Un niño mira el móvil en su habitación en una foto de archivo EFE/Adrián Ruiz Hierro.

Mi hijo ve porno: ¿Tengo que preocuparme? ¿Qué puedo hacer?

Jorge Morales |

Santa Cruz de Tenerife (EFE).- Por una cuestión de estadística, los padres con hijos menores de edad tienen motivos sobrados para sospechar, si no lo saben de forma fehaciente, que su hijo o su hija ven porno, lo que invita a plantearse: ¿Tengo que preocuparme? ¿Qué puedo hacer?

Según datos de la Fundación Fad Juventud, seis de cada diez adolescentes españoles consumen pornografía de forma frecuente (un 72,1 % en el caso de los chicos), aunque el primer contacto suele producirse mucho antes: entre los 8 y los 12 años.

Sin embargo, nueve de cada diez padres desconocen que sus hijos e hijas ven porno, eminentemente a través de la pantalla de un teléfono móvil.

El Instituto Nacional de Estadística calcula que el 72,1 % de los niños y niñas de 12 años tienen un móvil, porcentaje que se eleva al 88,2 % a los 13 años y al 94,1 % a los 14.

Expertos en la materia advierten del peligro de consumir porno a edades tan tempranas, no tanto por la necesidad de satisfacer su curiosidad, sino por su alto contenido de imágenes agresivas y violentas, que pueden acabar siendo su único referente, distorsionado, para futuras, o presentes, relaciones sexuales.

El congreso ‘Jóvenes, Pantallas y Pornografía’, organizado por el Cabildo de Tenerife, ha reunido este jueves a varios especialistas, quienes dan a EFE algunas claves sobre cómo afrontar esta situación.

El psicólogo y sexólogo José Luis García, durante las jornadas. EFE/Miguel Barreto

Claridad y empatía

José Luis García, doctor en Psicología y sexólogo, aboga por que los padres hablen abiertamente, con empatía y sin juzgarlos, con sus hijos, porque “todos los niños necesitan conocer una serie de hechos sexuales básicos, mínimos, para comprender su cuerpo, su desarrollo, sus sensaciones, emociones, sentimientos”.

“El silencio, la ignorancia, no traen más que problemas sexuales”, y si los padres no responden a estas preguntas “irán a buscarlas fuera”, advierte García, que fue durante cinco años director de los centros de planificación familiar del Gobierno de Navarra.

De modo que, al final, el porno acaba siendo “el manual de instrucciones 3.0 de la mayoría de los jóvenes”, en el que se ven miembros desmesurados, posturas imposibles, donde no hay besos, seducción ni ternura, sino que todo es “pim, pam, pum”, y el condón “es invisible”, lo cual relaciona este experto con el repunte de las enfermedades de transmisión sexual.

Pero “el mensaje más perverso”, advierte, es el de la mujer sometida a los deseos del hombre, sugiriendo que “la violencia sexual es erótica, que el chico debe ejercerla sobre la chica y a ella le gusta que la vejen, humillen y maltraten”.

Cuenta que por su consulta han pasado niñas de 12 años que practican sexo anal. “Se transforma la sexualidad, algo positivo en la vida, en una experiencia dolorosa y traumática”.

Esther Torrado, socióloga y directora del grupo de investigación sobre violencia sexual Viosex, indica que “el sexo es bonito y placentero” y que no hay que generar “terror sexual” entre los jóvenes, siempre que las relaciones sean consentidas y no haya violencia.

Sucede que los chicos ahora “son incapaces de diferenciar lo que es la sexualidad de la violencia. Tienden a erotizar la violencia, y eso es un grave problema”, sostiene Torrado, a quien en una reciente charla en un instituto un alumno le dijo que a las mujeres les gusta que les peguen.

Oleada de violencia sexual

“Hay que establecer algún límite ético, moral, no moralista ni antisexo”, pero hacerles ver que “no es lo mismo sexo que sexualidad o que pornografía. Lo que menos hay en la pornografía es sexo: hay dominio, prácticas que tienen mucho que ver con fenómenos delictivos, como las mal llamadas manadas”.

José Luis García vaticina una futura oleada de agresiones sexuales asociadas al creciente consumo de contenidos violentos, desde relaciones a cambio de dinero, bajo chantajes o amenazas, en las que se provocan estados de inconsciencia, sumisión química, chicas borrachas, o abuelos con nietas o padres con hijos.

Esther Torrado coincide en que el consumo de esta pornografía, que poco tiene que ver con la de los años 80 o 90, la de las revistas o el videoclub, guarda una relación causal con el incremento de la violencia sexual en la sociedad.

