pues que lo sea”, afirma el historiador.

En el momento de su fallecimiento en Madrid en 1902, Enrique Pérez de Guzmán el Bueno y Gallego es un “convencido republicano”. Y “uno de los últimos bastiones de ese primer republicanismo español, totalmente convencido de sus principios”. EFE