María Tajadura I Jaén, (EFE).- El maestro ubetense Paco Luis Martos, Premio Nacional de Artesanía 2022, junto a un equipo de expertos, ha aceptado el desafío de reconstruir en tan solo tres meses un nuevo alfarje en madera de la Basílica Capitular del Monasterio de Sigena (Huesca).
Considerada por los expertos una de las mejores obras del arte románico en Europa, dañada en un incendio provocado durante la Guerra Civil en 1936, la Sala Capitular será recuperada a raíz del esfuerzo del filántropo Juan Naya. Que es impulsor del proyecto Sigena Mágica.
Con Úbeda como escenario, Paco Luis Martos reconstruirá el aljarfe. Se trata de un techo de madera horizontal y entrelazada que en muchos casos se labra y se pinta adicionalmente. Una técnica muy propagada en los reinos cristianos de la mano del arte mudéjar.
Es el caso de la Sala Capitular del Monasterio de Sigena. Que mostraba en sus techos ricos frescos medievales y pinturas murales. Que la convirtieron en uno de los legados más importantes de la historia del arte del país.
“Antes de la guerra civil española, los doce alfarjes de Sigena eran testimonios de una hechura extraordinaria. Dorados y policromados, cada uno contaba una historia única. Sin embargo, el fuego de la guerra los consumió, llevándose consigo no solo la madera tallada. Sino también una parte significativa de la historia cultural de España” afirma Juan Naya.
Más de 3.000 horas de dedicación
El desafío es reconstruir un nuevo alfarje, con su artesonado en madera, sus dorados y policromías tal y como se hacían en el siglo XIII. Según explica la comisaria del proyecto ‘Sigena Mágica’, Pilar Domínguez. Que añade que es precisamente en Úbeda, enclave histórico y cuna de grandes artesanos, donde Paco Luis Martos tiene su taller. Y es dónde se realizará la reconstrucción.
El maestro artesano cuenta con una gran experiencia en este sentido. Ya que hace cuatro años consiguió reconstruir en madera uno de los doce alfarjes, demostrando que la recuperación era posible.
“Policromar y dorar un alfarje es una odisea que requirió más de 3.000 horas de dedicación de manos expertas, un esfuerzo que, cuando ahora se multiplica por doce, se presenta prácticamente como una tarea imposible para un individuo y requiere de un equipo de personas especializadas en arte y restauración” ha señalado a EFE.
Una de las restauradoras del equipo, Florencia Olivera, procedente de Uruguay, apasionada por el arte y la historia, afirma que “cada pincelada es un acto de devoción a la historia que se perdió”.
Su compañera Ana Bedmar abraza el rigor y la base científica en la restauración y asegura que “no es solo un trabajo técnico; es una fusión de ciencia y arte”.
“Este desafío monumental es más que la restauración de un techo; es una declaración de que, incluso en los momentos más oscuros de la historia, la luz de la restauración puede iluminar el camino hacia un futuro cultural vibrante” afirma Juan Naya, que aspira a la reconstrucción completa del artesonado, devolviendo así el brillo a la Sala Capitular de Sigena. EFE