La doctora en Sociología, experta en violencia sexual, pornografía y prostitución Esther Torrado, ponente de la jornada. EFE/Miguel Barreto. EFE/Miguel Barreto

Adicción y sobreestimulación

Guillermo Cánovas, director del Observatorio para el uso saludable de la tecnología EducaLIKE y director del centro de seguridad en internet para los menores en España, advierte de los efectos nocivos de la adicción al porno, equiparable a otras adicciones conductuales como al móvil, a los videojuegos o a las redes sociales.

Todas ellas tienen en común la sobreestimulación: “llega un momento en el que el bombardeo de estímulos que reciben es tal que desarrollan tolerancia, se acostumbran a un nivel de estimulación, hasta que llega un momento en el que ese consumo regular y constante deja de ser satisfactorio. ¿Y qué es lo que hacen? Aumentar la dosis”.

En el caso del porno, advierte Cánovas, “se nos juntan dos cuestiones: al revés que pasa con otras situaciones no solo aumentan la cantidad de consumo o el tiempo dedicado a ello, sino también el nivel de intensidad de los estímulos. Pueden comenzar por un tipo de pornografía más tradicional, por así llamarla, y terminar en cuestiones que en principio ni se habrían planteado ellos mismos o tal vez no les habrían atraído en un primer momento”.

Curiosamente, continúa este experto, “lo que termina provocando, sobre todo entre adolescentes, es lo contrario a lo que buscaban al principio: una falta de estimulación para conseguir mantener y llevar a cabo relaciones más satisfactorias”.

José Luis García tercia: “antes de darse un beso, de haber hecho la más mínima aproximación de seducción, los chavales ya están hartos de ver porno violento y violaciones”.

Por eso, hace hincapié en la importancia de prevenir, para que cuando vean esos contenidos “lo hagan con otra mirada, con una visión saludable de la sexualidad y digan: a mí esto no me gusta, no me gusta que peguen, que vejen a una mujer”.

En esto coincide Esther Torrado, quien defiende que a los hijos hay que enseñarles cuando vean una escena violenta: “no me puedo excitar con una violación grupal, viendo porno gore, violaciones o agresiones a cadáveres o a menores. Ahí debe estar el límite”.

Educación y legislación

Guillermo Cánovas aboga por afrontar el creciente consumo de la pornografía entre menores, que “por supuesto va a ir a más”, desde la educación y la legislación.

“Tenemos un problema internacional desde hace muchos años, que es que no conseguimos que la industria de internet tenga que cumplir las mismas leyes que las que están fuera. No se les exige realmente un sistema de verificación de la edad para acceder” a determinados contenidos, analiza.

Esther Torrado también apuesta por un abordaje multidisciplinar: en la escuela, en casa y en las instituciones, porque, subraya, “aquí hay una responsabilidad política, más allá de las ideologías”.

El psicólogo y sexólogo José Luis García, durante las jornadas. EFE/Miguel Barreto

Aboga por un pacto de estado para impulsar medidas de ciberseguridad y de doble identificación, así como por acciones punitivas contras las empresas que “permiten vídeos de menores y el consumo por parte de menores”.

José Luis García denuncia que no hay “ningún control” en absoluto y que no ha tenido que recurrir a la internet profunda o ‘deep web’ para ver una película de tortura sexual a una menor.

“Hay webs con denominaciones terribles y unos contenidos con miles de géneros, algunos brutales. No sé cómo se puede permitir eso pero ahí está. Quieren ganar pasta, tienen que ofrecer un abanico de películas para sus adictos, que necesitan novedades. Es muy difícil competir con esto, y cuanto más tardemos, peor, más daño va a ir haciendo”, advierte.

Admite que luchar contra la poderosa industria de la pornografía “es muy difícil, pero no podemos darle todo el poder. Hablamos de una generación entera, del futuro sexual de una generación entera, de niños pensando que la violencia sexual es normal y que a las chicas les gusta”, avisa.

Y lanza otra advertencia: “Es muy probable que las adicciones a las pantallas, a las apuestas online, al porno, a las redes sociales, van a necesitar batallones de psicólogos para atender tantos problemas en los próximos años. Ya vamos tarde. Tenemos que actuar. Muchos de nuestros chicos ya sufren las consecuencias”.

Generación expuesta

Guillermo Cánovas opina que la actual es “sin lugar a dudas” la generación que está más expuesta a un mayor número de “situaciones complicadas y de problemas que antes no había, como la sobreestimulación o el ciberacoso”.

En la apertura del congreso ‘Jóvenes, pantallas y pornografía’, la presidenta del Cabildo de Tenerife, Rosa Dávila, ha recalcado que las administraciones no pueden ignorar esta realidad, de ahí la organización de este foro.

El consejero insular de Empleo, Educación y Juventud, Efraín Medina, ha destacado la necesidad de la prevención porque las cifras de consumo de pornografía “son alarmantes y en edades cada vez más tempranas”, y tiene un impacto “catastrófico” en el desarrollo afectivo y sexual de los niños.