Unos espetos en un chiringuito del Rincón de la Victoria (Málaga). EFE/Jorge Zapata

La gastronomía, una llamada a adentrarse en el interior de la Costa del Sol

Montserrat Martínez I Málaga, (EFE).- Los productos de temporada, el clima, el entorno natural y las comunicaciones han posicionado a la Costa del Sol como un destino turístico en el que no solo es posible disfrutar de sol y playa, sino también recorrer sus municipios para deleitarse con su gastronomía.

En el interior de Málaga, muchas localidades han visto un filón en sus fiestas, en las que dan a conocer su historia. Su patrimonio y la cocina de antaño, para atraer a nuevos visitantes.

La gastronomía es también un reclamo para adentrarse en la provincia y disfrutar de los paisajes y la arquitectura de sus pueblos. Con sus casas encaladas, pendientes, castillos e iglesias.

Uno de los referentes de la gastronomía en la Costa del Sol, el chef Diego Gallegos, que cuenta con una estrella Michelin, explica a EFE que la cocina malagueña pasa por uno de sus mejores momentos. Y destaca la cantidad de restaurantes que hay en la región con reconocimiento a la excelencia a nivel mundial.

Uno de los platos preferidos de los turistas que visitan Málaga es el tradicional espeto de sardinas. “A la gente le encanta”, asegura el chef, que señala que ahora el turista es muy cosmopolita. Y quiere disfrutar de la buena comida, excepcional y única.

Por tanto, “cuántas más estrellas, más galones y más restaurantes buenos sigan abriendo, mejor para Málaga, que es a nivel nacional potencia gastronómica”, subraya Gallegos.

Una gastronomía singular en la Costa del Sol

Al turista le atrae el espeto de sardina y el ‘pescaíto’ frito, pero no se queda ahí. También quiere conocer el gazpachuelo, la porra, el gazpacho, el ajobacalao. La ensaladilla malagueña, el caldillo de pintarroja, los boquerones en vinagre, las torrijas o los pestiños.

Otras elaboraciones en las que el protagonista es el chivo, procedente de la cabra malagueña, también han logrado un reconocimiento por la excelencia de este producto malagueño y el buen hacer de quienes lo preparan.

Guisos contundentes, cremas, gazpachos y ensaladas forman parte de ese legado gastronómico que se conserva en muchos pueblos de la provincia y que lo convierte en único gracias a hortalizas y frutas que en ocasiones incluso solo se cultivan en ciertos pueblos de Málaga, como el tomate huevo de toro y la zanahoria ‘morá’.

Vinos y bodegas

La gastronomía malagueña no se puede comprender sin tener en cuenta el papel fundamental que ha tenido y tiene el vino. Tanto su historia como el proceso artesanal para su elaboración.

La gastronomía, una llamada a adentrarse en el interior de la Costa del Sol. Racimos de la uva pasa de Málaga. EFE/ Daniel Luque

Hay numerosas bodegas en diferentes localidades de la provincia que sumergen al visitante en la rica tradición vinícola. Y permiten descubrir las diferentes variedades de uva cultivadas en Málaga.

La provincia cuenta con tres denominaciones de origen: Málaga, Sierras de Málaga y Pasas de Málaga. Cada una de ellas representa una elaboración distintiva e invita a explorar sus viñedos, bodegas y procesos de producción únicos.

Tampoco faltan en la gastronomía de la Costa del Sol los reyes de los aperitivos en muchos bares de España: el vermú y el mosto. Estas bebidas maridan con un buen queso o aceitunas de la zona.

Del queso de cabra a la aceituna aloreña

Los amantes del queso pueden disfrutar en la provincia de numerosas queserías en las que degustar más de medio centenar de variedades. De cabra, frescos, semicurados, curados elaborados con leche cruda o con cabra y leche pasteurizada. Quesos de pasta blanda y los que tienen condimentos en su interior o cobertura innovadora.

Los quesos de cabra tienen una larga tradición en la provincia, que alberga la mayor concentración europea de ganado caprino y una raza autóctona. La cabra malagueña, reconocida por su gran capacidad de producción láctea.

Para abrir boca, también se pueden degustar unas aceitunas de las variedades manzanilla aloreña o aloreña de Málaga, verdial o gordales, exponentes de la dieta mediterránea.

La cultura que gira en torno al aceite de oliva virgen extra también forma parte de ese legado gastronómico y viene avalada por premios nacionales e internacionales a las almazaras malagueñas.

Un clima excepcional

El clima que tanto atrae a los turistas es también perfecto para la plantación de uvas y frutas exóticas o subtropicales, como los nísperos, granadas, chumbos, chirimoyas, aguacates, mangos, papayas, kumquats, carambolas y pitayas, entre otros.

Muy características de la zona son también las uvas pasas de Málaga obtenidas mediante el secado al sol, que gozan de un reconocimiento internacional como Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM).

En la restauración malagueña también se puede disfrutar de un producto único en toda Europa, la antes conocida miel de caña -ahora concentrado del jugo de la caña de azúcar-, que se fabrica en el pequeño municipio de Frigiliana.

Este aderezo, que se puede emplear para alegrar unas berenjenas fritas o unas tortillas de bacalao, ha sido incorporado por cocineros de la talla de Juan Mari Arzak y José Andrés en algunas de sus elaboraciones. EFE