El director de cine onubense Paco Ortiz posa para EFE durante la entrevista en la que ha explicado los detalles de "Antonio, el bailarín de España". EFE/Fermín Cabanillas

‘Antonio, el bailarín de España’, la obra de Paco Ortiz que nació de unas cintas de casete

Fermín Cabanillas I Sevilla, (EFE).- El cineasta andaluz Francisco Ortiz parece haberse especializado en contar la intrahistoria de grandes personajes, pero ha rizado el rizo con ‘Antonio, el bailarín de España’, del que ha creado un documental a raíz de conversaciones registradas en cintas de casete.

Nacido en Huelva en 1978, esta obra escrita y dirigida por él y producida por José Carlos de Isla, sigue la estela de trabajos como ‘Marisol, Llámame Pepa’, (2024), Premio Forqué y Nominada al Goya al mejor Documental en 2024 ‘Aníbal. El arquitecto de Sevilla’, (2023), ‘Algo Salvaje. La historia de Bambino’, (2021), Premio Carmen el Mejor Documental Andaluz o ’13. Miguel Poveda’, (2015) nominado a los Premios Forqué,.

Pero con la película dedicada a Antonio Ruiz Soler (Sevilla, 1921-Madrid, 1996) parece como si hubiese llegado a su proyecto más completo, porque ha contado “la historia de un hombre que dejó una huella indeleble en el baile español del siglo XX, convirtiéndose en una de las figuras más relevantes de la danza y del baile mundial».

“Antonio no solo era el mejor bailarín de toda la historia de España y quizás del mundo, sino también un personaje muy atractivo”, asegura, y lo justifica con varios matices, como que era “alguien con una egolatría superlativa, con la ambigüedad política y sexual que mantuvo a lo largo de toda su vida con una ambición desmedida”.

“Un personaje poliédrico”

De esta forma, ha podido retratar la vida de “un personaje muy atractivo y muy poliédrico, como para hacer un documental”, y asegura que, cuando se puso a investigar sobre él, encontró “a un personaje muy atractivo”, y ese interés aumentó cuando fue escuchando parte de las conversaciones que el propio Antonio mantuvo con su amigo, el periodista Santy Arriazu, creando una autobiografía registrada en cintas de casete, donde cuenta con su propia voz los detalles de su trayectoria personal y profesional.

Las cintas sirvieron como punto de partida de la biografía que Arriazu publicó en 2004, y en esta pieza cinematográfica sirve como voz en off en primera persona e hilo conductor de la historia de su vida, en una película que combina secuencias de ficción en las que se recrean estas conversaciones que se produjeron entre Antonio y Arriazu entre 1983 y 1984, interpretados por los actores Juanlu Corrientes y Nestor Barea respectivamente.

Y no se trata de un proyecto de meses atrás, porque desde la pandemia “se fueron sumando apoyos y ayudas para conseguir sacar a flote el documental”, y finalmente se consiguió, y tras ganar en festivales como el de Islantilla, ahora prepara doble cita en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y en el Iberoamericano de Huelva.

“Una figura a reivindicar”

Y todo para mostrar la vida de “una figura a reivindicar”, un personaje popular “que gozó del éxito y el reconocimiento, pero en los últimos años de su vida no jugó bien sus cartas y le jugaron mala pasada”, al tener “escarceos con la aristocracia y algún que otro romance”, lo que le terminó sepultando “en un ostracismo por parte de la política del momento, y su memoria ha quedado desdibujada”.

“Yo creo que ya es tiempo de reconocer la figura del que es el mejor bailarín de nuestro país”, apostilla. Y recuerda que cuando se dice que fue el mejor bailarín de todos los tiempos “es porque lo dicen grandes bailarines, que saben de lo que se habla, del único Antonio, el que lo necesito a apellido para ser reconocido”.

La película cuenta con el testimonio de compañeros de profesión entrevistados para la ocasión, como los intérpretes Nacho Duato, Rubén Olmo, Antonio Canales, Víctor Ullate, Aída Gómez (bailarina y exdirectora del ballet nacional), Carmen Roche y Carmen Rojas (parejas de baile de Antonio), José Antonio (bailarín que dirigió el ballet nacional), María Rosa (bailarina); y expertos como Marta Carrasco, Manuel Curao o Cristina Cruces.

Con todo, quiere reconocer y rescatar del olvido para las nuevas generaciones la figura de quien, junto a Carmen Amaya, marcó un tiempo de esplendor en la danza española del siglo XX. EFE