Banalizar los riesgos de la marihuana incide en su consumo entre los jóvenes. EFE/Esther Gómez

Banalizar los riesgos de la marihuana incide en su consumo entre los jóvenes

Esther Gómez | Marbella (Málaga) (EFE).- Los jóvenes consumen marihuana cada vez mas temprano y en ello incide “la escasa percepción de riesgo y la banalización” de su consumo en la sociedad actual, explica a EFE el psicólogo especialista en adicciones y director de Horizonte Proyecto Hombre Marbella, Jaime Álvarez, que apuesta por la educación y la prevención como medidas de choque.

La media de edad en los primeros coqueteos con el cannabis se sitúa en torno a los 15 años, subraya el responsable de esta entidad sin ánimo de lucro que interviene en el asesoramiento y la resolución de problemas y conflictos relacionados con adicciones y conductas de riesgo desde hace más de cuarenta años.

Esto no es nuevo, indica el especialista, es algo que los profesionales de la salud que se dedican a trabajar en el ámbito del consumo de drogas y las adicciones vienen observando con preocupación desde hace ya algún tiempo.

“La gente más joven, la que tiene entre 14 y 18 años, considera que incluso el tabaco es peor -que la marihuana- y esto afecta directamente al índice de consumo que se registra en la actualidad”, precisa Álvarez, que insiste en que son “la población más vulnerable”.

Los adolescentes “están en un momento de cambio”, destaca, son “una población que se está desarrollando en todos los niveles y creciendo en todos los sentidos”, desde el neurológico y neurobiológico a la configuración de su personalidad.

El origen del consumo de cannabis entre los jóvenes es multifactorial y por tanto la atención también debe serlo, apunta Álvarez, aunque hay que tener muy presente cómo son los adolescentes, un grupo especialmente influenciable, y cómo interaccionan con sus amigos, que a esa edad tienen un peso “brutal”.

Escuchar a los adolescentes

“Hay que atender y escuchar lo que dicen los adolescentes”, subraya, y aunque se cree que “a estas alturas de la película” la mayor parte de los jóvenes conoce las consecuencias del consumo de drogas, solo “un porcentaje muy pequeño se define como perfectamente informado”.

Así, cuando se les pregunta “cómo se les puede formar” al respecto, la mayoría coincide al referir que “es muy importante la información en el ámbito escolar” o la posibilidad de conocer y tener contacto voluntario con personas que han sufrido en primera persona los problemas y las consecuencias de una adicción.

“Las familias juegan un papel fundamental”, recalca Álvarez, pero al núcleo familiar “también hay que informarlo de qué son las drogas y qué efectos tienen” para que los padres no sean los primeros en banalizar su consumo, no resten importancia a que “el hijo venga fumado” y puedan detectar los síntomas de una adicción para así lograr una atención precoz.

La educación y la prevención en lo que a adicciones se refiere son algo “importantísimo”. Y en Proyecto Hombre hace muchos años que se han dado cuenta de que “el tiempo, el esfuerzo y la profesionalidad hay que invertirlos en materia preventiva”.

Apuestan por que los adolescentes reciban formación en los centros escolares sobre el consumo de drogas de manos de especialistas. Y que, incluso, puedan ser parte activa en el proceso de recuperación de quienes han vivido la adicción en primera persona.

“Hay que impactar ahí para minimizar la probabilidad de que siga ‘in crescendo’ este fenómeno que estamos viviendo”.

De la diversión a la evasión, la adicción

El consumo de cannabis en los jóvenes comienza como algo recreativo. Pero en muchos casos se convierte en una manera de evasión frente a una realidad que no les agrada. Deja importantes secuelas a medio y largo plazo, pero también -cada vez más- en el corto plazo, alerta Álvarez.

El problema es que esta sustancia, que se fuma mezclada con tabaco o que se ingiere en golosinas, galletas o pasteles, llega a “cerebros que no están preparados y que aún se están desarrollando”.

Por un lado, afecta “a nivel cognitivo, a nivel ejecutivo y en todo lo que tiene que ver con procesos de memoria, atención y aprendizaje”. Así como “a nivel emocional y de toma de decisiones” ya que “perturba de manera directa la función cerebral”.

Proceso cognitivo más denso

Para el consumidor habitual de marihuana “el proceso cognitivo es mucho más denso”. Y atender, retener lo inmediato o memorizar a futuro le va a resultar “mucho más costoso”. Además, va a presentar cierta disforia, es decir, “en un mismo día o ante circunstancias parecidas hay un componente emocional muy diferente y distorsionado”.

Por otro lado, hoy se aprecia un “elemento diferencial” en lo que se refiere a su consumo que “hace años no había” y es el hecho de que la marihuana actúa como detonante de brotes psicóticos en unos casos e incide en la aparición de enfermedades mentales, en otros.

Esto es algo que no se daba antes con tanta frecuencia y en ello tiene mucho que ver el principio activo que está detrás del cannabis. Así como la pureza de la droga, que le confiere “una potencia más fuerte” y una mayor intensidad a sus efectos.

También influye sobremanera “la edad de inicio más prematura”. Y con frecuencia el consumo de marihuana cursa con la ingesta de otras sustancias como el alcohol u obviando que se ha tomado alguna medicación.

El cerebro en desarrollo, más dispuesto a la enfermedad mental

“Todos tenemos el potencial de desarrollar una enfermedad mental grave”, pero el umbral para ello depende de factores como la predisposición y la herencia genética. También la singularidad de cada organismo, el desarrollo o el componente psicológico del sujeto en lo relacionado con “cómo pienso, cómo gestiono y cuál es mi identidad”.

Es clave, por supuesto, el entorno familiar y social (quiénes son y cómo actúan las personas con las que se relaciona uno a diario). También con qué frecuencia se consume o la condición física y mental de cada individuo.

Por eso, dependiendo del contexto, la edad, las circunstancias puntuales e incluso el estado de ánimo, el cannabis puede afectar de una manera u otra. Y tener consecuencias muy diferentes en función de quién sea el consumidor.

Brotes psicóticos

En los centros especializados se atiende a “gente muy joven que ha tenido brotes psicóticos” asociados al consumo de marihuana. Y que “con mayor o menor gravedad y con más o menos susto para la familia”, unas veces se queda solo en eso. Pero otras “acaba degenerando en una esquizofrenia de tipo paranoide”.

Esto es algo mucho más importante, porque se trata de “una enfermedad mental grave, que en este caso sería crónica y no degenerativa. Y que condiciona mucho al protagonista y a su sistema familiar”.

Aún no se conocen todas las consecuencias del cada vez más extendido consumo de la cannabis entre los adolescentes. Pero dentro de unos años habrá que realizar un estudio para analizar cómo ha afectado a los jóvenes consumidores de hoy.

En cuanto al debate sobre legalizar el consumo de drogas, Álvarez considera que es “un tema muy complejo”. Y algo que muchos adolescentes ven hoy innecesario abordar, si bien los profesionales de la salud siguen teniendo muchas dudas al respecto. Se mostró preocupado por “no dar pasos en falso”, considera que en la situación actual parece que “no es positivo”. EFE