Alfredo Valenzuela |
Sevilla (EFE).- “Ficcionario” del periodista José María Arenzana (Sevilla, 1959), es una obra humorística, un diccionario humorístico, con la que su autor pide “respeto para las palabras”. “Enfado” significa “Indignación a la hora de atacar una pieza musical portuguesa” y “tablao” designa el “Lugar en el que se comenta poco y se baila mucho porque está todo dicho”.
“Las palabras necesitan ser respetadas como elemento esencial de la democracia y lo recordó de forma insistente Giovanni Sartori”, señala. “Igual o más importante aún es para las leyes; si ‘sedición’, ‘rebelión’ o ‘malversación’ no significan lo que todos sabemos, el delito deja de existir y resulta incalificable en términos jurídicos”, ha dicho a EFE el autor.
A Arenzana el escritor Arturo Pérez Reverte rindió tributo bautizando con su nombre a un personaje de la saga del Capitán Alatriste. Ahora ha compuesto este diccionario con el doble método de sugerir un nuevo significado para algunas palabras o modificar éstas otorgándoles una sorprendente significación.
De este modo, “universo” significa “Mínimo poema infinito”. “Noruego” es el “Europeo que se niega tajantemente a pedir las cosas por favor”. “Tarantino”, un “Famoso cineasta por alegrías de ‘Cai'” y “santurrón” deviene en “Célebre patrón alicantino, protector a su vez de los vendedores ambulantes de feria”.
“Palabras delante de un espejo”
“Todas las repúblicas marxistas o marxistizantes se apellidaron siempre ‘democrática’ o ‘popular'”, afirma “Es justamente de lo que adolecieron siempre… lo que ocurre es que cambiar el nombre a la realidad no hace que la realidad cambie en nada, no se inmuta”. Así lo ha señalado el autor sobre su diccionario. La obra, que está publicada por el sello andaluz Última Línea, lleva el subtítulo de “Palabras delante de un espejo”.
Al poner ese subtítulo, el autor tenía en la cabeza el valleinclanesco Callejón del Gato. “Deformar el significado de aquello que nombra a la realidad que nos rodea o buscarle significados alternativos a las palabras para conseguir la hilaridad y llamar la atención sobre la necesidad de respetarlas; esa era la intención”. Es, afirma, “buscarle los tres pies al gato en este callejón que es la vida”.

“El idioma no sufre ni se destruye por jugar con las palabras si no hay intención de imponer ni de arrumbar al resto”, concreta. “La lengua siempre ha sido la expresión más certera, sencilla y radical del concepto democracia”, concreta. Es “donde todos, sin tener en cuenta ningún rasgo, ni nivel cultural, ni condición social, pueden aportar lo que quieran y, si funciona, se extenderá a la comunidad de hablantes”, ha dicho.
La invasión política de lo que le pertenece al pueblo
“Lo pernicioso es cuando la intención política invade el terreno que le pertenece al pueblo e intenta liquidar el lenguaje de modo imperativo y punitivo para su propio beneficio”, ha añadido.
Al autor le consta que algún miembro de la Real Academia Española “ya tiene en su bolsillo” su “Ficcionario”. En diciembre se vestirá de frac -es un decir-. Será para ser presentado en un marco tan solemne como la sede de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.
A la pregunta de quien pervierte más el lenguaje, si políticos o periodistas, Arenzana contesta: “Los políticos se llevan la palma, porque a menudo su misión es ésa, pervertir y manipular a los individuos y conducirlos a un redil”.
“Pero si hablamos de periodistas hoy en día, me resulta muy triste corroborar que hay mucho periodista de trinchera, incapacitado ya para el oficio”, considera. A su juicio, “que “ejerce apenas como correa de transmisión de cada bando y repite las consignas de la propia ideología”. Por eso dice que le “abochorna cierto periodismo que ha dejado de ejercer y se ha rendido a la peor de las censuras, que es la autocensura”.