El profesor Carlos de Miguel, autor del podcast de divulgación histórica "El ocaso de Roma", con 45.000 seguidores, ha publicado una novela histórica con el mismo título de su podcast y ha dicho a EFE que "la gran esperanza del mundo occidental es su enorme bagaje cultural". EFE/Daniel Monroy

Carlos de Miguel: “La gran esperanza del mundo occidental es su enorme bagaje cultural”

Alfredo Valenzuela I Sevilla, (EFE).- El profesor Carlos de Miguel, autor del podcast de divulgación histórica “El ocaso de Roma”, con 45.000 seguidores, publica una novela de historia con el mismo título de su podcast y ha dicho a EFE que “la gran esperanza del mundo occidental es su enorme bagaje de cultura”.

En la novela “El ocaso de Roma” (Espasa) Carlos de Miguel (Valladolid, 1974) aborda “un momento de cambio que si no fue de decadencia absoluta sí lo fue de grandes transformaciones, lo cual puede recordar a los tiempos actuales, en los que por primera vez en 600 años está surgiendo una nueva potencia hegemónica que no es occidental”.

“Una de las cosas que nos pueden salvar y llevar por el buen camino es que venimos de la Ilustración y de una gran cultura”. Pese a lo cual el autor asegura no ser optimista. Porque “Europa es capaz de los más grandes avances y de las mayores atrocidades”.

Del mismo modo, señala, el imperio romano de Oriente aguantó hasta el siglo XV, con la caída de Constantinopla, y duró dos mil años porque se asentaba en grandes culturas, como Grecia, Persia, Mesopotamia y Egipto, y contaba con ciudades más desarrolladas y una demografía más dinámica que el impero romano de Occidente.

El predomino del cristianismo

Como Occidente ahora, el imperio romano en el siglo III sufrió una crisis social y económica y, sobre todo, un cambio de valores, “y el cristianismo se hizo predominante porque, frente a la religión pagana, daba respuestas al individuo”.

“El emperador Constantino tuvo una visión política, de una trascendencia que quizás antes solo había tenido Augusto, y fue el primero que apostó por el cristianismo y aprovecha el dinamismo de esta nueva religión para beneficiarse políticamente con la unión del altar y el trono, con lo que erigió una especie de monarquía absoluta que se apoya en los papas y en los obispos”.

Con ese comportamiento de “visionario” Constantino logró alargar la pervivencia de Roma cuando ya acusaba síntomas de una acusada decadencia, que es lo que ha tratado de reflejar en su novela.

“Roma ya no era la ciudad importante que fue, sino un poblachón desfasado. Lejos de donde se tomaban las decisiones políticas más importantes, que era en otras ciudades de la península de Italia, del Rin o del Danubio, a donde se habían trasladado las cortes de los emperadores; muchos grandes edificios y obras públicas estaban ya en ruinas porque no había dinero para arreglarlos”.

“Las puertas de la ciudad y las calzadas ya no eran las mismas de antes y el alcantarillado no funcionaba tan bien; las pestes y las epidemias se hicieron constantes a lo largo del siglo III, y se cree que hubo cambios climáticos que afectaron a las cosechas y provocaron hambrunas”.

La utilidad de la historia

A todas esas calamidades se sumó “un envilecimiento de la moneda, que causó una gran inflación y que convirtió a los pobres en una gran masa, al tiempo que decayó la esclavitud, que ya no era algo normal, de modo que ni los terratenientes disponían de esclavos en una economía que ya era de tipo protofeudal”.

Tras seis años haciendo un podcast de seguidores que ha calificado de fieles y comprensivos -“saben que soy profesor y que tengo familia”, comenta el autor con humor-. Carlos De Miguel asegura que su aspiración al dar el salto a la novela ha sido “ser capaz de trasladar a la época de verdad, de llevar a los lectores a un gran teatro histórico”.

Para lo cual ha tenido en cuenta “cómo eran las vestimentas, los olores, a qué sabían lo que comían y lo que bebían… y a la vez elaborar tramas y personajes que hagan reflexionar qué pudo ser aquel momento”, y todo mediante una novela “nada académica”.

A la pregunta de qué contesta a sus alumnos cuando estos le cuestionan la utilidad de conocer la historia, el autor no ha dudado en contestar: “Es muy útil saber de dónde venimos para evitar que se repitan ciertas cosas”. EFE